Sesenta y nueve;

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Miriam

Miré a través de la ventanilla del coche mientras Mireya se despedía de su padre y este le recordaba la hora a la que nos recogería. Nerea, a mi lado, abría la puerta trasera y saltaba del vehículo con ímpetu.

Yo no sabía si era tarde o temprano para llegar a una fiesta. A la mayoría de eventos sociales a los que había acudido durante aquel curso, o había estado acompañada por Mimi, o bajo las instrucciones de Mimi. Obviamente las cosas eran distintas ahora.

Por consenso habíamos decidido aparecer alrededor de las doce y media; entre otras cosas, porque el padre de Mireya se negaba a llevarnos pasada esa hora. El hombre era el único dispuesto a hacernos el favor; de hecho, él lo prefería, pero teníamos que mantenernos dentro de sus horarios.

Mientras escrutaba el exterior de la casa a través del cristal tintado no quería pensarlo, pero era difícil... Y era difícil, entre otras cosas, porque la primera vez que había estado en aquel sitio, también había sido la primera vez que había tenido un acercamiento con Mimi más allá de lo "académico"; es decir, de nuestras tardes de estudio que habían empezado como un ratito incómodo pero necesario y habían acabado con risas y roces llenos de cariño.

También había sido la primera vez que me había besado con Ruth.

Engañada, claro estaba. Pero había sido mi primer beso con una Doblas, al fin y al cabo. Era hasta irónico pensarlo, porque si la misma situación se hubiese dado en la actualidad, las habría distinguido de lejos: me habría fijado en el perfume, en la mirada, en la forma de moverse, en los detalles... Sin embargo, por aquel entonces, mi desconocimiento de las gemelas y la euforia del momento me habían jugado una mala pasada. Tenía la extraña y absurda sensación de que se cerraba un círculo, aquella noche. Lo que había empezado ahí, también acababa ahí.

—¿Miriam? Estás empanada —se rio Nerea, haciéndome gestos para que me bajara del coche.

—Ay, perdón —me disculpé con una sonrisa, bajándome del vehículo después de darle las gracias al padre de Mireya y cerrando la puerta tras de mí.

Ya desde la calle se podía escuchar la música que se escapaba de aquella vivienda. Yo nunca podría hacer algo así. Ni de broma, vamos. Yo tenía vecinos, pared con pared, que necesitaban dormir sus horas para ir a trabajar por la mañana. Se me caería la cara de vergüenza si me los tuviera que encontrar al día siguiente por la calle. Obviamente, en el barrio de Raoul, las casas estaban lo suficientemente separadas, pero es que la música literalmente retumbaba por toda la calle.

—Pues aquí estamos —sentenció Mireya, mientras empezábamos a caminar hacia la casa.

La idea de asistir a la fiesta le había ido pareciendo más atractiva a medida que avanzaba la tarde. Me había invitado a pasarla con ella para probarnos vestidos y decidir qué nos íbamos a poner para la noche. Seguía viéndola algo resignada, pero montada en sus tacones, con su moño bien alto y el vestido rojo que llevaba puesto, parecía estar más convencida de estar allí.

Yo me había planchado el pelo; bueno, realmente había sido Mireya la encargada de aquella tarea. Lo llevaba completamente suelto, con unos pendientes largos que se dejaban entrever dependiendo de hacia adonde moviese mi pelo. La prenda que llevaba puesta era un vestido plateado, de tirante finito, que me había prestado Mireya y que, al parecer, se había comprado para la Nochevieja pasada, pero que no había llegado a ponerse. Los tacones, sin embargo, sí que eran míos. Eran una de las pocas prendas que tenía para salir de fiesta: un tacón negro, finito, alto pero básico. Más que suficiente; pegaba con el vestido y sabía como caminar en ellos.

En cuanto a Nerea, bueno, la verdad era que parecía otra: lucía un vestido ajustado de color negro y el pelo suelto, adornado por unos tirabuzones desenfadados. Pocas veces la había visto maquillada, pero estaba guapísima. Seguro que Ruth iba a soltarle algún comentario al respecto. No iba a dejar pasar aquello como si nada; le haría alguna bromita y Nerea se reiría quitándole importancia porque así era ella.

Game Over 🌙 || MIRIAM²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora