-¿Estás segura de lo que vas hacer, Anais?- Me preguntó Derek, asentí.
-Sí, estoy segura. Ya me mantuve en las sombras mucho tiempo y debo decirle a Deneb lo que está sucediendo, en cualquier momento ella puede atacar el cónclave- Él asintió.
-Iré con tus hermanas, entonces. Por favor Anais, ten mucho cuidado y que sólo te vea Deneb, por favor- Asentí. Habíamos llegado de nuevo a casa hacia ya un par de horas.
-Gracias por respetar mis decisiones y apoyarme- Estire mí brazo con la estaca en la mano y empecé a dibujar la runa que me llevaría al cónclave.
Las luces de colores salieron de la nada mientras el portal de abría, di un paso al frente y me adentre al remolino, cerré mis ojos mientras todo pasaba súper rápido a mi alrededor. El portal de abrió de nuevo, de nuevo el mareo, ya era algo que me sucedía recurrentemente, parpadee varías veces orientándome mejor. Estaba en la oficina de Deneb, eso esperaba por lo menos, cuando abría los portales sin saber adónde iba corrían el riesgo de caer en un lugar diferente. Pero comprobé que si lo era por que recordé la última vez que estuve aquí, fue el día que por poco me expulsaba por el incidente en mi cumpleaños. Hablando de cumpleaños, Aaron cumplía años el día antes de año nuevo y me ponía algo triste no poder estar con él, aparte los pensamientos distractorios de mi mente obligándome a concentrar en mi objetivo. No podía dejar que nadie más me viera, así que decidí quedarme adentro de la habitación hasta que Deneb llegará, estaba nerviosa, realmente no sabía cómo iba a tomar la noticia, realmente él también se había visto afectado por mi muerte y no quería que se enfadará conmigo y terminará echándome definitivamente de la hermandad. He tenido mucho tiempo para pensar algunas cosas y reflexionar sobre lo que quiero para mí y mi futuro, llegue a la conclusión de que... Nunca quise pertenecer a este mundo, si bien es cierto, por cuestiones del destino yo desde un inicio pertenecí a este lado oscuro tuve la opción de quedarme viviendo como una mundana y no lo hice, no fue tanto una decisión mía sino la sed de venganza, en ese entonces yo creía firmemente que Bettzaveth había asesinado a mi madre. Ahora que la verdad había salido a la luz también quería vengarme pero solo eso, ayudaría a atrapar a Macristen, luego me casaría con Derek y me retiraría oficialmente de los Cazadores, lo que más deseo el mundo es una vida normal y no la tendré mientras siga exponiéndome a los peligros del mundo de las sombras y no sólo a mí, sino también a mi familia. Los hice sufrir mucho con mi supuesta muerte, no me quería imaginar que pasaría si llegaban a asesinarme de verdad, mi familia no merecía vivir de estar manera y no los seguiría obligando a hacer esto. Mi padre me amaba, vi lo que podría pasar llegará a pasarme algo malo y verlo en ese estado me partió el alma, él era lo único que tenía, era lo único que me deba impulso para seguir, amo a mis hermanos y estaría dispuesta a morir por ellos, son embargo, Aaron, Tessa y Elif tenía a su madre y yo solo tenía a mi padre. Escuché un ruido en la puerta, rápidamente fui hacia una de las ventanas y me escondí detrás de las persianas. Venía hablando con alguien sobre unas reuniones del cónclave y algunos documentos que tenía que firmar. Finalmente la persona con la que estaba hablando se retiró, yo me quedé allí esperando un momento más. Él tomó asiento detrás de su escritorio y acomodo sus gafas a la altura de sus ojos, venía apoyado en su bastón como siempre y estaba leyendo algo que tenía sobre su mesa.
-¿Vas a salir?- Habló Deneb sin despegar la vista de lo que estaba leyendo, fruncí el ceño sin entender- Ya se que estás ahí, quién quiera que seas sal- Tragué saliva, corrí la persiana y me deje ver. Deneb levantó su vista y sus ojos de encontraron con los míos, abrió su boca brevemente mientras se ponía de pie con ayuda de su bastón.
-Hola, Deneb- Me dije.
-Por el ángel Amenadiel, ¿Co... Cómo es posible esto?- Le sonreí, sus ojos estaba abierto de par en par mientras caminaba hacia mí- ¿Anais?.
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Encuentros #3
Vampir-Aquellos que hemos sido víctimas de una injusticia, sólo nos quedan dos opciones para sentirnos satisfechos, la venganza, o el perdón absoluto y yo no pienso optar por la segunda. -¿Ni aún sabiendo que eres la mano izquierda de Dios?- preguntó Den...