Ana
Estaba realmente preocupada por Mimi.
Desde que aquellas dos se habían encerrado en la despensa, que no había dejado de beber. Y hubiera sido algo normal para ella en cualquier otra fiesta, en cualquier otra situación, pero los motivos que había detrás de esa, no me gustaban ni un pelo.
Mimi llevaba toda la noche intentando no beber para tener contentita y controlada a su querida Miriam, pero al final, nadie había podido evitar que acabara con Ruth en la despensa. Y yo me empezaba a preguntar de parte de quién estaba el azar.
—Oye Mimi, a lo mejor deberías frenar, ¿o qué? —sugerí dudosa, viendo como se rellenaba el segundo cubata en diez minutos, mientras que la gente a nuestro alrededor bailaba y hacía prácticamente lo mismo que la rubia.
Mimi miró a su alrededor, viendo que todo el mundo disfrutaba de la fiesta, y después puso sus ojos verdes e incrédulos en los míos.
—¿Perdona, Banana? —preguntó, dejando la botella encima de la mesa y colocando una mano en su propia cintura. —Me estás vacilando, supongo. ¿Hace media hora me estabas animando a que bebiera y ahora no quieres que lo haga?
—Yo solo te digo que no te pases, Mimi, que...
—No, Ana —espetó, finalmente. —Es mi fiesta y estoy hasta el coño de vigilar si bebéis como desesperados o no. A estas alturas ya debería de estar borrachísima, y no lo estoy. ¡Es que no puedo tener ni una puta fiesta en paz! —añadió con el ceño fruncido, tomando el cubata a medio cargar y dándose la vuelta para salir del salón.
Mi primer impulso fue seguirla, pero coincidió con el silbido de Ricky, anunciando que los diez minutos ya habían llegado a su fin. Miré hacia la puerta del salón, todavía temblando del portazo que le habría dado la rubia al salir como un resorte, pero no pude evitar detener mi marcha unos segundos para ver como Ricky abría la puerta de la despensa para que Ruth y Miriam salieran. Lo primero que vi fue la cara enrojecida de Miriam y el tarro que sujetaba Ruth entre sus manos. ¿Era... vómito?
Sí, sí que lo era a juzgar por como Ruth se excusó antes de meterse en la cocina, a deshacerse de él, seguramente. Sin embargo, algo me decía que no era suyo. Tenía que ser de Miriam, viendo el plan que llevaba. Ruth no había bebido tanto como la otra.
Entonces sí abandoné el salón y abrí la puerta del pasillo, intentando alcanzar a una Mimi que se me había escapado con prisas hacia el piso superior de la casa. O eso supuse, porque tampoco había muchos sitios a los que ir desde allí. Era o eso, o la calle, y no veía a Mimi con ganas de mojarse el outfit; así que subí por las escaleras intentando que mis tacones no me traicionaran.
—¡Mimi! ¿Dónde estás? —la llamé, plantándome en el inicio del largo pasillo del piso superior de la casa. —¡Vuelve a la fiesta, por favor! —le pedí en voz alta, caminando y abriendo todas las puertas a mi paso.
A la tercera, tuve suerte. Me encontré con una Mimi sentada encima de una cama individual, de las tres que ocupaban aquella habitación. Tenía las piernas cruzadas, el cubata apoyado encima de la mesita, y un piti en las manos.
Suspiré aliviada en cuanto la vi. No por nada; ya sabía que no se había podido ir muy lejos. Pero verla era siempre un alivio para mí. Incluso si estaba enfadada y con cara de pocos amigos, como en aquél momento.
—Mimi, cálmate, por favor —le pedí a mi amiga, entrando en el cuarto y tomando asiento a su lado.
Parecía que aquella noche me había tocado ser la psicóloga personal de las Doblas. Aunque bueno, prácticamente, ¿no era lo que llevaba siendo durante años?
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Game Over 🌙 || MIRIAM²
FanfictionLas gemelas Doblas han crecido compartiéndolo todo y siendo confundidas constantemente. Eso nunca ha supuesto un problema para ellas, sino que siempre le han sacado el máximo provecho y se han reído a costa de ello. ¿Pero, qué pasa cuando a través d...