Capítulo 9 Un Corazón Roto

247 36 15
                                    

-Escuchar conversaciones detrás de las paredes es de mala educación, Anais- respondió Derek, muy calmadamente.

-Ni siquiera estaba escuchando- contesté enojada- Venía a decirle a Líz que su desayuno se enfrió y me encuentro hablando de mi familia. Ahora repite lo que le dijiste, Líz- me dirijo a ella.

-Lizzeth, déjanos hablando a solas- ella asintio y se fue cerrando la puerta. Él soltó un suspiro y se sirvio un trago de lo que sea que estuviera tomando. Me cruce de brazos y lo miré totalmente enojada- Te mentí- empezó a explicar- Tú familia no está sobrellevando tu supuesta muerte tan fácil como te lo dije. Tessandra está totalmente rebelde, su corazón están roto. Marco, se separó de Claudia, se vino a vivir aquí a iniciar una vida nueva, pero fracaso, está refugiado en el alcohol y lo podemos encontrar en las noches en los bares de mala muerte echándose la culpa de tú muerte, no se baña, no come y constantemente se mete en peleas- Ahogue un pequeño gemido, me tape la boca mientras mis lágrimas amenazaban con salir- La única que parece medio cuerda es Elif, pero ella está peor que todos, aunque nadie se de cuenta ella está sufriendo mucho, mientras lleva ella sola el peso de su familia y Aaron, él desaparecido hace casi un mes, no sabemos nada de él, nada- Mis manos empezaron a temblar, mientras mis lágrimas salían sin dar tregua. Derek quiso acercarse pero le indique que no lo hiciera con una ademán- Ana, si no te dije nada fue por que ya cargas con mucho peso sobre tu espalda, no quería que te preocuparas por nadie. Sé que es egoísta, pero a veces se necesita serlo- Derek me había mentido, había tocado un fibra sensible en mí que era mi familia. ¿Por qué no simplemente me decía la verdad de lo que estaba sucediendo? ¿Por qué tenía que esperar a que todo explotará?- Tú eres demasiado buena. Anais, aunque no lo creas, siempre estas pensando en ellos, debes pensar en ti y en como resolver esté problema- una rabia invadió mi sistema.

-¡NO DIGAS ESO!- Exclamé- en los que menos he pensado es en ellos- mis lágrimas se desbordaban como cascadas por mis ojos- Mírame aquí, contigo. Fingí mi muerte para mantenerlos al margen de esto, los he hecho pasar por ese horripilante dolor y he destrozado mi familia. ¿Aún así te atreves a decirme qué debo pensar en mi?- me pase las manos por el cabello frustrada- ¿Por qué tienes que mentirme siempre? ¿Por qué no puedes ser sincero conmigo y decirme las cosas por muy duras que sean? Sabes que odio las mentiras. No puedes ir por la vida siendo un maldito egoísta de mierda, ocultándome cosas por que crees que soy una muñeca de cristal que al mínimo roce me partire- me seque las lágrimas desbordadas y lo miré- ¿Qué más me estás ocultado?- le pregunté- Dímelo ahora- exigí.

-Anoche no estuve en la academia- me soltó y eso hizo que mi corazón se encogiera más- Anoche... Me sentía muy culpable por haber dejado que el demonio te hiciera daño, me había prometido no dejar que nadie lo hiciera. Tenía mucha rabia acumulada por dentro y necesitaba calmarme, yo... Yo ataque una chica, la ví sola, incluso creo que era una prostituta- me tape la boca y en ese momento sentí el dolor más grande del mundo, el de un corazón roto y engañado- Renata me vio- su sola mención hizo que el corazón ya roto se hiciera añicos- Pase toda la noche tratando de converserla de que no me delatará. Ella me beso- más lágrimas cayeron desbordadas y sin tregua alguna. Di unos paso hacia atrás y choque contra el escritorio, no podría sostenerme a mi misma- De inmediato la aparte. Sus labios me dieron asco, no eres tú, así que me vine a casa los más rápido posible- él dió un paso hacia mí.

-No... No te acerques- balbucee como pude- ¿CÓMO PUDISTE ENGAÑARME Y MENTIRME DE ESA MANERA TAN DEPLORANTE?- grité- Cómo puedes ser tan malditamente egoísta y cínico- toque mi pecho, tratando de apaciguar el dolor latente ahí- Yo confíe en ti, me dijiste que ella se había ido de aquí- el se pasó las manos por la cara, frustrado, yo solo lloraban.

-Yo... Yo pensé que se había ido. Anais, escúchame si te mentí fue por que sabía que no me creerías si hubiera dicho que la aparte de inmediato, ni siquiera le devolví el beso. Lo juro- me miró, sus ojos empezaban a ponerse rojos- Además, ¿De qué te quejas? Has sabido siempre que soy una mierda, un maldito egoísta y egocéntrico. Aún así estas aquí, siempre vuelves- solté un solloso. Cómo... Cómo se atrevía a decirme eso, se había pasado de la raya y esto era la gota que rebasó el vaso- Si hablamos de masoquismo el tuyo es el peor de todos. Por que a pasear de toda la mierda que te he lanzado aún sigues aquí.

Encuentros #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora