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—¿Su tarjeta, señorita? —pide el chico encargado del cajero en cuanto llego frente a él.

Se la doy e ingreso todos los datos necesarios para pagar el vestido que me estoy comprando.

—Gracias —digo, recibiendo la tarjeta y comenzando a salir del local.

—Hola, Alison. —me saluda Vanessa, parándose frente a mí, asustándome un poco por su repentina aparición —Wow, ¿estás bien? —pregunta, viendo mi moretón.

A veces olvido que aún lo tengo, aunque por suerte ya comienza a desaparecer lentamente.

La ojeo rápidamente; tiene un lindo vestido azul con florecitas amarillas, y su cabello está suelto. Se ve realmente adorable.

A diferencia de mí, que solo tengo un pantalón y la primera camisa que mi mano tocó antes de salir de casa.

Que asco tu look, chica.

—Hola, Vanessa. —saludo con una sonrisa —Si, emm, estoy bien, solo fue un pequeño insidente. ¿Cómo estás?

—Estoy bien, gracias.

—Y... ¿estabas comprando ropa? —digo en busca de algún tema de conversación.

—Mmmm, en realidad necesito hablar contigo, ¿puedes? —pregunta con cierta preocupación en su voz.

—Por supuesto, ¿pasa algo? —indago, frunciendo el ceño.

—¿Podemos ir a otro lugar más tranquilo? —asiento.

Nos encaminamos hacia la cafetería, la cual no queda tan lejos. Al llegar, me sorprendo un poco por lo lindo que es el lugar, ya que es la primera vez que estoy aquí, había abierto hace unos días. Tiene muchas mesas, de madera, al igual que las sillas, que, combinadas con las plantas que están repartidas por todo el local, le da un ambiente de relajación al lugar. La cafetería está casi llena, cosa que no me sorprende debido a lo linda y llamativa que es, así que nos sentamos en una de las últimas tres mesas que quedan libres.

—Buenas tardes, ¿qué desean ordenar? —dice el camarero, llegando a nuestra mesa.

—Un batido de chocolate y... —miro a la chica frente a mí para que haga su pedido.

—Un batido de fresa —pide, dándole una sonrisa al camarero. Este asiente y se va.

—Cuéntame, ¿qué me querías decir? —digo, yendo al grano.

—Emm, ¿pasó algo entre mi hermano y tú? —inquiere, frunciendo el ceño, jugueteando con su brazalete.

Me tenso inmediatamente después de su pregunta.

—¿Por qué la pregunta, linda? —digo un tanto nerviosa.

—Es que, estos días Noah se ha portado raro, no sé que le pasa, está todo el día encerrado en su habitación y ni siquiera quiere ver a papá, solo acepta que entre yo, aunque algunas veces me corre, dice que quiere estar solo —cuenta, mirando hacia otro lado, de vez en cuando dándome una pequeña mirada y luego concentrándose en su brazalete.

Los pondré en contexto: Habían pasado cuatro días desde que había "terminado" lo que sea que estuviese pasando con Noah, él no había ido a los ensayos, excusándose en que "se sentía mal" o "no tenía ánimos" o que "estaba ocupado" así que había dejado a cargo a Lenor, el cual —cómo se podrán imaginar— no nos da descanso alguno.

No sé nada de Noah desde aquel día.

Trevor aún no ha salido del hospital, por si se lo preguntan; aún está en observación, aunque ya está prácticamente perfecto, bueno, aún tiene el yeso, pero lo demás está bien.

Irresistible Tentación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora