Setenta y siete;

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Mimi

Los horarios de Patri eran un poco raros. En su instituto tenían extraescolares bastante tochas, pero la verdad, era incapaz de aprenderme los horarios. Además, parecía que le habían permitido recuperar los exámenes a los que había faltado a principios de semana y aquello, obviamente, le estaba tomando su tiempo. Tanto ella como yo habíamos vuelto a las clases, pero yo ya estaba en su apartamento desde hacía horas, y ella seguía de por ahí.

—¿Y su padre? —preguntó Ricky, Coca-Cola en mano, sentado en el sofá como si fuera suyo.

Hice una mueca.

—Pues creo que se la suda que esté aquí. La única condición que le ha puesto a Patri para que yo me quede, es que vuelva a clases y haga sus exámenes. Y lo ha hecho, así que...

—Joder, qué movida —hizo Ricky, y pareció que pensaba en voz alta.

—Esto es lo menos movida de todo —respondí yo, estirando mis brazos desde la mesa que Patri y su padre usaban para comer.

—Pregúntaselo a tu madre, si eso es lo menos movida o no.

—Bueno, si mi tía se acostara con mi padre, seguro que no opinaría lo mismo.

—Mimi, por favor —hizo Ricky, incrédulo. —Te lo juro que a veces me dejas sin palabras.

—Eso sí que es nuevo —hice yo, fijándome en la pantalla de mi móvil.

—Deberías volver a casa. Ruth se va mañana...

—Sí, a las doce, ya lo sé, lo he escuchado por activa y por pasiva —respondí con un falso cansancio.

—Bueno... Solo te digo que tu madre ya ha aguantado bastante mierda.

—Volveré, ¿vale? Mañana. Pero es que Patri y yo nos hemos hecho muchísima compañía. Ella va de dura, es que es literalmente como yo... Pero lo de Ruth la ha dejado jodidísima. Y creo que el estar aquí con ella, le ha hecho bien. Y a mí también, ¿eh? No nos vamos a engañar.

Ricky asintió, pensativo.

—Bueno, mientras sepas lo que haces... —dijo Ricky, finalmente.

—Lo sé, no te preocupes —respondí, sonriendo un poco. —La narrativa que tienes montada de que nos liamos o algo, ya puedes ir borrándola.

—Oye, no he dicho eso, ¿eh?

—No, pero lo has pensado más de una vez. Patri es un pedazo de amiga... Es como tú en chica... Pero menos bocazas y más aseada.

Me moví a tiempo para que el cojín decorativo del sofá de Patri no se estampase contra mi cara y me eché a reír con ganas. Me levanté y caminé hacia el sofá, donde me dejé caer, al lado de mi amigo, después de haber devuelto el cojín a su sitio.

—¿Entiendes la filosofía? Es lo más, pero no me liaría con ella.

—Vale, vale. Mejor. Porque ya... Lo que nos faltaba.

Entre una cosa y la otra se nos había hecho tarde, así que Ricky no tardó mucho en anunciar que se tenía que ir. Necesitábamos una tarde para los dos, para ponernos bien al día, y ya la habíamos tenido.

—Anda, nos vemos mañana —se despidió mi amigo, levantándose del sofá.

—Pero pasa a por mí antes que hoy, ¿eh? Que nos comemos todo el tráfico...

—Que sí, que sí...

—Gracias, Ricky —dije sinceramente, y no lo decía solo por su labor como chófer, sino por estar conmigo y preocuparse tanto por mí.

Game Over 🌙 || MIRIAM²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora