Cincuenta y uno;

2K 160 67
                                    

Ana

Las puertas acristaladas del instituto, se elevaban enfrente de mí. Yo simplemente las miré, sin llegar a dar el paso que me separaba de entrar en el edificio.  Definitivamente, no era la misma persona que las había cruzado la última vez. Una semana, a veces, daba para mucho. Pero yo sabía que mi cambio no era solo debido a aquél tiempo, sino que había engranajes en mí, que llevaban rodando y rodando desde hacía muchísimo más.

—¡Ana! —me di la vuelta, y vi el rostro sonriente de Mireya.

—Ey —saludé, haciendo lo propio. —¡Mireya! ¿Qué tal?

La rubia, que llevaba una coleta alta y un polo azul clarito, me abrazó con fuerza y me dio dos besos. 

—Muy bien, ya volvemos a estar aquí. ¿Y tú? ¡Estás morenísima! Más de lo normal, vamos.

—Pues lo mismo digo, oye —sonreí. —Se nota que hemos estado de vacaciones. Que por cierto, tengo que agradecerte que hayamos estado hablando tanto estos días. Lo necesitaba.

Y es que durante aquellos días, Mireya había seguido siendo un gran apoyo para mí. Nos habíamos llamado un par de veces, y por WhatsApp, nuestra conversación no se había apagado en ningún momento. Además, me había hecho una cierta propuesta sobre su futuro, que entonaba bastante con mis planes y con los que mis padres también tenían para mí. Así que nuestro contacto y nuestra amistad solo habían hecho que ir a más, incluso con la distancia de por medio.

Era consciente que Mireya le había contado a Miriam el pequeño affair que Mimi y yo habíamos tenido, pero es que tuve claro que lo haría desde el momento en el que se lo conté todo: mi enamoramiento, mis decisiones alrededor de las Doblas... Y la verdad era que lo prefería. Era mejor que se supiera todo y no seguir ocultando cosas que luego nos estallarían a la cara. Porque sabía sobradamente que todavía había un pequeño campo de minas por explotar entre Mimi y Miriam, y no quería que esta fuera una más. No iba a tenerle en cuenta que le confesara a Miriam algo que era tan difícil de esconder a alguien que quieres, por eso también fuimos sinceras acerca de aquél tema y, aunque todavía no había visto ni a Mimi ni a Miriam, me sentía mucho más relajada que en otras ocasiones.

—A mí también me ha venido bien, ya lo sabes —coincidió ella, apartándose levemente para dejar pasar a un grupo de chicos que entraba en el instituto.  —Madre mía. Tengo que cambiar el chip ya, porque todavía estoy en un mood playero que flipas...

—Tú seguro que te habitúas rápido —comenté, teniendo en cuenta que estaba hablando con la primera o la segunda persona más aplicada de la clase. — Pero yo...

—Ya verás que irá genial. Hay que ponerse las pilas, eso sí; que este trimestre es cortísimo, con todo lo que conlleva la sele.

Yo asentí. Se nos venían encima temas tan serios como los exámenes finales, las clases preparatorias, la selectividad y la graduación. Las clases iban a terminar en menos de un mes. No es que fuera un trimestre, es que íbamos a dar tres semanas de clase y luego ya empezarían las preparatorias para la sele. No nos podíamos permitir el darle vueltas a nada, aquellos días, así que pensaba mantener mi vida totalmente libre de drama.

—¡Banana! —escuché detrás de mí.

Tanto Mireya como yo nos dimos la vuelta.

—Chicas —sonreí, en ver a las Doblas vestidas a juego, cosa que hacía bastante que no pasaba.

Dediqué unos segundos a observarlas a ambas equitativamente, a pesar de que mi corazón triplicó sus latidos mientras mis ojos entraban en contacto con los de Mimi.

Game Over 🌙 || MIRIAM²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora