Capítulo 43 - " Destruída"

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Dedicado a Sele Diaz~

Participaba en la carrera de mi vida, iba a toda velocidad, sin frenarme ni un solo momento, ignorando todo, jugándomela, confiando demasiado en él, sin tener en cuenta que la realidad a veces es dura, tan dura y destructora como un golpe. Colapsé, me hice trizas, y conmigo todo mi corazón quedó hecho polvo también.

Y sí, algún día debería despertar de esta estúpida ilusión. ¿Cómo mierda pude haberme creído el cuento de príncipe perfecto, relación perfecta, vida perfecta? Siempre tuve en mente que una persona como yo nunca sufriría, nunca derramaría sus lágrimas por alguien más. Todo el tiempo le di mi absoluto interés a... Mí, lo que soy. Pero aquí me encuentro hoy, con un nudo en la garganta a punto de hacer desbordar la salada agua de mis ojos, mi estómago estrujándose, mis manos temblando, y mi alma opacada, sólo por aquellas palabras que nunca debí haber escuchado. El mundo se detuvo, justo ahí, yo intentando procesar las cosas, y todo encajaba perfectamente. ¡¿Por qué estuve tan ciega?!

Presioné mis párpados, quizás para intentar despertar de lo que tanto deseaba que fuera un sueño. Pero cuando los abrí, ya... no quedaban dudas. Realidad, maldita y absurda realidad.

Yo: ¿cómo dijiste? -pregunté con un hilo de voz, reteniendo mi angustia-

Candela: ay, ¡disculpá gordi! Te hablo después, ¿sí? -le dijo a su acompañante, y luego se acercó a mí anunciando:- Miren justo quién vino a escuchar -lanzó una risita-

Yo: ¿podés repetirlo por favor?

Necesitaba que mis oídos lo confirmen con exactitud.

Candela: eso, amor. Tu noviecito solamente estuvo con vos por una mísera apuesta con su amigo.

Miré hacia abajo, fruncí mi seño, y ni siquiera me tomé el trabajo de evitar llorar mi decepción.

Candela: ¡ay, linda! No te pongás así, mirá que no es tan grave.

Yo: ¡¿que no es tan grave?! Andate imbécil -grité de la misma bronca-

Candela: ¿imbécil? -se acercó- No soy yo la usada aquí -susurró en mi oído, justo antes de irse-

Presioné mis labios y me negué a mí misma con la cabeza así privarme de decir algo. No podía comprender, no quería comprender. Me negaba a la verdad, pero aún así iba desmoronándome por dentro, lentamente, tanto de la culpa como de la impotencia. Corrí por los pasillos hasta llegar al curso con el cartel de sexto año B, me frené a un metro y medio de la puerta, quizás porque me di cuenta de que alguien salía, o tal vez porque algo en mi interior me avisó que me mantuviera lejos. Corrí mi pelo para así poder ver mejor, y sí, vi. Observé cómo Julián cruzaba la entrada, volteando un poco, sonriendo, mientras hacía un saludo con su mano a un compañero. Luego posó su mirada al frente, y allí estaba yo fulminándolo con mis ojos pardos. ¿Habría notado lo que ellos ocultaban?

Julián: ¡Hola, amor! -dijo con toda la naturalidad del mundo-

Yo: ¿es verdad? -cuestioné entrecortadamente-

Julián: ¿pasó algo? -comentó al darse cuenta-

Yo: respondeme, ¿es verdad? -repetí- ¿es cierto que todo esto fue parte de un juego?

Julián: ¿a qué te referís, mi vida?

Yo: sabés perfectamente.

Julián: te juro que n...

Historia de dos corazones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora