—No te pongas así, Durián, si ella no te valoró es porque no se dió cuenta del maravilloso hombre que eres. —dice, mirándome a los ojos —A penas tienes veinticuatro años, tienes una gran vida por delante, conocerás muchas chicas y vivirás decepciones, cómo ésta —me da unas palmadas en el hombro.
—¿Sabías que eres la mejor amiga del mundo? —ella ríe.
Batea su pelo —Obvio.
—¿Y sabías que hablas como una anciana de ochenta años? —bromeo.
—¿Y que esperas? Viví con mi abuela toda mi niñez, obviamente que se me pegaron sus consejos —dice a lo que río.
—¿Y sabías que a pesar de conocernos desde la infancia, no sé el porqué me dices Durián?
—¿En serio no sabes? —niego —Es el nombre de la fruta más apestosa del mundo —explica para luego echarse a reír.
—Oye, eres una grosera —río yo también.
—Debes cuidarte esa mano, "superhéroe" —habla luego de algunos minutos, señalando mi mano derecha, la cual está envuelta en una venda, la misma venda que me colocó Alison ayer.
—Yo no diría "superhéroe", diría más bien "oportuno" —respondo, recordando cómo se burló de mí cuando le dije que había "rescatado" a Alison.
Lo sé, mala elección de palabras.
—¿Noah? —llama el señor Peralta, entrando al balcón —Hay otro apartamento que me gustaría mostrarte —comenta él.
—Bien, vayamos.
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Nos bajamos del auto y mi mirada se dirige a el gran edificio de color blanco frente a nosotros, tengo que colocar una mano frente a mis ojos para no quedar ciego mientras veo lo alto que es. Tiene muchas ventanas y al menos unos veinte pisos, tal vez más. Alrededor hay mucha área verde, hay un pequeño parque en el cual hay niños y perros jugando.
—Entremos —el señor Peralta extiende la mano hacia el frente en dirección a la entrada del edificio.
Hacemos caso, encontrándonos que en el interior hay muchas puertas, o más bien puertas dobles, ya que tiene el protector de rejas blancas y la puerta de madera.
Mucha protección.
Nos acercamos al ascensor y el señor Peralta utiliza una especie de "censor" para que el ascensor funcione.
Si, mucha protección.
Miro los botones y mi sorpresa es mucha al ver el número veintidós en éstos. ¿Hay veintidós pisos? Esto es gigante.
—¿A qué piso vamos? —pregunto.
Él presiona el botón número dieciocho, respondiendo mi pregunta.
—Espero que no le tengas miedo a las alturas —bromea él.
Luego de algunos segundos, las puertas del ascensor se abren en nuestro piso y nos bajamos. Caminamos por un pequeño pasillo en el cual hay dos puertas, una frente a la otra, nos acercamos a la que está a nuestra izquierda y el señor Peralta la abre con unas llaves; primero el protector y luego la puerta de madera.
Entramos y lo primero que capta mi atención es la cocina, por dos cosas: la primera, es porque literalmente es lo primero que se ve al entrar. Y la segunda, porque es hermosísima. Las paredes están pintadas con un blanco impecable, la estufa de color gris está perfectamente empotrada. Hay una pequeña barra de cerámica de tonos grisáceos, y al lado de ésta está el refrigerador, el cual también es gris.
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Irresistible Tentación
Teen Fiction-Es lo mejor que me han regalado. Muchas gracias -digo, abrazándolo, mis ojos se habían llenado de lágrimas. Nos separamos y quedamos muy cerca. Él no pierde tiempo y me besa. De nuevo está sucediendo, esas cosquillas en el estómago están ahí, esa s...