Capítulo 47 Batalla

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-Falta poco- Le dije a Deneb, él venía apoyado en mí y mi herida no paraba de sangrar, pasamos la cascada y llegamos a la cueva, estaba tal y como lo recordaba, lo recosté en la pared y yo hice lo mismo. Corte un trozo de mi blusa y me hice una venda improvisada para detener el sangrado, solté un sollozó.

-No deberías estar aquí, Anais- Habló él- ¿Cómo estás?- Preguntó, un gemido salió como respuesta- ¿Cuál era el plan?.

-Hacer una invasión, abrir los portales y tumbar las salvaguardas de seguridad. Pero no hemos podido hacerlo- Contesté.

-No podemos abrir los portales, saldrán los demonios al mundo humano.

-¿Qué?.

-Ese es su plan, abrir los portales para que los demonios salgan, en ese caso deben reforzar la seguridad para que no pueda hacerlo- Me quedé pensando- Debemos cerrar el portal dimensional.

-Debo irme- Agregué- Quédate aquí Deneb.

-No, no puedes irte.

-Debo detenerla.

-No sin antes ir al observatorio- Fruncí el ceño y lo miré sin entenderlo muy bien.

-Al observatorio solo pueden ir los caminantes de sueños y yo ya no lo soy- Le recordé. Él rio brevemente.

-Eres la única que piensa eso, Anais- Seguía sin entenderle- Los dones no se dan, no puedes dejar de ser una caminante de sueños.

-Pero yo jamás pude volver al mundo onírico- Le expliqué.

-Tú misma te limitaste al creer que no podías- Respondió- Es hora de que vayamos al observatorio, sólo así sabremos que pasará y como lo evitaremos- En ese caso la maldición jamás se había roto.

-No podemos, no tenemos tiempo.

-En el mundo de los sueños no corre el tiempo, así que sin importar lo que nos demoremos al volver habrán pasado unos segundos, máximo minutos- Lo dude un segundo, tragué saliva y me senté al frente de él, nos tomamos de las manos, recitamos al unísono las palabras en griego y sentí como todo se iba paralizado, todo empezó a ir más lento y sentí el vértigo conocido cuando viajaba al mundo de los sueños. No se cuánto estuve así, abrí mis ojos y me encontraba sola sin Deneb, estaba en una especie de plataforma en las nubes, todo era de color azúl y no veía nada más que neblina que tapaba mi vista. A unos metros de distancia se encontraba un kiosko de color blanco hecho de mármol.

-¿Dónde estoy?- Pregunté a lo que a mí parecer a la nada, pero un hombre con aparecía extraña y vestido de una forma muy antigua apareció frente a mí.

-Acércate Anais- Habló, su voz era grave aunque no tan intimidante- Bienvenida al observatorio- Tenía un toque dulce, caminé por entre las nubes hasta llegar a él. Me guío hacia el pequeño kiosko y subiendo las escaleras nos encontramos un gran observatorio, literalmente tenía un gran telescopio- Has podido llegar aquí por qué eres lo suficientemente fuerte para pasar la planos astrales, adelante, mira por este pequeño orificio, encontrarás las respuestas que buscas, sabrás cómo vencerla.

...

Desperté sobresaltada, con ganas de vomitar y muy mareada. No sabía cuánto había estado en el mundo onírico pero para mí habían sido horas, me tomé el tiempo de respirar con más calma tratando de asimilar todo lo que había visto. Deneb llegó poco después y con mis mismo síntomas, me apoye contra la pared y estuve unos segundos apoyada en mis rodillas. Necesitaba salir de aquí, necesitaba volver al campo de batalla, abrir los portales y acabar con todo esto. Le pedí a Deneb que se quedará escondido aquí mientras volvía, él no podía morir, al principio se negó, pero a tanta insistencia accedió. Salí de la cueva crucé la cascada y corrí por el sendero, lo hice los más rápido que pude. Llegué de nuevo al edificio del cónclave, subí los escalones rápidamente, llegué al tercer piso y regrese al centro de comando, desde allí y de forma más calmada tumbe las salvaguardas de seguridad y abrí de nuevo los portales de Transportación. Observé por la ventana como los demonios que flotaban en el aire trataron de salir, pero en ese momento entraban un sinfín de cazadores de demonios con armas y con ellas los derribaba, Hombres Lobo, Vampiros y Assassin's. Era ver una batalla campal en la que los cazadores sabíamos que debíamos salir triunfadores, todo el mundo humano y oculto estaba en manos de nosotros y de que pudiéramos detenerla. Ahora seguía lo más importante, cerrar el portal interdimensional que permitía el acceso a los demonios. Salí del salón y recorrí el pasillo. Debía haber un lugar que fuera el núcleo del portal, un sitio que no fuera visible pero si lo suficientemente cerca para que todos pudieran ver lo que sucedía. Baje las escaleras y cuando estaba a punto de salir sentí que me tomaban del cuello y me estampaban con violenta fuerza contra la pared. Era un guardián, o bueno, un traidor, me tomé un segundo ya que el impacto me había dejado completamente aturdida y fuera de mí misma. El hombre me dió un codazo que pude esquivar, tomé su brazo lo giré haciéndole una llave, tiro un puñetazo en mi rostro así que lo solté, me dió un patada lateral y perdí el equilibrio, mi primer impulso fue cubrirme el abdomen con mis antebrazos para detener cualquier patada que quisiera darme. En un movimiento que no pudo predecir lo hice caer con mi tobillo me le subí encima y empecé a darme puñetazos. Este hombre era un roble, por más golpes que le daba no logrará que por lo menos se inmutará. Me dió un rodillazo en el abdomen haciendo que me girará a un lado, él se subió encima de mí y empezó a darme contra el suelo. Traté de tomarlo de cabello, le di un codazo en la unión de brazo y el antebrazo con la esperanza de que me soltará pero no fue así. Me impulse lo mucho que pude, enrrede mis piernas en su cabeza y usando su peso encontrá lo tiré hacia un lado. Aproveche ese momento, tomé la pistola de la cartuchera y le di dos disparos que acabaron con su vida. Solté un sollozó y me toque el pecho, mi corazón palpitaba desenfrenado, sentía que se me iba a salir. Salí al campo de batalla y habían centenares de personas luchando con criaturas, se escuchan disparos, golpes, gritos de lamento, llantos. Es inevitable que en la guerra muera inocentes. Seguí el destelló de luz que daba vista ahí.

Caminé esquivando a las personas y zigzajeando los muertos. Encontré a mi hermana menor y sin pensarlo dos veces la arrastre conmigo, sabía o bueno... Suponía dónde estaría el núcleo que mantenía abierto el portal. Justo al borde de la cascada, arriba del risco dónde caían el agua. Un tiro, una flecha, un ojo de Alcón. Un tiro certero, limpió, que cayera directamente en el monitor para cerrarlo. Mi hermana era la indicada para hacer esto, ella jamás fallaría, era la mejor con el arco y la flecha. Corrimos colina arriba, las ramas de los grandes árboles de enrredaban en nuestro cabello y la humedad se hacía darnos más frío de lo normal. La lluvia empezaba a caer por a través de los árboles y esto dificultaba más la visión y la batalla. Estaba en lo cierto, ahí estaba la máquina, ambas asentimos. Empezamos a trepar por las rocas, lo hicimos con cuidado y pacientemente, la lluvia hacia que las rocas se volvieran más resbalosas y el agua de la cascada caía en picada encima de nuestro cuerpo y quemaba como dagas en nuestra piel. Al llegar a la punta mi hermana se deslizó y hubiera caído si no fuera porque la tomé del antebrazo y ambas quedamos suspendidas en el aire, mi respiración se hacía pesada. Tomé toda las fuerzas que tenía, la balance de un lado a otro y la tire al plan del risco, luego ella me ayudó a mí a subir. Ambas quedamos agotadas, con la respiración acelerada y yo con una horribles gana de vomitar, las manos me dolía y sentía que los pulmones me estallarían. Nos pusimos de pie, mi hermana alisto su flecha, apunto de destreza hacia la máquina y antes de poder disparar se escucharon tres disparos en el lugar, me quedé en mi lugar y me tomó un tiempo darme cuenta que no era a mí a quien me habían disparado. Mi hermana se tambaleó un poco y antes de cayera al suelo la sostuve por atrás y la acosté en el césped, de me quedé atónita, casi sin poder procesar lo que sucedía. De su boca salia sangre y en el pecho, abdomen y cuello tenía los agujeros de las balas. Fruncí el ceño, había muerto al instante, no, no, no. Ella no, acaricié su bello rostro de pocerlada, su piel blanca, sus labios algo pálidos por el frío y su sangre que manchaba mi cuerpo. Sus ojos estaban abiertos, aunque sin respirar. “Tessa” la llamé, pero no obtuve respuesta, levanté de mi vista y al frente a unos metros lejos de mí estaba ella de pie. Me levanté rápidamente, lo miré de frente con una rabia que carcomía mi existir. Lancé el látigo y lo puse en forma sólida y ambas chocamos acero con acero, le di una patada, ella me lanzó un puñetazo, cruzamos las armas, me hizo caer y cuando estuve en el suelo me dió una patada en el abdomen, haciendo que soltará un grito de dolor, la atrapé con mis piernas, la tire al suelo y ambas rodamos por el césped. Ella quedó encima de mí, me dió un puñetazo en el rostro, la tomé del cuello. Me giró para que mirara al final del risco, me tomó del rostro y me dejó ahí, mientras le sostenía por atrás con las manos sujetas.

-Mira, mira Anais- Habló- Los trajiste a una muerte segura, sus muertes y la de tus hermanos quedarán en tu consciencia para siempre- Mis lágrimas cayeron, en una de las esquinas ví a mi hermano en su forma animal y un demonio lo hirió, incluso desde aquí pude escuchar su aullido de dolor. Caí en cuenta de algo en ese momento. Un hombre lobo jamás pelea sólo, siempre está acompañado por su manada y mi hermana jamás fallaría en su objetivo. Miré todo a mi alrededor.

-Esto no es real- Susurré- No ha pasado- Entonces desperté y desperté en la cueva. Al frente de mí, despertó Deneb- Ya sé cómo detenerla- Le dije mientras me ponía de pie, Deneb me imitó- No podemos permitir que habrán los portales, debo vencer sola a Macristen, es la única manera.

-Yo te acompaño- Asentí, debíamos impedir todo lo que estaba a punto de suceder y hacer todo lo contrario a lo que ví en la visión- Anais- Me llamó, me giré y lo miré- Creó que necesitarás eso- Señaló el martillo de mi madre- Es hora de que podrás tu rol como la mano izquierda de Dios. Ten cuidado con lo que harás.

-Aquellos que hemos sido víctimas de una injusticia, sólo nos quedan dos opciones para sentirnos satisfechos, la venganza,  o el perdón absoluto y yo no pienso optar por la segunda.

-¿Ni aún sabiendo que eres la mano izquierda de Dios?- preguntó Deneb- Sabes que pueden matarte- se quedo mirándome mientras me penetraban con sus ojos azulados.

-Precisamente por que era la mano izquierda de Dios es que no puedo seder- conteste- Además, no pueden matar a alguien que ya esta muerto.
















Feliz año mis chicos, los amo con el corazón. Muchas gracias por el apoyo, la espera y la paciencia. Los adoro con todo el alma y deseo de todo corazón que este año esté lleno de prosperidad, amor y muchísima salud para sus familias.

Mucho amor y salud para aquellos que han perdido personas y seres amados. Los amo ❤️😍😍😍

Encuentros #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora