27 "Son unos calenturientos"

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Me dirijo a casa, solo escucho las canciones que pasan en la radio hasta que llego a mi destino

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Me dirijo a casa, solo escucho las canciones que pasan en la radio hasta que llego a mi destino. Estaciono el auto en el garaje y entro a la casa.

—Al fin llegas. —chilla mi hermana, tomándome del brazo —Vamos, necesito hacer ese trabajo —nos encaminamos a su habitación, pero en el transcurso me entra una llamada.

¿Si? —hablo al contestar la llamada, viendo que es de papá.

Hijo, en serio necesito que lo hagas, es solo un pequeño favor —pide, de nuevo.

Suspiro —Está bien, pero si Vane se enoja conmigo porque se retrasará su tarea, será tu culpa.

Gracias, hijo —dice y cuelga.

—¿Qué? —pregunta Vanessa cuando me volteo —¿Cómo que "mi tarea se retrasará"? —alza una ceja y se cruza de brazos.

—Papá me pidió que fuera al supermercado a comprar comida, él no puede porque está ocupado —respondo caminando hacia la puerta principal.

—¿Es en serio? ¿Solo te irás? ¿Y mi tarea qué? —habla a mis espaldas. Tomo las llaves y abro la puerta cuando estuve frente a ésta.

—Vane, vendré rápido, tranquila, esa tarea la haremos en un dos por tres, lo prometo.

—Más te vale, añoso.

—Sabes que odio que me llames así —me volteo para encararla desde lejos, ya que ella está en las escaleras.

—Bueno, la palabra te describe completamente —me saca la lengua cuando yo frunzo el ceño.

Dios, se porta como niña de cinco años.

Salí de la casa restándole importancia a esa pequeña "discusión" que había tenido con mi hermana. Me subo al auto y voy al supermercado. Estuve algunos minutos en el trayecto, deteniéndome en los semáforos y escuchando música, hasta que llego.

Escojo las cosas que necesito comprar y las voy metiendo en el carrito del supermercado. Me dirijo a el siguiente pasillo y me encuentro con una anciana tratando de alcanzar un paquete de pasta en la repisa más alta, sin éxito.

—¿Necesita ayuda? —pregunto y ella me mira.

Se ve adorable con su suéter tejido a mano y sus ojos azules intensos que me recuerdan a los de mi hermosa Alison.

—Oh, si, por favor pásame ese paquete de pasta. —pide. Alzo la mano y lo tomo sin problema, se lo entrego —Muchas gracias, hijo —soba mi brazo con una sonrisa encantadora.

—Es un placer, señora.

—Oh, no me llames así, me haces sentir vieja. —bromea, riendo, a lo que yo imito su acción —Me llamo Luisa —extiende su mano.

—Yo soy Noah, un gusto. —me presento, estrechando su mano —¿Necesita ayuda para algo más? —asiente.

—Si no es mucha molestia, ¿me podrías ayudar a llevar todo esto a mi casa? Es que mi nieta dijo que me ayudaría pero se retrasó, y yo no sé usar esos celulares, así que no la pude llamar. Solo sé usar el teléfono fijo de mi casa y no la puedo llamar desde aquí con eso —cuenta. Yo asiento con una sonrisa y comienzo a empujar mi carrito y ella el suyo para ir a la caja. Pagamos y salimos.

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