Dos;

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Mimi

—¡Me niego! —grité, delante de mi madre, que se preparaba el bolso para salir.

—Tu opinión en esto es irrelevante, esperaba que lo tuvieras claro —respondió, mientras se colocaba unos mechones de pelo rubio detrás de la oreja. —¿Crees que me he pasado con las mechas esta vez? —preguntó en voz baja, mientras se miraba en el espejo de la entrada.

—No tienes quince años... —escuché la voz de Ruth, que pasó por nuestro lado para entrar hacia la cocina.

—Ni tú tampoco, pero a veces lo olvidas —le espetó mi madre, mirándola duramente a través del espejo. —Bueno, lo dicho, me voy que sino llegaré tarde.

—Mamá...

—Cállate ya eh, que eres muy pesada chica. Normal que me tenga que teñir... No paráis de darme disgustos, tendría la cabeza llena de canas.

Rodé los ojos. A veces era imposible discutir con ella. Se dio la vuelta y tuvo el valor de dejar un beso en mi frente y dar un par de golpes en el marco de la puerta de la cocina, para despedirse también de Ruth. Seguidamente sonrió y salió por la puerta, ya que había quedado con un tipo que había conocido hacía unas semanas, en el pub al que salía con sus amigas.

—Yo flipo —dije, después de que me cerrara la puerta delante de las narices.

—La que flipa es ella si se piensa que vamos a dejar que nos den el jodido refuerzo por separado —declaró Ruth, desde la cocina.

Entré en ella para verla sentada encima de una encimera, mordiendo una manzana roja distraídamente, mientras balanceaba sus piernas.

—O si se piensa que me lo va a dar Miriam, es que me niego vamos. Lo que le faltaba a su ego, darme clase...

—Lo fuerte es que haya accedido —opinó Ruth. —Nos puede ver tan poco como nosotras a ella.

—Es que yo creo que lo hace para agradarle más a Carol, te lo digo.

—¿Más aun? —se rió Ruth. —Si nosotras decimos del peloteo que se lleva Mireya, pero lo suyo con Carol tiene tela eh...

—Bueno, tú es que no me escuchas, pero te digo yo que a Miriam le mola la tía esa.

Ruth casi se atraganta con la manzana.

—¡Tía qué dices! ¡Me meo!

—¡Que sí! —respondí, divertida con su reacción.

—Pero si Miriam es heterísima, tía...

—Tú como eres bi tienes el radar atrofiado hija, fíate de mí que soy bollera de pura cepa... Además, que Ricky también lo piensa.

Ruth rodó los ojos.

—Ricky piensa todo lo que tú pienses.

Le saqué la lengua.

—Da igual lo que digas, lo tengo clarísimo, vamos.

—Pues intenta ligártela en tus clases particulares —se rió Ruth, devolviéndome la mueca.

—¡Más quisiera ella!

—A ver... Y más quisieras tú, tía, me negarás que está buenísima...

—Estarlo lo está, pero que paso, vamos. Tiene un carácter de mierda y es una aburrida. Además, me niego a que me de clases y...

—Tía, tía. Espera —dijo Ruth, abriendo mucho los ojos. —Hagamos algo.

Miré a mi hermana ladeando la cabeza. Las ideas de Ruth siempre eran algo sonadas, y por la sonrisa maliciosa que acababa de dibujarse en su cara, supe que aquella vez no sería menos.

Game Over 🌙 || MIRIAM²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora