Capítulo 36 Aradia

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Aparcaron el auto al frente de la casa de mi padre, solté un suspiro, la cabeza estaba empezando a dolerme, baje del vehículo y camine hasta la casa. Abrí con la llave que me dio mi padre y entre, las luces estaban apagadas y era normal había llegado muy tarde. Cerré y camine hasta la primera habitación abrí la puerta y miré por una pequeña abertura, mi padre dormía así que decidí no molestar, mis hermanas dormía en la segunda habitación, Marco había instalado otra cama así que la niña y Tessa dormía en una y Elif dormía en la siguiente. Camine derecho hasta llegar a la cocina para hacer un poco de café prendí la cafetera y le eche agua y me senté en el taburete de la barra del desayuno. El viaje había sido un completo fracaso, realmente no tenía ni idea porqué habíamos ido a ese lugar, realmente nos había servido de absolutamente nada y fueron las horas más largas de mi vida. Yo no creía mucho en esas cosas, pero había visto tan convencidos a los hermanos que llegue a pensar por un momento, sólo por un momento que funcionaría, esa iglesia solo era mera fanfarronería. El pitido de la cafetera me hizo salir de mis pensamientos, caminé hasta ella saqué un baso de una de las alacenas y vacíe el poquito de café que había preparado, estaba cansada, sí, pero no tenía ganas de dormir. Tenía muchas cosas en mi cabeza, no dejaba de pensar en la maldición de Derek y en lo mucho que me preocupaba el hecho de no poder encontrar una solución. Aunque quisiera negarmelo yo sabía que algo andaba mal, sabía perfectamente que él estaba olvidando cosas básicas de nosotros, sabía que su sed de sangre cada vez más era incontrolable y también sabía que una vez que las sombras los consumiera no volvería a recuperarlo. Me quedé pensando allí en ese lugar mientras me bebía el café y después de un rato tomé la decisión de irme a dormir, me puse de pie, apague la luz y caminé a la habitación. No quería despertar a ninguna de las tres, así que entre en medio de las penumbras, caminé hasta una pequeña lamparita que estaba en medio de las dos camas y la encendí, una luz tenue y opaca iluminó el lugar. Era lo suficientemente alta para iluminar por donde caminaba pero tan marchita como para no despertar a nadie, no sabía si mis hermanas habían traigo mi ropa así que decidí ponerme lo primero que encontré que fue una pijama de pantalones rosa de Elif. Me apresuré a despojarme de mi ropa y al terminar caminé los escasos pasos para apagar de nuevo la luz, al quedar sin iluminación a mis ojos les costó acostumbrarse así que al dar un paso adelante mi pie izquierdo se enredo con el derecho haciéndome caer de narices contra el piso, solté un quejido. La lámpara se encendió de nuevo, Elif había despertado.

-Anais- Habló con voz perezosa- ¿Qué haces en el suelo?- Me preguntó, arqué una ceja y la miré.

-Nada, solo me dio por dormir aquí, me parece más cómodo- Conteste sarcástica, me puse de pie he hice que se corriera hacia el rincón para acostarme a su lado, le sonreí, pasé mi brazo por debajo de su cabeza- Perdón por despertarte.

-No te preocupes, sabes que tengo un sueño muy liviano. ¿Dónde estabas? Papá y yo te esperamos mucho tiempo, nos empezábamos a preocupar- Me dijo.

-Lo siento, tuve que viajar un poco lejos por un asunto de Derek, le estoy ayudando con un problemita- Me cubrí con la manta, estaba haciendo un frío del demonio.

-¿Me vas a contar?.

-Sí, pero lo haré después, no te preocupes- Ella se quedó en silencio, trague saliva- Elif, Derek me propuso matrimonio- Silencio, luego se incorporó sentándose y me miró.

-¿Qué?

-Derek me propuso matrimonio y acepté- Nos quedamos mirando directamente a los ojos, ella soltó un suspiro y volvió acomodarse en la cama, se acercó a mí y me abrazó.

-¿Realmente lo amas? ¿Estarías dispuesta a renunciar a tú inmortalidad por él?- Me preguntó el un susurró. Negué.

-No, hermana. No sería capaz de renunciar a eso, ni a ustedes y se que Derek no me obligará hacer eso- Nos quedamos en total silencio, quizá ella asimilaba todo esto- Descansa hermana, hablaremos de esto después.

Encuentros #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora