Prólogo

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Todo era hermosos, realmente hermoso, habían árboles, flores y muchos olores llegaban a mis fosas nasales, la luz solar iluminaba todo y el césped se sentía como si caminará sobre almohadas de algodón. Sentía felicidad, tranquilidad, una tranquilidad que no la quería cambiar, me sentía plena, segura, me sentía en casa. En éste lugar había paz, un paz que no había experimentado por muchos días y noches, viva no estaba pero muerta tampoco, tal vez me encontraba cruzando esa delgada línea hacia la muerte y está era la entrada al infierno, tal vez así lucifer engañaba a sus visitantes haciéndoles creer que estaban en el cielo. Lo único de lo que podía en éste momento estar segura es que me encontraba en un bosque y que podía escuchar los pájaros cantar, desee tener un cuaderno y un lápiz en ese momento, así dibujaría tal majestuosidad y la guardaría para siempre en mis recuerdos, tomé una gran bocanada de aire, aspirando el olor s un perfume, olía a rosas a frutos rojos, era un aroma artificial proveniente de algún lado en especial. A lo lejos vi la silueta femenina de una mujer, camine algunos centímetros, pero la mujer seguía avanzando por entre la grande he imponente boscosidad del lugar, sentí la necesidad de seguirla de saber quien era, tal vez también era una pobre alma apunto de morir. Ella siguió caminando hasta salir de los arbustos y árboles, encontrándonos con una playa de arenas limpias y una agua tan cristalina que desee saltar allí y quedarme sin importar qué. Sin embargo, la mujer seguía integrándome, ella sabía que la seguía me había visto, pero yo aún no podía verle el rostro. Se detuvo, giro en su eje para encararme y me sonrió, una sonrisa llena de luz, llena de amor.

-¡Mamá!- exclame, algunas lágrimas se deslizaron sin querer, mientras corría para darle un abrazo, sus brazos me recibieron mientras escondí mí rostro en su pecho, me sentía la mujer más feliz del mundo- Madre, estás aquí- susurré mientras me abrazaba más a ella, la miré y sus ojos oscuros llenos de dulzura se iluminaron, su cabello caía en ondas por su espalda y más abajo del pecho, su pie inmaculada era suave, era ella, mi madre.

-Hija- apenas pronunció palabra me puse a llorar, por fin podía abrazarla de nuevo, de escucharla otra vez, por fin estaba con ella- No llores mi niña, por favor, me parte el alma verte llorar y lo sabes- me tomo de la barbilla y me hizo mirarla, mientras sobaba mi mejilla con sus nudillos- Me siento tan orgullosa de ti, de la mujer en la que te haz convertido. Sin duda alguna, tú padre hizo un muy buen trabajo al terminar de criarte- me dio un beso en la frente- pero no tenemos mucho tiempo- fruncí el ceño.

-Mamá, ahora tenemos todo el tiempo que sea, estoy muerta- le dije, ella negó.

-No, mi pequeña, aún no es hora.

-Pero... Mamá, yo no quiero volver, aquí soy feliz, quiero estar contigo, no puedes obligarme a ir, dejame quedar- suplique y volvió a negar.

- Los ángeles te quieren en la tierra, dicen que no es hora de que mueras. Escuchame, Isis, hay un mal y quiere llegar a la tierra, hay un mal del que los cazadores no se pueden proteger, tú eres la mano izquierda de Dios, la última descendiente de la familia Braus. Debes volver, debes ir- fui yo quien negó está vez, me aferre a ella abrazándola.

-No quiero que me dejes de nuevo- Sollose, llorando- No quiero que me dejes sola, no quiero que me abandones.

-Jamás te abandoné, nunca te deje sola. Anais, me amaste tanto que no deje asuntos pendientes en la tierra, yo te amo tanto que aún después de muerta yo seguí estando contigo en los momentos más difíciles, abandonas a alguien de forma física pero no espiritual. Isis, debes volver. Los ángeles confían en ti y cuando sea hora volverás.

-Mamá- la miré a los ojos tratando de grabarme en la memoría todo de ella- ¿existe el cielo? ¿eres feliz?- pregunté.

-Soy muy feliz, ahora debes hacerlo tú. Ana, fuiste lo mejor que me pudo pasar, no hubo nadie a quien yo amará tanto como tú y si reencarnó en otra vida, le pediría a los ángeles que fueras mi hija de nuevo- Sonreí- hora de irse, te amo mi niña- todo empezó a nublarse y luego oscuridad.

Encuentros #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora