Extra 2

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Esa madrugada tuve que retirarme rápidamente, por que la vi muy preocupada, había ido de nuevo a su casa, quería hablar con ella, decirle lo que había descubierto, sin embargo, prometiéndole a Anais en silencio que regresaría a la noche siguiente para contarle este gran secreto. Sólo yo sabía lo que estaba pasando, sólo yo había estado en el infierno el tiempo suficiente para darme cuenta de muchas cosas. Así que cumplí con mi trato, entré a su habitación mientras dormía, sus ojos se abrieron y para mi sorpresa no me miró asustada o competitiva, recostó su espalda con el respaldo de la cama y me sonrió.

-hoy llegaste más temprano Cristofer- Su contario me tomó por sorpresa- Te ví anoche, no es fácil sorprender a una cazadora- Me sonreí.

-Hola, Anais- La saludé- Los elementales tenemos la oportunidad de comenzar la actividad desde las 5:30 pm cuando la esencia de la noche despide la luz del sol. Y quise venir temprano para evitar sorpresas y obstáculos. Ni si quiera combates. Ella me miraba con curiosidad.

-¿Ya no quieres combatir conmigo?- me hizo unos pucheros tan tiernos que nunca lo hubiese visto venir de Anais.

-Eres un algodón de ternura- Sonreí, quizá sí las cosas no hubiera sucedido de la forma en la que pasó, nos llevaríamos muy bien, no me guardaba rencor. Ella frunció el ceño.

-Yo no soy tierna que le pasa ¿quieres tener problemas?- Los dos nos miramos y después soltamos una carcajada- Hablemos afuera, voy a bajar, esperame en el patio- asentí y salí saltado por la ventana. La espere unos cuantos minutos y luego salió y se encontró conmigo. Antes de que pudiera reaccionar le di un abrazo, duro unos minutos. Sentí un gran cariño por parte de ella, llevabamos tanto tiempo en una guerra que ni si quiera iniciamos y no somos responsables de eso... Necesitabamos un abrazo sin motivo alguno. Solo porque si. Dos rivales que también eran hermanos de guerra allí reunidos en la sombra.

-Cristofer ¿qué fue eso?- Me preguntó, solté un suspiro.

-Anais, llevamos tanto tiempo luchando que ya no hay forma de superar al otro con el combate, lo único que nos queda son los abrazos de dos que han conocido lo indecible y aquí continúamos.

- Es cierto- Ella me sonrió- Te confieso que quisiera alejarme de todo el mundo, comenzar una vida de cero y olvidarme de mi poder o la magia y de todas esas cosas. Solo quiero ser una humana normal ¿tu crees que has sido liberado de todo esto Cristofer? ¿Haz obtenido tú liberal?- Preguntó mientras miraba a la nada.

-No, Anais, que mejora mis condiciones, si. Pero no más. Hay algo que debo informarte. Soy la única persona de la que no puedes ocultarte, he aprendido guardar energía de quienes amo para saber donde están. Solo si estas muerta o en otra dimensión no podría detectarte, pero no te buscaré para juzgarte, ni nada de esas cosas como lo hacen los demás. Será solo para visitarte y si necesitas algo de mi. Conmigo puedes comunicarte en tus sueños, en el viento e incluso el agua, puedes mandar mensajes con las aves.

-Gracias lo tendré en cuenta- Recordé que llevaba una bolsa de tela donde guardaba una de mis dos hojas ocultas. Entregue una de las hojas a ella.

-¿Esto que es Cristofer?

-Así comenzará mi relato sobre la manzana del pecado, y este artefacto que es muy importante que lo tengas, así no te matarán- Ella frunció el ceño- Estaba bromeando, toma mis manos, será más fácil entrar a mis recuerdos- Ella asintió, tomó mi muñeca, sus ojos se pusieron en blanco y entramos al mundo onirico- Bueno pon mucho cuidado pues nos incumbe a ti, a mi hija y a tu hermana Tessandra- Ella quedó en silencio poniendo cuidado- Sofía me contó un poco, pero yo investigué a fondo e incluso fui al lugar de su origen y allí encontré respuestas, enigmas y más preocupaciones. Allí el tiempo parece detenerse dentro del castillo de Masyaf, después de miles de años, sin habitantes, ni nadie que haga mantenimiento a su estructura sigue como si estuviese nuevos. Era de noche que es el tiempo en el que me pudo mover con libertad, aparentemente no hay vida, pero si energía de quienes la tuvieron, al pasar por sus pasillos vi a sus guardianes, espíritus errantes, que se quedaron allí protegiendo el mayor de los secretos. Por donde caminaba veía escudos, armaduras, espadas, rifles, trajes y esqueletos de personas anterior que parecen haber sido asesinados por estos guardianes que más que fantasmas están cubiertos por una extraña energía.  Llegue un hermoso jardín en la antesala del castillo y aun no sufría ningún ataque. Es más, los guardianes se hacían paso como dándome la bienvenida. Era fascinante esa sensación, pues no me sentía ningún rey, pero si parte de algo gigante. De pronto, como si faltará la realidad vi un hombre de traje blanco con capota que caminaba detras de mí, otro a mi lado derecho y otro a la izquierda. De frente encontré una circulo en el que estaban sentado otro más con un traje blanco y en la mitad un sello rojo. Era el que tenía un atuendo más distinguido de los demás, creería que era el líder. Los otros tres se sentaron cerca de él. Cada uno tenía también una vestimenta distintiva. El segundo que se sentó al lado del que parecía el líder vestía muy similar a mí solo que él no usaba mascará, como yo suelo hacer en mis misiones, el tercero era aborigen con su traje azabache y el último con su traje azul, con una capa de pirata. Recuerdo su voz, y como se dirigía a mí,

Encuentros #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora