50 "Lo jodí todo"

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Decir que me siento devastada es poco

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Decir que me siento devastada es poco. Me siento tan decepcionada de mí misma, de lo que hice, siempre me sentí horrible por eso, pero la culpabilidad y el dolor ha aumentado a niveles sobrenaturales desde esas hirientes palabras de Noah.

"—Alison, te perdono, eso no significa que seremos novios o algo por el estilo."

"—Yo solo no quiero tener resentimientos contigo, sin rencor. Por eso te perdoné."

Sus palabras se repiten una y otra vez en mi cabeza, como si de un disco rayado se tratase. Intento leer entre líneas, pero él fue muy claro y directo, no hay nada oculto entre sus palabras.

Noah me quería, yo lo quería, lo amo, pero jodí todo.

Otra lágrima recorre mi mejilla y cae en la almohada, la cual ya está totalmente empapada por mi llanto. Sheldon se sube a mi cama en la cual yo estoy acostada en pijama, y se acuesta junto a mí para comenzar a lamer mi cara.

—Shel, —lo acaricio —te amo —él mete su cabeza en el hueco de mi cuello y se queda dormido ahí. Le acaricio la cabeza suavemente hasta que el brazalete en mi muñeca llama mi atención.

El recuerdo del día en el que me lo dió es otro disparo a mi corazón. Recuerdos y más recuerdos de Noah y yo juntos pasan por mi cabeza como una película. La vez que "sobornamos" a esa señora para que nos diera helados, cuando horneamos cupcakes en su casa, el día que él me reconfortó cuando tuve ese accidente en el centro comercial, aquel día en Londres que paseamos por la ciudad luego de haber estado juntos por primera vez.

Enciendo mi celular y busco en mi galería ese vídeo que Nai grabó aquel día en la casa de Noah, y lo reproduzco, cosa que, como ya lo suponía, me parte aún más el corazón, si es que este se puede partir más. Las lágrimas salen como cascadas cuando veo como nos besamos, lo enamorados que nos vemos, lo contentos que nos vemos.

Éramos tan felices, la pasábamos tan bien juntos, pero ya no más, ya no viviré más experiencias con él, y ¿por qué? Pues porque no dejo de cagarla.

—¡Ali! —hablan en la puerta.

Yo no me quiero parar, no me quiero mover, no quiero hablar, y mucho menos visitas.

—¡Alison! —llaman por segunda vez, y es ahí cuando reconozco la voz de Lucas.

—No estoy —murmuro lo suficientemente alto como para que él escuche.

—Abre la puerta —ordena.

—Lucas, déjame en paz —exijo.

—Yo solo quiero asegurarme de que estés bien —habla suavemente.

—Si, estoy viva, ya te puedes ir.

—Dije que si estás bien, no que si estás viva, hay una gran diferencia en esas dos cosas.

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