Capítulo 52 La Boda Del Año

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-¿Adónde vas?- Salto Liz cuando vio que Derek iba a entrar en mi habitación, yo estaba caminando hacia el baño- Los novios no pueden verse sino hasta la ceremonia, vete de aquí. Fruncí el ceño.

-Eso es una estupidez- Le dije.

-Concuerdo con Anais- Apoyó Derek.

-Mira... A mí no me interesa lo que piensen, es una tradición, ¡Ahora sal de aquí!- Exclamó y cerró la puerta de un portazo. La miré de mala manera- El privilegio de llegar tarde es de la novia, no del novio. Estas hermosa.

-Y aún no me he puesto el vestido- Entre al baño, estaba nerviosa, muy nerviosa.

Por fin, después de mucho tiempo había llegado el día, el gran día. Todo estaba arreglado. La misa, la fiesta sería en la casa de los Cranwell, el viaje y lo más importante, todo por fin había terminado. Cumpliría la última voluntad de mi padre, ser feliz. Ya estaba maquillada y peinada, un peinado sencillo, me había recogido todo el cabello en un moño bajo, con algunos mechones afuera, dando el toque despeinado. El maquillaje, de igual forma, algo natural. Con todos marrones neutros en el párpado, un poco de rubor, labial mate color tinto rojo. Me miré al espejo, estaba muy emocionada, los nervios me traicionaban y las manos me temblaban brevemente. Solté un suspiro, una breves ganas de vomitar me invadieron pero, me aguante. Salí de nuevo a la habitación, era hora de ponerme el vestido. Con ayuda de Liz lo sacamos del maniquí, me lo puse por debajo, con cuidado de no ensuciarlo y al verme en el espejo, era alguien completamente diferente. Había escogido un vestido sencillo y elegante, las mangas me llegaban hasta las muñecas, la blusa toda de encajé, con pedrería brillante color blanco, con un escote en V. No era completamente blanco, lo elegí más de un color beige. La falda era suelta de seda, con varias capas, para dar la impresión de tener enaguas, pero no era corte princesa y un velo que superaba la cola del vestido. Me lo ponían con una pequeña tiara que hacía juego con todo el look. Cuando estaba todo listo, Liz salió a terminarse de arreglar y me dejó sola, no se notaba el embarazo aún. Alcé la pierna y me puse la liga de encaje y resorte, allí guarde un cuchillo. Solo por si acaso. Solté un suspiro, salí de la habitación. Bajé las escaleras de cristal, poco a poco, y en el vestíbulo estaba Aaron, Elif, Tessa y Megan. Mi hermano mayor iba a ser quien me entregaría al altar. Traía un Smokyng color negro, con una corbata dorada. Mis hermanas, tenían un vestido morado, corte princesa y escote corazón idénticos, por último la niña, tenía un vestido similar al mío, con la diferencia de que esté tiene una enagua ancha que lo hace ver cómo el de una princesa. Todos estábamos listos y la gran mayoría ya estaban en la iglesia. Salimos al patio donde nos esperaban los autos, yo me iría con Megan y Carson manejaría y los demás se irían en vehículos diferentes. Me introduje en la parte de atrás, estaba nerviosa, sentía ganas de vomitar. Nos esperaba un largo camino, por lo menos de media hora a 45 minutos. Había quedado un poco preocupada por la conversación con Macristen, no le creía ni una sola palabra cuando dijo que no sabía que mi padrino estaba vivo, no podía hacerme a esa idea. Ella debía tenerlo cautivo o debió haberlo asesinado, y realmente, no sabía cuál de las dos opciones me daba más terror. Conocía los alcances de la bruja, lo perversa y manipuladora que podía llegar a ser, y lo mentirosa también. Los árboles pasaban a gran velocidad y el paisaje era maravilloso. Hasta que llegamos a la ciudad, por la carretera principal. Había llovido la noche anterior, aunque por suerte la lluvia había cesado. Nos acercábamos a la iglesia y mis nervios aumentaban con forme el auto iba avanzando, eche un vistazo por el espejo del retrovisor, atrás venía el auto con mis hermanos y entonces, nos detuvimos en la gran edificación de piedra y mármol. Carson me pidió que me quedará adentro mientras arreglaban todo para el desfile ceremonial, un gran cumulo de personas estaban aún afuera de la capilla y mientras los invitaban a entrar, una sensación de ser observada se instaló en la boca de mi estómago. Las ventanas del auto estaban cerradas y por un segundo me vi tentada a bajarlas para mirar hacia afuera.

Encuentros #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora