Miriam
Y otra vez lunes.
El finde había sido un no parar. Tanto el viernes como el sábado, había hecho horas extra en el bar. Que no pasaba nada, para eso trabajaba al fin y al cabo; y Diego contaba conmigo cuando necesitaba refuerzos porque yo misma se lo había pedido.
El domingo, por suerte, solo hice un par de horas por la tarde, y como había poca gente, pude llegar a casa antes de las nueve. Pero entonces tuve que estudiar historia. Y aunque lo llevaba bien porque no era el primer día que me ponía a estudiar aquél temario, me costó bastante concentrarme.
En primer lugar, el catarro que se había manifestado el viernes, había ido a más durante los siguientes días. Tal y como mi abuela me había dicho, "son tres días de subida y tres de bajada". Pues en teoría ya tendría que estar en los días de bajada, pero no notaba mejoría alguna.
Y en segundo lugar, estaba Mimi.
El tema que más inquieta me tenía era el de la mentira que le solté el jueves, pidiéndole al Cabify que me dejara en un lugar dónde claramente no vivía, solo para que no se enterara de cual era mi verdadero barrio; y luego tener que caminar un buen rato a pie de vuelta a casa, lo cual habría sido, probablemente, el motivo por el que me había resfriado.
Si seguíamos conociéndonos, tarde o temprano tendría que enseñarle mi verdadera casa. Tendría que tocar temas dolorosos, como el de mis padres o el de mi situación económica. Y me daba muchísimo miedo. Las únicas personas del instituto que sabían del tema, eran Mireya y Carol; y quizás algo había hablado con Nerea. Pero siempre había mantenido mi vida personal al margen, y una vez Mimi lo supiera, todo su grupito de amigos se enteraría también. Y no me hacía ninguna gracia.
Pero es que luego también estaba su estridente forma de ser. El numerito del viernes en clase, no me había gustado nada. Realmente parecía estar esforzándose un poco más en los estudios —bueno, esforzándose a secas, porque no era algo que hubiese hecho nunca—, pero sus ansias de llamar la atención y aquél extraño pique con su hermana, a veces me echaban un poco para atrás.
Me preguntaba si realmente éramos compatibles. Porque por un lado, nunca me había sentido tan atraída por alguien, pero por el otro, parecía que las dos veníamos de planetas distintos.
—¡Miriam! —la voz de Mireya se hizo escuchar entre todo el barullo del concurrido pasillo del instituto minutos antes de que sonara el timbre.
Me giré y la vi, tan divina como siempre. Su pelo lucía unas ondas hechas a consciencia con las tenacillas, llevaba una camisa rosa, unos vaqueros ajustados, y unos botines que seguramente eran nuevos. Venía hacia mí a paso rápido, esquivando la multitud.
Yo diría que era la única persona que no venía en chándal el lunes por la mañana. Los demás nos lo poníamos con la excusa de que teníamos educación física a segunda hora, pero creo que la realidad era que estábamos demasiado cansados como para vestir algo que no fuese cómodo nivel pijama.
—Buenos días —saludé, mientras que intercambiábamos dos besos.
—¿Qué tal el finde? —preguntó Mireya, caminando a mi lado hacia la clase de historia.
—Mucho trabajo, tía... Y tengo un catarro que no se me va —le anuncié.
—¿Sigues así? Joder... Hoy tendrías que haberte quedado en casa.
—¿Y el examen? —pregunté, resaltando lo obvio. —No me lo puedo permitir, ¿sabes?
—Miriam, siendo tú, sabes perfectamente que Mabel te lo cambiaría. O sea fueran... Yo que sé, las Doblas, sonaría a excusa. Pero hablando con ella, te dejaría ir a casa para mejorarte.
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Game Over 🌙 || MIRIAM²
FanficLas gemelas Doblas han crecido compartiéndolo todo y siendo confundidas constantemente. Eso nunca ha supuesto un problema para ellas, sino que siempre le han sacado el máximo provecho y se han reído a costa de ello. ¿Pero, qué pasa cuando a través d...