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Agust y Hoseok— a quien habían ido a buscar para que los ayudara—se encontraban aferrados a los asientos traseros, el cinturón de seguridad firmemente abrochado mientras miraban con terror al frente, donde un muy tranquilo Taehyung conducía tan rápido como el rayo mcqueen y de forma tan descuidada que casi atropellaba a lo que se le cruzaba en frente, incluso casi habían chocado con un camión.

Hoseok y Agust querían llorar.

Sunnie, por otra parte, sonreía relajada limando sus uñas mientras intercambiaba comentarios sobre tonterías con BiNa— quien había aparecido en el auto cinco minutos después de que Sunnie la llamó. Nadie sabe cuando, ni donde subió. La chica simplemente apareció allí, vistiendo como normalmente hacía y una extraña mancha roja en su ropa, y rostro. Cuando le preguntaron, ella dijo algo sobre su trabajo y que era difícil porque nunca se quedaban quietos cuando trataba de hacer sus asuntos.

Nadie quiso saber nada más después, excepto Sunnie, pero ella no quiso hablar de eso después. Por alguna razón, se había vuelto pálida y se había quedado mirando a la nada por quince minutos.

Por cierto, BiNa trabaja pintando murales. O eso dice.

En fin, ante la actitud tan calmada de Sunnie por la manera de conducir de Taehyung, Hoseok internamente creía que la chica estaba loca. Ya que incluso BiNa se había puesto el cinturón de seguridad, pero Sunnie quien estaba de copiloto, ni siquiera eso había hecho.

— Creo que... Me quiero bajar. — murmuró Agust, queriendo llorar.

— Aveces pienso que la vida no tiene sentido. — dijo Taehyung pisando el acelerador.

— Taehyung no digas tonterías. — Hoseok río nerviosamente.

— Es que la verdad, ya me vale madres todo. — dijo él chico con la mirada perdida.

— Ay, no. — BiNa y Agust se abrazaron, ambos rezando un padre nuestro.

Sunnie los miró extrañada, ¿Por qué estaban tan asustados? Comparado a como conducía ella normalmente, Taehyung iba lento y seguro.

Eran unos cobardes, ni siquiera aguantaban un poquito de velocidad.

— Deten el auto, Taehyung. — él chico suspiró antes de frenar bruscamente.

Sunnie se dio una madrazo en la cabeza contra el vidrio por no llevar cinturón de seguridad. Le salió sangre de la nariz.

Ya ven, niños, por eso siempre tienen aue ponerse el cinturón.

— ¡Ustedes nada aguantan, en serio! — se quejó Taehyung, mirándolos con un puchero.— ¡Ni siguiera iba rápido!

Hoseok no dijo nada, pero decidió, por el bien de todos, obligar a Taehyung a dejar que Sunnie conduciera. Pobre solecito, no sabe que ella es peor que los de la película rápidos y furiosos.

— ¿Qué le pasó a Sunnie? — él chico bobo miró a su primo curioso.

La chica lo miró con lágrimas en los ojos, un pequeño algodón dentro de uno de sus orificios nasales para detener la hemorragia.

— Me pegue en la nariz. — respondió la chica.

Taehyung la miró con pena, palmeando suavemente su espalda. Agust y BiNa seguían abrazados, temblando de miedo. Y Hoseok miraba todo como si no supiese que hacer.

Ya después de haberse recuperado, Sunnie alegremente tomó las llaves del auto y comenzó a conducir. Hoseok creyó haber escuchado a BiNa decir: “Dios, soy yo de nuevo.”, pero lo ignoró.

 Lil meow meow |myg|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora