30: ¡Pasado!

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En silencio un pequeño niño híbrido, con orejas de gato resaltando sobre su negro cabello y con una cola, de cabellos negros desordenados y ojos negros llenos de desconfianza, se movía por los pasillos de esa tal “escuela” que servía como método de tortura para los pobres y desamparados niños como él. Su uniforme estaba limpio, pero desordenado. La camisa mal abotonada, fuera de sus pantaloncillos cortos (que le llegaban hasta la rodillas), la corbata suelta y con el nudo mal hechos, sus cordones desatados y un parche en su mejilla, además de una curita con dibujitos de galletas en la nariz y siendo su chaqueta del uniforme lo único bien puesto en él.

— Puta madre, ya me perdí, debí de haberme hecho el muertado esta mañana.

Ese niño era Yoongi.

Él odiaba esa escuela, ya llevaba un semana allí y no lo soportaba. Quería darle unos arañazos a sus profesores con cara de estreñido y que olían a plantas y alcohol raro. También quería mearles los zapatos, pero ese ya era un asunto aparte y no se discutirá aquí.

Yoongi odiaba esa escuela y odiaba a las pobres bestias conocidas como niños que asistían allí. Eran tan apestosos y se comían los mocos como si fueran simios. Eran tontos.

Además, ¿Por qué tenía que asistir allí? No es como que necesitara aprender a leer o escribir, es más, ¿De qué le iba a servir leer? No es como que se fuera a morir por eso.

Yoongi se movió hasta entrar a un baño. Él habría sabido que era el baño de niñas si supiese leer.

— ¡Identificate, intruso!

Una niña de cabello castaño corto y sin flequillo, con orejas felinas que sobresalían de su cabeza y con unos bonitos ojos color marrón oscuro apuntaba a Yoongi con un escoba. La niña traía puesto un overol rosa amanecer nocturno, junto a una polera negra con un dibujo de gato.

Yoongi siseó mirando a la niña. ¿Por qué ella no usaba uniforme y él sí? La vida era tan injusta con él.

Yoongi hizo una mueca. Eran de la misma especie, pero ella era niña. Y no se acercaría a ella, todos sabían que las niñas tenían piojos y si eran híbridas entonces tenían pulgas también.

Yoongi podía lidiar con los piojos, las pulgas, sin embargo, eran otro tema, eran difíciles de quitar. Él lo sabía por experiencia.

— ¡Habla ya! ¿Quien eres? — chilló la niña.

Yoongi se metio el dedo a la nariz.— Sal de aquí, niña pulguienta.

La niña boqueó ofendida.— ¡Yo no soy pulguienta! ¡Soy Junnie y no tengo pulgas!

— Mira como me importa, pulguienta. — bufó Yoongi cruzándose de brazos.— Por cierto, ¿Qué haces en el saca demonios de niños?

— Es el saca demonios de niñas, baboso cara de oso. ¿Qué no sabes leer? — la niña lo miró como si fuese tonto.

Yoongi enrojeció avergonzado. Él no sabía leer, pero no le gustaba que se lo echasen en cara. 

— ¡Eres fea! — chilló.

— Tú seras muy bonito, ¿no? — soltó Junnie sarcásticamente.

— Obvio microbio. ¿Qué no me estas mirando? Soy la perfección misma. — soltó arrogante él niño híbrido.

La niña rodó los ojos. Ese niño que apestaba a plantas era taaaaan raro y estúpido.

— Mira, no te voy a insultar feo porque mi papi me dijo que no insultara a las personas con discapacidades mentales, ¿De acuerdo? — Yoongi asintió.— Pero, sin ofender, estas bien tonto.

 Lil meow meow |myg|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora