Capítulo 55 En Medio de la Nieve

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Abrí poco a poco mis ojos por la luz del sol que se colaba dentro las cortinas de la ventana, solté un suspiro cansino. Me giré hacia mi izquierda y sentí el peso de alguien a mi lado. Derek tenía los ojos cerrados y su semblante era pacífico y muy calmado. Me levanté de la cama con cuidado de no despertarlo y fui hacía el baño, abrí la ducha con agua caliente y deje que está me recorriera el cuerpo, tenía un sentimiento extraño incrustado en mi pecho, era como una especie de vacío inexplicable alojado en mi corazón. Envolví mi cuerpo en la toalla al terminar y al salir Derek aún estaba profundo, me cambié rápidamente poniéndome unos simples pantalones de franela y una camisa color azul, salí de nuestra habitación al pasillo, estábamos en el castillo en Alemania, nos habíamos traslado a vivir aquí cuando lo había coronado rey de la Corte Imperial Vampirica. Avancé por el lugar con paredes de piedra, llegué a las gigantescas escaleras de mármol y empecé a bajarlas, seguía sintiéndome extraña, como si algo no cuadraba en toda esta vida perfecta. Me desvié por una de las puertas corredizas hasta ir a uno de los jardines internos. Allí estaban dos pequeños de no más de 6 años la niña corría tras su hermano mientras intentaba atraparlo con sus pequeñas manos. Su cabello era castaño, el de el niño negro azabache, sus pieles eran de un color muy blanco casi fantasmal. La niña tenía ojos color esmeralda y el pequeño los tenía amarillos, eran mis hijos, nuestros hijos. Al verme corrieron a mí para saludarme, pero la niño se enredó con sus pies y calló, me apresure a levantarla. 

-Eris, ten más cuidado hija- Me sentí muy extraña al pronunciar la palabra "Hija" La niña se refugió en mi regazo. 

-Mamá, mi hermana siempre se está cayendo- Habló el pequeño. 

-Tienes que tenerle paciencia, Alec. Recuerda que ambos compartieron el mismo vientre, por lo cual ambos son uno solo- Derek se vino por atrás, sin que Alec lo viera, lo tomó de improviso y lo cargo provocándole un susto. 

-¡PAPÁ!- Exclamaron ambos.

-¿Están discutiendo?- Les preguntó, ellos negaron. Derek se acercó a mí y me dio un beso en la sien, aunque ese beso se sintió de los más extraño- ¿Cómo sigues?- Me preguntó, fruncí el ceño.

-¿Cómo sigo de qué?- Le pregunté

-Del accidente- Dijo como lo más obvio, volví a fruncir el ceño, miré a los niños, el castillo, todo lucía familiar, pero a la misma vez desconocido para mí.

"ANAIS, ANAIS"

Escuché una voz de la nada, una voz que me resultaba familiar.

"ANAIS, ANAIS VEN HACIA MI VOZ"

Todo era extremadamente extraño y muy sospechoso. 

"ANAIS, ESCUCHA MI VOZ, VAMOS A ENCONTRARTE"

-Megan- Susurré.

-¿Megan?- Preguntó Derek- Megan murió         

Desperté sobresaltada, empapada de sudor y llena de lágrimas en los ojos, había sido un sueño, uno hermoso y triste a la vez, me puse de pie, me sentía un poco mareada he ida. Sentí un dolor punzante en el vientre que hizo que cayera de rodillas en la habitación, hice una mueca de dolor mientras recuperaba mi respiración. Me palpe el vientre sintiendo unas horribles ganas de llorar. No, no, no, aún no podía ser hora del nacimiento, me arrastre por el suelo intentando no hacer ningún ruido y alertar a mi captor. El parto estaba previsto para dentro de dos semanas, ¿por qué se había adelantado?. Otra punzada recorrió de mi cintura a la espalda y está vez no pude contenerme, solté un pequeño grito de dolor. Me levanté como pude y me senté en la cama con las piernas abiertas, mis lágrimas se deslizaron por mis mejillas, sintiendo un dolor que jamás había experimentado en mi vida, sabía que podía perderlos si no decía nada, pero... Pero aún tenía la esperanza de que me encontrasen, cerré los ojos apretando los párpados, calmando mi respiración, mi corazón quería estallar. Tenía que salir de aquí, tenía que vivir, no podía permitir que le pusiera las manos encima a mis hijos. Los últimos casi cuatro meses había intentado confiar en Derek, en mis hermanos, quería creer que me encontrarían antes del parto, pero me había equivocado, yo misma sabía los alcances de Caín, sabía que jamás me iban a encontrar. Inhale y exhale lo que pude, solté un suspiro. Iba a salir de aquí, saque de abajo de la almohada un cuchillo que había guardado hace un mes, lo había guardado muy bien por si en algún momento podía necesitarlo. Confiando en mis capacidades aún estando en embarazo, puse en marcha mi plan. Miré por las rejas de la puerta y a sus costados estaban los dos gorilas que me mantenía por vigilantes, eran dos y yo tenía contracciones y una barriga gigante que no me permitiría moverme bien. Grité, grité lo más fuerte que pude atrayendo a uno de los guardias. Me hice detrás de la puerta y cuando entro le apuñale por la espalda haciendo que la sangre saliera, el escándalo alertó al otro y cuando entró, yo estaba de pie junto al cuerpo muerto de su compañero. Le lancé el cuchillo de forma abrupta y le dio justo en la sien. En ese momento me dio otra contracción, eso hizo que por poco cayera por el dolor, traté de aguantar lo mucho que me lo permití. Tomé la chaqueta que tenía en el perchero y salí, camine muy prendida a la pared para que no me viera y al llegar al salón, habían muchos hombres reunidos allí. Mi intento de huida fracaso, en ese momento no resistí el dolor y caí gritando. Sus ojos recayeron en mí y de inmediato corrieron a tomarme, traté de gritar y de no dejar que me sostuviera, pero fue imposible, me tomaron de los brazos y arrastraron hasta el sótano, grité por auxilio, por ayuda, pero yo misma sabía que era imposible, no había nadie que pudiera socorrerme, dejé de luchar por que era el fin de está historia, lo único que podía hacer en este mismo momento era rezar he implorar al ángel que mis hijos no nacieran. Caín era perverso y prefería eso a condenarlos a una vida entera de sufrimiento y agonía. Me pusieron de forma bruta en la camilla y me amarraron los brazos. Otra contracción paso por mi abdomen bajo haciendo que gritara de dolor, solo quería que se detuviera ya, no podía seguir de está manera. Las torturas y estudios a los que él me sometió durante estos meses me había dejado muy debilitada como para soportar esto, sollocé y solté un grito. 

Encuentros #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora