13 "Es mi culpa"

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Odio los hospitales.

Lo cual es irónico ya que quiero ser Doctora.

En realidad, lo que odio es estar en la sala de espera, con mi ansiedad a todo lo que da, deseando que Trevor esté bien.

Han pasado algunas horas desde que lo habían ingresado, sus padres están aquí, la señora Lucía llora inconsolablemente y el señor Francisco la abraza. Nadie nos da información de cómo está Trevor, llamé a Claudia ya que necesito a alguien en quien aferrarme, y llegó no mucho después de que la llamé, apenas la ví, me largué a llorar.

Tengo muchos sentimientos encontrados.

Siento decepción, decepción de mí misma, de que había preferido ir con Noah mientras él solo quería hablar conmigo, quería solucionar las cosas y yo escogí a Noah.

Me siento culpable, si yo no lo hubiese ignorado en la academia, no habríamos acordado ir a vernos en la cafetería y nada de esto hubiera pasado.

Es mi culpa.

Es mi culpa que él esté aquí.

—Ali, tranquila —susurra Claudia, acariciando mi cabello, tratando de tranquilizarme.

—No puedo, me siento horrible, es mi culpa —digo en un hilo de voz, comenzando a llorar.

—No digas eso, claro que no es tu culpa —dice, negando con la cabeza repetidas veces.

Me toma de la mano y comenzamos a alejarnos un poco de los señores Lee.

—Si yo lo hubiera escuchado y no le hubiese dicho que nos viéramos en esa cafetería, nada de esto hubiese pasado —explico, mirándola fijamente.

—Escucha, cuando las cosas tienen que pasar, solo pasan, no importan las circunstancias, ni el motivo, ni quién tiene la culpa; —aparta un mechón de mi cara —así que deja de echarte la culpa.

—Familiares de Trevor Lee —habla un Doctor de unos treinta años, llamando nuestra atención. Nos acercamos a él rápidamente.

—Nosotros somos sus padres —dice la señora Lucia, tomándole la mano a su esposo.

—Me complace decirles que, milagrosamente, no salió tan herido, se golpeó contra el volante y tuvo una herida en la frente. Se partió la pierna derecha y tiene algunas cortadas por el vidrio roto. Deberá quedarse por al menos una semana aquí, veremos cómo avanza y si no sufrió ningún daño cerebral. —explica el Doctor —Pero, dadas las circunstancias, que era un camión de carga, no le fue tan mal.

Sus palabras me relajan, al menos la primera parte, no se había hecho mucho daño.

—¿Podemos verlo? —pregunta la señora Lucia. Yo me limpio las lágrimas de las mejillas.

En este momento, yo soy totalmente incapaz de emitir una palabra.

—Por supuesto, ya está despierto y está hablando, lo que es una muy buena señal y algo realmente sorprendente. —admite el Doctor —Por aquí, por favor —dice, comenzando a caminar hacia el pasillo a lo que los padres de Trevor no tardaron ni un segundo en seguirlo.

—Trevor es fuerte, él puede superarlo. Todo estará bien —asegura Claudia, tratando de tranquilizarme.

Luego de unos minutos, salieron los señores Lee. Vienen a paso lento, al mirarme, me dan una sonrisa triste.

—Quiere que vayas —informa el Señor Francisco.

Estoy sorprendida y nerviosa, lo que mis ojos bien abiertos y mi falta de aire confirman.

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