Capítulo 30 El Cáliz de Sangre

185 24 5
                                    

-Aquí está- Habló Derek entrando al salón, me extendió mi estaca, la tomé.

-¿Cómo la conseguiste?- pregunté.

-Bueno, se la quite a tus hermanas, esto también- Me dio el látigo. Negué con una sonrisa, me puse el brazalete en la mano y empecé a dibujar en el aire, hice las líneas poco a poco mientras se empezaba a abrir el portal.

Sólo íbamos Derek y yo, decidió que hasta que no se aclarara el asunto no le diría a sus hermanos. Me tomó de la mano cuando las luces fluorescentes empezaron a emanar de la nada, cerré los ojos y dimos un paso adelante, por encima de los párpados veía las luces yendo y viniendo, sentí un vértigo en el estómago. El portal de abrió de nuevo y ambos llegamos a un lugar completamente desconocido para mí. Derek me sostuvo de los hombros cuando sintió que el mareo me invadía, en serio, odiaba grandemente viajar entre portales Estábamos afuera de una gran he imponente contrucción de piedra de la edad media. El Castillo de Lichtenstein se encontraba en los Montes Suabos (a 40 km de Stuttgart, aproximadamente), una región en la que abundan construcciones de este tipo. Según lo que sabía es que se construyó sobre los restos de un castillo medieval, entre 1839 y 1842, de estilo neogótico, tan adorado durante el romanticismo, la fortaleza de Lichtenstein era una digna muestra de la grandiosidad arquitectónica. Salimos a un puente de madera que colgaba en el aire con la vigas bien firmes, la grandiosa puerta principal media casi 4 metros de altura y estaba hecha de hormigón de piedra y madera. A los costados de la puerta habían dos hombres y al ver a Derek hicieron una pequeña reverencia. Él me tomó de la mano entrelazando sus dedos con los míos y empezó a caminar conmigo a su lado, el césped en su interior era de un verde casi brillante y había una gran variedad de flores y árboles plantados. El castillo le rodeaba un bosque frondoso donde se tenía que caminar media hora para llegar a la entrada, tenía varias murallas y una torre en su lado izquierdo tan parecido al de Rapunzel, estábamos caminando por un camino de piedra y cuando llegamos al interior de la estructura mi boca se abrió con más sorpresas, todo era hecho de pierda, el suelo era de mármol blanco, habían armaduras y del techo caía un gran candelabro de cristal, al frente estaban las escaleras que ascendían en forma de caracol. Todo estaba decorado al estilo victoriano, mientras que, la infinidad de ventanas estaba cubiertas por persianas de color rojo. Me había quedado tan embelesada mirando todo a mi alrededor que no me había dado cuenta que nos habíamos detenido. Habían muchas puertas, demasiadas para contarlas y en las pareces colgaban retratos, pinturas, fotografías muy antiguas y piezas de arte que costaban esta vida y quizá dos más. También habían pequeñas antorchas colgadas por doquier, quizá de la era en la que aún no existían la electricidad, habían mesitas de centro con pequeñas estatuas. Desde que me había unido a los Cazadores había estado viajando mucho y por un sin fin de lugares, pero jamás en un lugar tan hermoso como este, el reino de los Sílfides no se comparaba con la majestuosidad de la fortaleza, que sin duda alguna estaba muy bien conservada. Una mujer bajaba las escaleras tranquilamente con una tablet en su mano, hablaba con alguien por el audífono inalámbrico y al ver a Derek si rostro fue un poema completo, por poco solté una risa, pero me contuve. Ella colgó de inmediato el aparato y camino lentamente hasta llegar a nosotros, tenía el cabello corto, más abajo de sus hombros, una camisa blanca y una falda de tubo abajo de sus rodillas, un maquillaje perfecto y unos tacones de aguja.

-Princípe Derek- Habló ella, balbuceando un poco- Yo... Yo no sabía que iba a venir, nos hubiera avisado- Ella trago saliva, Derek la intimidaba y mucho.

-¿Desde cuándo debo agendar un cita para venir a mi castillo, Abigail,?- preguntó él, el color se fue de su rostro con la respuesta de Derek. Él la ignoro y empezó a caminar conmigo, ella vino detrás.

-No, no. Claro que no, majestad, pe... Pero nos hubiera avisado para tener todo listo para su llegada, preparar sus aposentos y...

-Abigail, deja de balbucear- Ella se detuvo en seco- Anais, te presento a Abigail la asistente personal de mi hermano Louis. Abigail, te presento a mi prometida Anais Franklyn- Ella me miró algo sorpredida, luego hizo una pequeña venía.

Encuentros #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora