Game Over 🌙 || MIRIAM²

Setenta y ocho;

Ruth

Hice un breve repaso de lo que me podía haber dejado por meter en la maleta mientras escuchaba a mi madre sacudir las llaves del coche en la puerta de casa. 

Qué más daba. 

Nunca había sido una persona organizada y si me dejaba algo lo podría comprar allí o pedírselo a papá. Me iba a un pueblo remoto, pero no al fin del mundo.

—Ruth, nena, no es por meterte prisa pero...

—Ya voy, ya voy —anuncié en voz alta, echándole un último vistazo a mi habitación antes de arrastrar la maleta y bajarla por las escaleras.

Al escuchar el estruendo, mi madre apareció en mi campo de visión con toda la intención de ayudarme.

—¿Pero qué llevas ahí? —preguntó, sorprendida por el peso de mi monstruosa maleta color verde lima neón. 

—Entre los libros de texto, la ropa, el maquillaje...

Mi madre se detuvo unos segundos y me observó con severidad.

—Ruth, cariño, eres consciente de que te vas a casa de tu padre, ¿no? —yo asentí, extrañada por su pregunta. —Te lo digo porque de no ser por los libros para estudiar, parecería que te has hecho la maleta para irte de vacaciones a Punta Cana.

—Llevo lo justo, mamá —la tranquilicé. 

En realidad llevaba más de lo justo, quizás porque entre una cosa y la otra, había tenido la cabeza en todos lados menos en esa maleta, con lo cuál había acabado metiendo de todo sin orden ni sentido. Quizás el vestido de lentejuelas no iba a usarlo, pero bueno, ahí estaba. Por si acaso.

Ya en el coche revisé mi teléfono.

Miriam

📲¿Cómo vas?

📲¿Todo listo?

Sí, ya en camino al aeropuerto 

📲Me encantaría ir a despedirte... Lo sabes, ¿no?

Lo sé

A mi también me encantaría verte

Pero no me gustaría que te saltaras clase por eso... 

No quiero darte más problemas ya

📲No sería ningún problema

📲Es solo que no tengo como justificarlo 

📲Y si por lo que sea apareciera Mimi por ahí...

Miriam, que ya está hablado, y ya nos despedimos en el instituto el otro día

📲Vale...

📲Creo que ya te echo de menos

—¿Con quién hablas?

—¿¡Eh!?

Mi madre se echó a reír ante el sobresalto que me había causado. Me miraba con una sonrisa traviesa en los labios y una ceja levantada, paradas como estábamos en un semáforo en rojo.