Ruth
Dormí un poco, después de que Álvaro se fuera.
No lo eché, pero tampoco le invité a quedarse. Me gustaba, pero aquella noche habían pasado demasiadas cosas y tenía la cabeza en todas partes menos en él. Así que dormí de seis a once y me levanté, abandonado aquella cómoda cama. De verdad que los colchones de casa de Ana jugaban en otra liga...
La cabeza me retumbaba mientras bajaba por las escaleras en dirección a la cocina. Allí, Ana había prometido dejar una caja de Ibuprofenos, y la nevera estaba llena de botellas de agua. Subí las persianas de la cocina y bufé al ver el caos que reinaba en aquella habitación.
—Soy gilipollas... —mascullé en, inevitablemente, recordar lo que había pasado en aquél mismo sitio con Miriam, la noche anterior.
Me tomé la pastilla con el estómago vacío, siendo consciente de que no era lo más recomendable, y la acompañé de un lago trago de agua. Ya desayunaría luego, pero primero quería poner un poco de orden en aquella sala, tan caótica como mi cabeza.
Empecé tirando los cubatas medio vacíos, los papeles, las pieles de limón y los envases a la basura, y luego metí los vasitos de chupito y los utensilios usados al lavavajillas. Tapé la botella, de la cual ya casi no quedaba líquido, y la puse en una encimera. Esperaba que el padre de Ana tardase tiempo en darse cuenta de que tenía una botella casi vacía en su vitrina secreta.
Luego limpié la mesa, en la que había bastante sal, y luego repetí aquella acción en el fregadero, las encimeras... Ordené la cocina, poniéndolo todo en su sitio; y ya estaba barriendo cuando escuché pasos en el pasillo y al darme la vuelta, vi a Ana entrando en la cocina, vestida con unas mallas grises y una sudadera de alguna marca cara de las que solía usar ella, de color rosa.
—Buenos días —me saludó, con la voz rasgada y cara de quererse morir.
—Buenos días a quién los tenga... —respondí, mientras que ella se acercaba a mí y dejaba un beso en mi mejilla.
—Joder, Ruth... Si lo has limpiado todo ya... —comentó Ana, hablando como a ralentín, mientras observaba la cocina.
—Es que no se podía ni desayunar aquí —respondí, encogiéndome de hombros. —Solo me queda fregar el suelo.
—Para un poquito, que me sabe mal...
—Que no te lo sepa, que tenemos una planta entera para limpiar. No te faltará trabajo... —hablé con una media sonrisa.
Ana bufó y se sentó en una de las sillas que rodeaban la mesa pegada a la pared.
—Ruth, ayer se lió muchísimo...
—Bueno, cuando te cuente como la lié yo...
—No, si ya lo sé —Ana levantó las cejas.
La miré con curiosidad.
—¿Sabes lo de Miriam?
Ella asintió.
—Oye, en el segundo armario hay galletas. Dame el paquete y hazte café si quieres...
Obedecí a mi amiga mientras pensaba en las implicaciones que tenía que Ana supiera lo que había pasado. Si ella lo sabía, era porque Mimi se lo habría contado; no me imaginaba a Miriam confesándole nada a la morena, la verdad.
—¿Quieres café tu también?
—Sí, porfi...
Preparé nuestros cafés con leche y luego me senté enfrente de Ana, tomando un par de galletas y mojándolas poco a poco y sucesivamente en el líquido oscuro de mi taza.
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Game Over 🌙 || MIRIAM²
FanfictionLas gemelas Doblas han crecido compartiéndolo todo y siendo confundidas constantemente. Eso nunca ha supuesto un problema para ellas, sino que siempre le han sacado el máximo provecho y se han reído a costa de ello. ¿Pero, qué pasa cuando a través d...