Capítulo 57 En Otra Vida

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Lo que pasó los siguientes días no lo recuerdo muy bien, así que perdón si mi memoria me falla o si el dolor que siento es tanto, que me impide poder decir algo coherente. Sentía el dolor de mis articulaciones congelarse, el hielo me taladraba la piel como cuchillos enterrados en todo mi cuerpo, aunque intentaba cada vez era mas difícil mantenerme despierta. Puedo recordar que cuando Renata despertó, rompió la ventana para salir y pedir ayuda, pero pasaron los minutos y horas y ella jamás llegó. Huimos esa noche de ese lugar, sin saber que me habían encontrado, sin saber que iban por mí. Según lo que me contaron todos, fue Megan quién me encontró, su don se desarrolló de manera inesperada y junto a Deneb empezó a intentar localizarme por semanas y cuando por fin lo hizo, ya era demasiado tarde. Cuando Derek y el equipo llegaron a la cabaña yo ya no estaba y Caín tampoco, aunque encontraron evidencias de todos sus experimentos he investigaciones. Al vincularme con mis hermanas, pudieron llegar a mí. Allí estaba yo, en medio del bosque, casi congelada, aunque casi inconsciente, lloraba sabiendo que los había perdido. Estaba a punto de desmayarme cuando vi el rostro de Derek corriendo hacía mí, en su espalda podía apreciar el amanecer que teñía la nieve de un blanco casi celestial y cuando creí que veía la luz al final del túnel, volví a la realidad. Me desmayé, me deje envolver por una paz casi indescriptible, ya no había nada, no había dolor, ni angustia y podía ver a mamá y a papá esperándome flotando en medio de las nubes, extendían sus brazos hacía mí y me invitaban a irme con ellos, "Esta bien, mi niña"  habló mi madre, su voz en mis oídos era como un coro de ángeles cantando. La veía más rejuvenecida, mas vibrante y feliz; "Tu dolor ha terminado al fin. Ya puedes venir con nosotros, ya puedes descansar"  me invitó mi padre y aunque quería hacerlo, había algo que me lo impedía. Extendí mis brazos para que ambos me cargasen como una niña pequeña que necesitaba consuelo. En ese momento recordé a mis hijos, no podía irme por que ellos me necesitaban y cuando volví a la realidad, me encontraba en una camilla de hospital, con un montón de cuerdas y aparatos que monitoreaban mis signos vitales, a mi lado estaban las cunas de los bebés y me alivie al saber que aún estaba con vida. Pero, de manera brusca la muerte pateó la puerta y entró al recinto con su semblante elegante y su velo negro, se acercó a mí y acarició mi rostro con sus huesudos dedos. Le supliqué que no me llevase, le pedí que por favor no se llevará mi vida ya que tenía a dos hijos recién nacidos que necesitarían de mis cuidados y amor. Recuerdo su risa bufona y su sonrisa perversa, se acercó y al oído me susurró: "Querida madre, no vengo por ti" abrí los ojos de manera abrupta, no podía respirar y me encontraba en un lugar casi desconocido. Realmente tenían las máquinas conectadas a mí cuerpo y allí estaba Derek, del otro lado de la habitación en el sillón reclinable dormido. Recuerdo haber mirado hacía todos lados buscando a los bebés y al no verlos entré en pánico. Derek despertó rápidamente y vino hasta mí. Los bebés murieron, solo pude tenerlos en mis brazos pocos minutos, fallecieron dos horas antes de que pudiesen encontrarnos. Creo que en ese momento llore cómo jamás en mi vida había llorando, no cuerdo haber emitido alguna palabra, solo fueron ruidos inaudibles entre sollozos y gritos. Recuerdo haberme vuelto loca y frenética al punto de que Garrye tuvo que cedarme. Ahora estaba sentada en la cama mirando a la nada. En la puerta sonaron tres golpes seguidos, no contesté, solo me quedé observando fijamente la madera.

-Anais- Su voz hizo eco en mis oídos. Derek entro a la habitación, se puso en cuclillas frente a mí y me miró- Sé que te duele, sé que en este momento no quieres salir de aquí. Pero... Debemos ponerle nombre a los féretros- Solté un sollozo y lo miré a los ojos.

-¿Cómo le querías poner al niño?- Le pregunté, aunque yo ya sabía su respuesta.

-Yo había estado pensando... Marco Alexander. Pero... Si no quieres podemos cambiárselo- Una lágrima salió de mi ojo izquierdo.

-La niña se iba a llamar Eris. Ella tenía tus ojos aunque físicamente se parecía a mí y Alec iba a tenerlos amarillos, cómo mi familia, pero era igual de guapo y apuesto que tú.

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⏰ Última actualización: Dec 13, 2023 ⏰

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