Capítulo 2 Rose

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Desperté sobresaltada, con la respiración agitada y uno más qué fuerte dolor de cabeza, hasta ese entonces, apenas le había dado cuenta que habían estado llorando en el sueño, mis ojos estaban hinchados. Me incorpore recostando mi espalda contra el respaldo de la cama y sentí de nuevo ese pinchazo en el abdomen, me quite la camisa de pijama y que sangraba de nuevo, me asustaba, no era normal que sangrara tanto o que mis heridas demorarán tanto de sanar, volví a ponerme la blusa. Miré el reloj digital y marcaban las 12:53 de la madrugada. Me levanté y salí de la habitación, me sentía más que sola y no quería estar allí adentro encerrada, tenía un mal sabor en la boca por el sueño y unas ganas horribles de llorar. Bajé las escaleras de cristal, quería ir a la cocina por algo de agua, todo era silencio, no se escuchaba más que los grillos afuera, la única luz era la que se filtraba por las ventanales, la casa era tan grande que fácilmente podría perderme aquí. Escuché un puerta cerrarse de un momento a otro y eso me hizo sobresaltar, se acercaban pasos por el pasillo corredizo, me detuve de forma abrupta, mientras escuchaba mi respiración acelerada, venía en mí dirección y cuando la sombra a unos metros de mí casi llegando se detuvo y me miró. Solté el aire retenido en los pulmones. Rose me había dado el susto de mi vida, ella traía una velita encendida para iluminar su camino y un vestido de pijama largo hasta sus tobillos, de color blanco, parecía un alma el pena de ese modo. Ella frunció el ceño y me miró curiosa, sin decir nada.

-Rose- hablé nerviosa- Hola- me aclare la garganta- Acabas de darme el susto de mi vida- ella sonrió.

-Lo note, está realmente pálida, señorita Ana- habló ella, se veía realmente aterradora con esa vela- ¿Desea algo?- preguntó.

-Si, iba por un poco de agua, tengo la garganta reseca- ella asintió.

-Iré a traerselo, el señor Cranwell está en su despacho terminando de revisar algunos papeles- contesto- Sí quiere vaya a verlo.

-¿Tan tarde?- pregunté. Ella asintió.

Terminé de bajar los escalones, mientras ella desaparecía por la puerta que guiaba a la cocina. Tuve que hacer fuerza, mientras hacía presión en la herida, en serio me dolía mucho, la casa era realmente grande y no la conocía muy bien, sí acaso conocía el camino del vestíbulo a mi habitación. Llegue a la puerta y toque con dos golpes, pero nadie contesto, gire el pomo y abrí suavemente asome mi cabeza y no había nadie, terminé de entrar definitivamente la única luz era la que daba un pequeño candelabro en el techo, había un escritorio de madera tallado a mano y una silla al frente de éste. De la parte izquierda se encontraba una estantería de libros que cubría toda la pared, en la parte derecha se encontraba una puerta, quizá era el baño y a mitad de la habitación un juego de sala con pequeños muebles y una mesa de centro. Este lugar era tres veces más grande que mi habitación, la mansión era muy grande como tétrica, la otra puerta se abrió eso hizo que saltará en mi lugar, me lleve una mano a mi pecho mientras intentaba regular mi respiración. Era Derek, trague saliva y por instinto desvíe mi mirada su torso expuesto, ya que traía una camisa pero estaba totalmente desabotonada. Arqueo un ceja, se veía tan sexy, sus ojos esmeralda relucían con intensidad con la poca luz que daba el candelabro, volví a tragar saliva, de repente la garganta se me volvió más reseca y respingona. Le sonreí tratando de ocultar el dolor de mi abdomen, de repente sentí la la blusa pegada a mi cuerpo, un mareo me invadió y si él no hubiera corrido con su velocidad vampírica quizá me hubiera dado un fuerte golpe contra el suelo, me tomo de los hombros y me sostuvo contra su cuerpo.

-Anais- me llamó- Tus heridas están sangrando- me tomo de las piernas he hizo que envolviera mis brazos en su cuello, me cargo hasta el mueble y me dejó allí, mientras me quitaba la blusa por encima de la cabeza- Te haré curación- salió hacia el que era el baño y volvió con un botiquín de primeros auxilios, la sangre se extendió por mi abdomen y dejaba caer algunas notas, solté un gemido y tuve que morderme la lengua- te lastimaste cuando dormías ¿Rose no te vendo?.

Encuentros #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora