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Yoongi no entendía que estaba pasando, de un momento otro, él y NamJoon estaban huyendo de YoonJi, y después, de alguna manera, habían terminando dentro de una camioneta donde unos traficantes le decían que los iban a vender porque eran bonitos.

Él estaba confundido.

— Espera, ¿Me repites de nuevo como demonios fue que nos atraparon? — Yoongi miró a NamJoon.

Él híbrido de gran danés sonrió con inocencia mientras comía el helado que los señores secuestradores le habían comprado para que se quedara tranquilo y nos los tratara de morder, ni tratara da saltar del furgón de nuevo.

— Estábamos corriendo, luego los señores secuestradores se detuvieron junto a nosotros, me regalaron un chicle y a ti te ofrecieron un cheeto todo tieso si te subías también al furgón. Y bueno, aquí estamos. — respondió.

— Ah. — respondió Yoongi, después miró a uno de los secuestradores.— ¿Si me vas dar mi cheeto o qué? Porque para que sepas, yo no me dejo secuestrar de a gratis.

Él hombre lo miró, y luego miró la bolsa de cheetos en sus manos. Miró a Yoongi de nuevo.

— No te voy a dar nada.

Yoongi frunció el ceño.— O me das mi cheeto o le digo a NamJoon que te parta esa cosa fea a la que llamas cara.

— No te voy a dar nada.

Yoongi se limitó a mirarlo como si fuese superior a él, chasqueo los dedos y el gruñido de NamJoon se comenzó a escuchar.

— Si me pongo a llorar este apestoso de aquí te va a partir tu madre, así que... ¿De verdad no me vas a dar mi cheeto? — preguntó.

Él secuestrador dudó.

Yoongi hizo un puchero, sus ojos llenándose de lágrimas. NamJoon gruñó más fuerte, enseñando sus dientes a modo de advertencia.

Él secuestrador tembló asustado mirando a la bestia que, hasta hace unos segundos, había estado comiendo tranquilamente su helado. NamJoon daba miedo.

— Que conste que te lo doy porque quiero y no porque tenga miedo. — dijo él secuestrador, Anastacio, entregándole la bolsa de cheetos a Yoongi.

Él híbrido sonrió.— Así me gusta, que me obedezcan como el futuro dictador mundial que soy. — dijo, antes de comenzar a comer los cheetos, mirando por la ventana de vehículo junto a NamJoon, que ahora tenía toda la boca manchada con helado de chocolate y movía la cola de un lado a otro, alegremente, mientras le hablaba a uno de los secuestradores sobre todos los cangrejitos que había visto en su bonita vida perruna, además de todos los zapatos que había escondido debajo del sofá.

De pronto, el furgón se detuvo y los secuestradores obligaron a NamJoon y Yoongi a bajarse, y meterse en una especie de casa abandonada, polvorienta y tenebrosa.

— Se parece a la casa donde las monjas del orfanato dijeron que nací. — dijo Yoongi, de pronto.— Si hasta tiene esa misma ventana rota y mancha de sangre de la que me hablaron.

Él secuestrador Anastacio, se preguntó internamente si debía comenzar a preocuparse por su vida. 

Al entrar, Yoongi vio algo horrible, algo terrible. Una cosa que lo hizo querer huir.

Allí, sentado en el piso leyendo un libro infantil mientras comía golosinas, estaba Jungkook. Ese híbrido de conejo hijo de SeokJin. Tenía puesto su uniforme de la escuela, su mochila amarillo patito estaba junto a él y en sus orejas de conejo tenía pegadas unas calcomanías de zanahorias.

Él niño movió su nariz rápidamente, miró a su alrededor buscando algo, cuando no lo encontró, se giró hacía uno de los secuestradores. Una expresión enfadada en su rostro.

— ¿Dónde está mi leche de banana? — preguntó.

Él secuestrador, Anastacio, tembló.— Y-yo...

Yoongi miró interesado la escena, él hombre parecía apunto de llorar.

— ¿Donde. Esta. Mi. Leche? — preguntó Jungkook, lentamente, ladeando la cabeza y mirando al hombre fijamente.

— No había, s-señor. — le respondió Anastacio, él secuestrador. 

Él niño lo miró con disgusto.— ¡Tengo siete años! ¡No soy un señor!

Yoongi se sentó en el piso, mirando todo con interés mientras comía sus cheetos vencidos.

Un grito se escuchó en alguna parte.

— ¡Quiero mi leche de banana! — exigió él pequeño conejo bravucón.— ¡Me prometiste una leche de banana si me subía a la camioneta! ¡Quiero mi leche!

Anastacio estaba al borde del llanto, desde que habían secuestrado al niño hace dos horas, este había comenzando a perdirles y exigirles cosas, lo había obligado a jugar con él usándolo de caballo y tirando fuertemente de su cabello si no corría, lo había usado como saco de boxeo y lo había llamado inútil solo porque no sabía hacer barquitos de papel, ¡Él niño incluso se puso a cantar alegremente una canción sobre como destruiría a sus enemigos uno por uno sin piedad, ni compasión! Anastacio estaba traumatizado. Tendría pesadillas durante toda su vida por eso. Él solo quería que todo acabara.

Ja, pobre iluso. Él no sabía que, desde que secuestro a Min Yoongi, ya no tendría un momento en paz. Ni siquiera podría respirar tranquilo porque él híbrido se las arreglaría para fastidiarle la existencia solo porque se encontraba aburrido.

F por el Anastacio. Se le vienen momentos difíciles.

Yoongi miró a Jungkook, una idea cruzando por su mente.

— Oye, mocoso. — lo llamó.

Jungkook lo miró sorprendido, ¿Desde cuando ese gato malvado estaba allí?

— ¿Qué quieres? — preguntó.

— ¿Dónde esta tú papá?

— Esta comiendo lo que hizo la mamá de Sunnie. — respondió Jungkook, haciendo caso a lo que le había dicho BiNa que tenía que decir cada vez que Yoongi le preguntara aquello.

La verdad, Jungkook no sabía porque tenía que decir eso, pero él era un niño obediente e iba a obedecer. Y de todos modos, su papá siempre estaba comiendo las cosas que hacía la mamá de Sunnie, el otro día por ejemplo, ambos se comieron un delicioso pastel de arándanos que había hecho la mujer. Jungkook nunca había probado algo tan rico antes. 

— ¿Qué? — preguntó Yoongi.

— ¿Qué? — respondió Jungkook con inocencia.

Otro grito de dolor se escuchó. Un silencio se formó en la cabaña.

Uhm, a todo esto, ¿Dónde esta NamJoon?

— Parece que te vas a quedar huérfano. — dijo Yoongi al pequeño híbrido de conejo, levantándose y sacando un celular de su bolsillo para llamar a Agust para que lo fuera a buscar.

Ese día iba a correr sangre.

Pero no sangre de verdad porque a Yoongi le daba asquito la sangre, pero de que iba a haber pelea, iba a haber.

 Lil meow meow |myg|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora