Game Over 🌙 || MIRIAM²

Cincuenta y siete;

Holita a todxs! Sé que he tardado un poquito más de lo normal en actualizar, pero espero que la espera haya valido la pena. Con Game Over me estoy acostumbrando a hacer capítulos de unas 7000 - 7500 palabras, y hasta que no me acerco a ese numero no me permito actualizar, así que por eso es 😂 

Que tengáis un finde genial y muchísimas gracias por leer, comentar y opinar sobre el fic 😊💌

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Ruth

—Mi hermano no te quita el ojo de encima —comentó Raoul, en un tono entre divertido y malicioso.

No quise ni mirar hacia la zona de la barbacoa. Le había visto entrar y, la verdad, ya lo había notado. Pero sus ojos no eran los únicos que tenía encima todo el rato: Ana y Patri también me habían estado observando bastante.

Que en algún momento habían hablado de mí, lo daba por hecho. No tenía un sexto sentido para aquellas cosas, pero es que Patri era tan obvia como yo misma. De todas formas, aquello no me preocupaba excesivamente: eran Ana y Patri... No podían estar diciendo nada malo de mí.

Cuando Mimi había decidido invitar a Álvaro la noche anterior, yo no había caído en que aquello iba a comportar el tenerle compartiendo espacio con Patri. La morena no sabía nada de él ni de cuál era nuestro rollo, porque yo nunca lo había mencionado en frente de ella. 

Tampoco me había parado a pensar en como habían quedado las cosas entre nosotros después de nuestra fiesta de cumple, pero estábamos en un claro stand by. No nos habíamos visto durante la Semana Santa, yo había empezado lo que fuera que tenía con Patri, y bueno... No había tenido tiempo ni para pensar en él, ni mucho menos para hablarle. 

Realmente, ¿se suponía que tenía que decirle algo? Porque no me imaginaba yendo hacia allí y soltándole un "Ey chaval, bueno, que lo nuestro ha terminado porque estoy enrollándome con mi hermanastra y creo que me estoy pillando tanto que prefiero dejar aquí lo que sea que tú y yo tengamos". 

Necesitaba hablar con Mimi. Ya. Pero ella estaba, precisamente, gestionando la parrilla junto al menda.

—¿Tú crees? —pregunté, haciéndome un poco la tonta; no porque quisiera engañar al chico, sino porque era una de las pocas veces en las que no sabía qué responder.

—Ya te digo —contestó, asintiendo. —Lo tienes enamoradito, enamoradito.

—Y un poco cabreado también —se rió Agoney. 

—¿Cabreado? 

—Chica, primero os besáis, luego folláis, de repente no le hablas en dos semanas, después os veis de casualidad en una fiesta y os liais... 

Me rasqué la cabeza, haciendo la misma mueca que haría si de repente rayara el coche de mi madre saliendo del garaje; lo cuál, sinceramente, tarde o temprano iba a pasar. De momento no habíamos empezado ni a estudiar para la autoescuela, a pesar de haberlo querido hacer inminentemente al cumplir los dieciocho. Supuse que después de nuestra fiesta habían pasado demasiadas cosas como para centrarnos en el carnet. 

—Creía que a él ya le parecía bien eso —me encogí de hombros, aunque hacía tiempo que sabía que no era del todo así.

Álvaro y yo congeniábamos muy bien, nos entendíamos siempre y nos reíamos mucho. Hubiera sido mi chico ideal, si no fuera porque siempre que se me acercaba yo tenía a otros, o mejor dicho: a otras, en la cabeza.

—¡Chicos! ¡Id acercando los platos! —ordenó Mimi a voces, desde el fondo del jardín.

Aquella orden, acompañada por un silbido de Roi y las palmadas fuertes de Álvaro, fue mi salvación. Nos íbamos a sentar y a mezclar todos, lo cuál también podía ser peligroso; pero por lo menos no tendría que seguir con aquella conversación, y con un poco de suerte tendría la oportunidad de coger a mi hermana por banda y preguntarle qué opinaba de toda la situación. La chica no era una experta en manejar situaciones amorosas precisamente, pero desde luego que ya tenía más experiencia que yo, después de todo.