Capítulo 27 Mi Madre Merilia Hartmut

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Dos meses después:

Estaba cayendo un horrible aguacero, el agua caía encima de mí sin piedad alguna, mojaba mi cuerpo y también la tierra en mis pies, la lápida frente a mí era gris y tenía su nombre escrito junto con un epitafio que decía, "guardo tu sonrisa en mis ojos, tu valentía en mis huesos y tu alegría en mi alma" me arrodille junto a ella y la toqué, era fría, completamente fría y sin vida alguna. A tres metros bajo tierra estaba la persona que más amé en el mundo, las lágrimas se deslizaron por mis mejillas mientras no salía de mi sorpresa y shock que me provocaba lo que había sucedido en los últimos días, todo había sucedido tan rápido, aún ni me lo creía. Estaba en estado de negación absoluta. Empecé sentir un miedo en mi interior, nunca me había sentido tan sola estando tan acompañada, nunca me he sentido tan desamparada en un lugar que era mi hogar. Sentí unos pasos detrás de mí, sabía quién era por que lo había visto de lejos hace unos minutos, unos segundos después la lluvia dejó de caer encima de mí. Él me había cubierto con un paraguas que traía.

-Lamento mucho no haber venido a su entierro- Me puse de pie y lo miré de reojo, me abracé a mi misma para cubrirme del frío.

-Yo tampoco vine- Contesté, me limpié las lágrimas- Gracias por venir de todos modos.

-¿Estás bien?- Me preguntó, no, me estaba muriendo por dentro.

-No, no lo estoy. Pero lo estaré.

-¿Qué harás, Ana?- Volvió a preguntar.

-La mataré, esto se tiene que acabar.

-Anais deberías tener mucho cuidado, recuerda lo que te dije hace unos meses, una vez que entras en la oscuridad ya no hay forma de salir de ella. Él no querría esto.

-Pero él no está, no está aquí y no lo estará nunca más- Me giré para empezar a irme, salí de nuevo a la lluvia y avance un metro, me detuve de nuevo y me giré para mirarlo encima de mí hombre- Estas equivocado, Daxon. La única manera de salir de la oscuridad es pasar a través de ella.

Actualidad.

Estaba caminando por el bosque, estaba tranquilo y sereno, todo era paz y una que me preocupaba grandemente. Estaba descalza y traía puesto un vestido blanco como si fuera de matrimonio, tenía un corcel puesto totalmente ceñido a mi figura haciéndome ver más delgada, una falda campana hasta más arriba de mis tobillos y una cinta color rojo rodeaba mi cintura. Estaba caminando, pero no sabía con exactitud hacía donde me dirigía, había un camino lleno de pétalos de rosas y al frente un capilla. Había enredaderas de flores por todos el lugar, mariposas y pájaros, era todo tan hermoso poco a poco me acerqué más a él. Derek me esperaba con una sonrisa en su rostro y al llegar cerca de él me tomó de la mano y allí estaba yo, mirándolo a los ojos. No veía el rostro de los invitados, pero el salón estaba lleno. Tenía el cabello suelto, así que él tomó un mechón rebelde y lo puso detrás de mí oreja. Había un sacerdote dando la ceremonia, pero por alguna extraña razón no escuchaba nada de lo que estaba hablando, era como si estuviera ensimismada en una burbuja entre Derek y yo. Sentía felicidad, uno que no podría llegar a describir con palabras y mientras el tiempo pasaba sentía que sólo quedábamos él y yo. El padre entonces dijo: "Quién desees oponerse a esta boda que hablé ahora, o calle para siempre" Y entonces, de la apareció Macristen y con una pistola me apunto a mí mientras una bala salía tras otra. Pum, pum, pum, pum. Me dieron justo en el abdomen y el pecho, algunos corrieron, otros gritaron y unos cuantos vinieron a mí. Alguien me tomó antes de cayera al suelo, la sangre me cubría el hermoso vestido y hacia un gran esfuerzo para respirara. Desperté, desperté agitada, me pase las manos por el cuerpo corroborando que había sido un sueño, que no estaba herida. Mi pecho estaba agitado, mi corazón sonaba desesperado, trague saliva, había sido todo tan real, tan jodidamente real y por poco me lo creí. Después de un momento me di cuenta de algo fuera de lugar, no era mi habitación, no era la casa de los Cranwell. Seguía dormida, me estremecí por completo, no quería ver mi muerte de nuevo. Al frente de la cama estaba ella, la mujer fantasmas, me sonrió y empezó a caminar fuera del cuarto. Rápidamente me puse de pie y empecé a perseguirla por la casa, salimos a un pasillo, giramos en la izquierda y llegamos a una puerta, ella entró allí y luego volvió a salir por otra puerta, todas las habitaciones estaban conectadas. Después de detuvo de forma abrupta en la barandilla de unas escaleras y miró hacia abajo, en el primer piso. La miré sin entender, ella solo hizo un gesto de silencio y me indico que vieses hacia el vestíbulo. Se escucharon pasos rápidos yendo hacia la puerta, una mujer estaba corriendo y al llegar a la salida forcejeó con el cerrojo, sin embargo, no logro abrirlo. Macristen salió de la nada y con una especie de telequinesis la tiró contra la pared y la dejo ahí. Era ella, era la mujer. La bruja tomó un cuchillo y se lo enterró en la clavícula y empezó a cortarla desde allí, siguiendo por el antebrazo y bajando al brazo. Sus gritos empezaron a sonar en todo el lugar, mientras ella la torturaba. Después, ya no vi nada, habíamos vuelto al bosque.

Encuentros #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora