Uno;

3.5K 221 119
                                    

Ruth

Hacía rato que el instituto había quedado vacío. De hecho, estaba prácticamente convencida de que los únicos estudiantes que seguíamos allí, éramos nosotros. Parecíamos tontos, sentados en el banco metálico que había al lado de secretaría, sin nada que hacer.

Ana y Roi estaban sentados conmigo, mientras que Ricky y Mimi estaban en el suelo con las piernas cruzadas, pegados a la pantalla del móvil de mi hermana y riéndose de vete a saber qué meme o qué tweet. La secretaria les había pedido que bajaran la voz un par de veces, pero hablar con ellos cuando entraban en bucle con sus tonterías, era cómo hablar con la mismísima pared.

—¿Qué coño le estará contando a mamá? —pregunté frunciendo el ceño. —Lleva por lo menos cuarenta y cinco minutos allí metida.

Mimi, mi hermana gemela, apartó la vista de su móvil y me miró dibujando una mueca.

Mirarla a ella era como mirarme al espejo. Nacimos idénticas, y a medida que crecíamos, nos esforzamos en mantenerlo así. Mismo corte de pelo, mismo estilo de vestir, mismos amigos, mismos gustos; aunque en esto último supongo que había tenido más que ver el destino que nosotras.

—Lo del suspenso en economía, fijo. O lo de aquél trabajo que copiamos enterito.

Me pareció una respuesta razonable.

—Ah, que pensáis que se está centrando solo en lo puramente académico —comentó Roi divertido, como si lo que acababa de decir Mimi fuese un disparate.

—Estas dos viven en su mundo —se rió Ricky. —¿Creéis que es más preocupante el suspenso en economía o un trabajito copiado, que hacer saltar las alarmas de incendios por estar fumando en el baño?

—O haceros pasar durante un mes y medio por una única persona con el profesor sustituto de lengua... —añadió Ana, con cara de circunstancias.

—Creo que lo peor fue lo de robar los exámenes de inglés —declaró Ricky, rascándose la cabeza.

De acuerdo, había unas cuantas razones posibles por las que nuestra madre podía llevar tanto rato hablando con la tutora. La mujer había llamado a casa hacía un par de días, citándola para hablarle sobre nosotras. La mirada que nos había dedicado nuestra madre al colgar el teléfono no presagiaba nada bueno. Igual que el largo rato que llevaba allí dentro.

—Bueno, peor para ti no fue, chico —respondió Mimi. —Que a diferencia de otras, no te pillaron con las manos en la masa.

—Si en el fondo sin nosotras, estarías repitiendo curso otra vez —dije con gracia.

—¿Por qué lo dices? —preguntó Ricky, mirándome con atención.

—Porque si todas estas tonterías que hacemos las tuvieses que llevar a cabo tú solo, seguro que siempre te saldrían mal.

—Pirqii si tidis istis tintiriis...

—Yo tengo una pregunta —interrumpió Roi. —Al ser dos, cuando vuestra madre os echa la bronca, ¿la reparte o es el doble de fuerte? Lo digo para que os vayáis preparando...

Mimi rodó los ojos y ya contesté yo por las dos antes de que ella le dejara un zasca de los suyos. El mío, por lo menos, iba a tener cierta gracia y no sería tan ofensivo como el que mi hermana sería capaz de soltar.

—¿Al ser dos, si te pegamos a la vez, el dolor se reparte o es el doble de fuerte?

Ana se rió como si no hubiese un mañana, pero eso tampoco era novedad, porque todo lo que hacíamos o decíamos le parecía gracioso. Llevaba siendo mi mejor amiga desde que entramos en el instituto, y de eso pronto haría seis años, ya que estábamos en el último curso. Tenía cara de niña buena, pero cuando quería, era peor que nosotras. 

Game Over 🌙 || MIRIAM²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora