-Es lo mejor que me han regalado. Muchas gracias -digo, abrazándolo, mis ojos se habían llenado de lágrimas.
Nos separamos y quedamos muy cerca. Él no pierde tiempo y me besa.
De nuevo está sucediendo, esas cosquillas en el estómago están ahí, esa s...
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La madre de la puta que me parió.
¿Luther nos vió?
¡Luther nos vió! Estoy casi 100% seguro de eso.
Está parado frente a nosotros y a juzgar por su cara de pocos amigos diría que no está muy feliz.
Su camisa manga larga negra se arruga cuando se cruza de brazos, ¿qué hace vestido tan elegante en un centro comercial?
La mirada de 'ví algo que no quería ver y será mejor que me esté equivocando' de Luther aleja de inmediato esa pregunta de mi cabeza y me clava una muy diferente:
¿Qué digo?
—¡Luther, amigo!, ¿Qué tal? —saludo, tratando de liberar la tensión.
—¿Qué hacían? —inquiere con el ceño fruncido.
—¿Comíamos? —mis palabras salen como una pregunta envés de una confirmación. Me encojo de hombros, restándole importancia.
—No, ustedes estaban muy cerca, a mi no me engañan —entrecierra los ojos, señalándonos.
—Oh, es que estábamos haciendo una guerra de miradas —digo sin antes pensar y cuando me doy cuenta de la excusa que había inventado, me sentí muy estúpido.
—¿Ustedes que hacen aquí? Y ¿juntos? —pregunta Ali para que Luther no siga hablando.
Al lado de Luther está Claudia, quien solo nos ve sin decir absolutamente nada. Su lindo vestido de pequeñas flores rosadas se tambalea de lado a lado por sus movimientos de nerviosismo.
¿Por qué está nerviosa?
—Estábamos... paseando —responde ella con simpleza.
