Diez;

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Mimi

—¡Un seis y medio! —grité, alucinada. —Un puto seis y me dio, ¿me oyes?

Me levanté de la silla moviendo el papel, por lo que prácticamente toda la clase se giró para observarme. Ricky empezó a aplaudir con fuerza, haciendo que aquél sonido algo molesto retumbara por toda la clase. La potencia de los aplausos de Ricky era algo conocido por todos, conseguía un sonido estridente que opacaba a los demás y que sacaba de quicio a profesores y estudiantes por igual.

—Joder, macho... —escuché a Mireya refunfuñar.

—¡Miriam Doblas! —gritó Eva. —¡Si encima de llegar tarde me montas este jaleo, la próxima vez te prometo que no entras!

Yo me reí, y noté que Ana también lo hacía. De forma disimulada, claro; porque era evidente que, en esta pelea, había tomado el bando de Ruth, que al fin y al cabo, era su mejor amiga. Le sonreí y ella me devolvió la sonrisa, antes de apartar su mirada hacia el papel que tenía enfrente. 

Algunos chicos de la clase aplaudieron, haciendo jaleo mientras me sentaba de nuevo, sin creerme la nota que acababa de sacar. No miento si digo que era la más alta en lo que llevábamos de trimestre. De trimestre y de curso, de hecho.

Aproveché los segundos que Eva salió a por un par de exámenes que al parecer se había olvidado en su despacho, para levantarme nuevamente. Esta vez, caminando hacia la mesa de cierta chica de pelo rizado y ojos color miel.

—¡Tú, rubia! —la reclamé, poniéndome delante de su mesa y apoyándome en ella con ambas manos. Miriam levantó la vista e intentó reprimir una sonrisa. —¿Has escapado de Alcatraz o qué?

Miriam me miró confundida, hasta que con un gesto de cabeza, le indiqué que estaba hablando del jersey finito de rayas blancas y negras que llevaba puesto; muy al estilo ladrón de película. Ella chasqueó la lengua y cabeceó, y supe que sus esfuerzos por no echarse a reír no estaban siendo pocos.

—Muchas gracias, tutora, por esta nota que me has ayudado a sacar —le hablé con gracia.

—Gracias a ti por aplicarte —respondió Miriam, dedicándome una sonrisa de lado. —Es mérito tuyo.

Hice un gesto, restándole importancia.

—No sé si recordarás... —seguí hablando, agachándome a su lado. —Que hicimos una pequeña apuesta. —Miriam rodó los ojos. —No, no. En serio. He sacado más de un seis. Tienes que decirme en qué bar trabajas —silencio. —¿No? Pues qué decepción. Creía que Miriam Rodríguez era una chica de palabra...

—Está bien, está bien —me frenó, cruzándose de brazos. —Se llama Manhattan —habló con un hilo de voz, como sin querer que nadie más se enterase de lo que estábamos hablando.

Mis ojos se abrieron de par en par.

—Tiene nombre a club de striptease —musité, haciendo que Miriam se pusiera roja como un tomate.

—¡No es así! —protestó, alzando la voz más de lo que debería. Yo me eché a reír, tirando mi cabeza hacia atrás. —Mimi, ¡que no, joder! —insistió, golpeando su estuche sobre la mesa.

—Pero si no he dicho nada —seguí riéndome.

—¡Pero lo has pensado!

Y tuve que tragar saliva, ante la imagen de Miriam bailando en...

—¡Doblas! ¿Me voy cinco minutos y ya tienes que levantarte a dar la vueltecita? —casi que le agradecí a Eva que entrara e interrumpiera mis pensamientos. —¡A tu sitio ya!

Game Over 🌙 || MIRIAM²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora