Once;

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Ruth

No estaba acostumbrada a no hablarme con Mimi.

Nuestras peleas o discusiones nunca habían sobrepasado las dos horas; y sin embargo, ya no eran horas, sino que se estaban convirtiendo en días.

Era una mañana de miércoles, y nunca me habría imaginado que tendría tantas ganas de que llegase la hora de entrar en el instituto. Por lo menos allí estaba rodeada de gente, y no me asfixiaban ni el silencio ni la tensión que compartía con mi hermana cuando estábamos en casa.

—Ruth —no quise darme la vuelta. —Ruth, escúchame, por favor —insistió la voz.

Me detuve solo porque había llegado a mi taquilla.

—Ricky, déjame empezar la puta mañana con buen pie, por favor —puse la combinación y la abrí, intercambiando un par de los libros que traía en la mochila.

—Tía relax, que solo quiero disculparme por lo que te dije ayer —se defendió el chico, cruzándose de brazos.

Reí de forma irónica antes de cerrar de golpe la puerta de la taquilla. 

De verdad, solo quería un poco de tranquilidad. El pique que había tenido con Mimi el día anterior, me había dejado un poco jodida. Y aún más, aquél silencio raro que había invadido la casa cuando se había encerrado en su cuarto con Miriam. ¿Qué coño habrían hecho? Es que no quería ni pensarlo. Si la leona había besado a Mimi con las mismas ganas que me besó a mí... En fin. Tenía que concentrarme. Y responderle a Ricky, también.

—Claro, porque de un día para otro, ya no tienes ganas de dejarme como a una payasa, ¿no?

—¡Ruth! —protestó el chico, ofendido. —Solo estaba defendiendo a Mimi, joder. Ella estaba jodida y...

"¿Y yo no?" quise gritarle en la cara. Pero no iba a reconocerlo. No si ella no lo hacía antes.

—Hummm —me hice la digna y seguí caminando por el pasillo.

—Anda Ruth... No seas mala... —habló Ricky, con una voz sugerente. —Va, Ruth... Hazle caso a tu amigo...

—Si sigues repitiendo mi nombre, lo vas a desgastar —contesté, aunque una sonrisita ya empezaba a asomarse en la comisura de mis labios.

—Venga Ruth... —siguió insistiendo el chico, usando un dedo para pincharme el costado. —¡Perdóname!

—¡Ricarda, cabrona! —eché a reír. —Que sí, hostias, que te perdono. Qué pesada eres...

—Esa es mi chica —sonrió mi amigo, interpreté que contento de verme algo más receptiva con él. De hecho, aprovechó para pasar un brazo por encima de mis hombros y caminar a mi lado. —¿Cómo estás?

—Estoy bien —dije, alzando la cabeza y poniéndome seria de golpe. —Estoy muy bien.

Ricky levantó una ceja pero no dijo nada.

—¿Tienes planeado hacer algo esta tarde?

—No —negué con la cabeza.

¿Qué iba a hacer? Si no me hablaba con mi hermana y tampoco tenía clase con Nerea.

—Tengo un plan, que es perfectísimo.

Le miré intrigada, mientras dábamos la esquina cambiando de pasillo, camino a nuestra clase. Los planes de Ricky, aunque eran perfectos en la teoría, no solían serlo en la práctica.

—Podríamos ir a tomar algo, todos juntos. Ya sabes, como el grupo que somos.

Solté una carcajada amarga.

Game Over 🌙 || MIRIAM²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora