Capítulo XXXII

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Lyla juntó los antebrazos frente a su rostro para defenderse de un derechazo desmedido de su madre, pero en lugar de amortiguar por completo el golpe, se hundió varios metros en el suelo húmedo del valle, perdiendo el equilibrio y cayendo sobre su...

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Lyla juntó los antebrazos frente a su rostro para defenderse de un derechazo desmedido de su madre, pero en lugar de amortiguar por completo el golpe, se hundió varios metros en el suelo húmedo del valle, perdiendo el equilibrio y cayendo sobre su espalda. Apretó los dientes y afirmó los músculos, traspasando varios metros de tierra antes de lograr detenerse.

Los ataques de Lena habían sido todos asombrosos e iracundos. Su hija estaba estupefacta con la muestra de poder que estaba evidenciando. Su fuerza competía contra la de ella. Era como enfrentarse con una kryptoniana... Incluso más desafiante, porque los poderes del Númex, tan familiares y ya de por sí difíciles de superar, habían crecido considerablemente. Resultaba imposible deducir el destino que había corrido en el transcurso de aquellos años, pero algo era evidente; estaba fuera de sí. No era Lena, al menos no de momento. Ni siquiera era seguro que hiciese uso propio de la razón. Analizándola, Lyla había descubierto que su conducta era puro impulso, y esos impulsos nacían de una conciencia primitiva en "modo supervivencia".

Hasta el momento, Lyla no había querido contraatacar. Se limitó a atravesar baños nucleares de energía, esquivar pedruscos del tamaño de un edificio y atajar los puños endurecidos de su oponente— que en cada ocasión se le lanzaba con más brío— tratando de no lastimarla en el proceso. De alguna forma, tenía que conseguir llegar a ella

Convocó un chorrete de lava para recubrirse la piel desnuda y solidificarla. Con esa armadura rudimentaria, fue rebotando de pico a pico, golpe tras golpe, hasta llegar al mar. Se hundió entre las olas tempestuosas que crecían a merced del Númex, violentas y monumentales.

No creyó que su irracional madre la siguiese hacia el umbroso y callado fondo, pero se equivocó. La vio penetrar la superficie como una bala, con las alas doradas plegadas hacia atrás y la piel y los ojos encendidos al rojo vivo. Sin darle tiempo de nada, utilizó la presión del agua para sofocarla. Lyla comenzó a sentir que la garganta se le cerraba; se estaba ahogando y no podía moverse.

-          ¡Déjate ya de tonterías! – Le gritó Notela desde los confines de su conciencia –. ¡Ponte seria y defiéndete!

La gema dorada tenía razón. Si no hacía algo, moriría miserablemente. Apretó los dientes cuando las manos de Lena rodearon su cuello, y la tomó por las muñecas en tanto sus ojos se encendían, cobrando su luz verde intensa. La energía de su poder comenzó a brotar a borbollones de su cuerpo, creando un caudal a su alrededor que creció y creció. Como queriendo responder, el poder de Lena también se liberó, y ambos confluyeron abriendo el mar en dos. Lyla volvió a ver el cielo, que era oscuro y tormentoso, y tomó una bocanada de aire, aliviada. Haciendo acopio de buena parte de su fuerza, retiró de su garganta los dedos que la estrangulaban. Aquello no gustó a su madre, que le rugió en la cara con demencia. Era un sonido sobrenatural, demoníaco. Lyla se guardó su sorpresa para sí e hizo estallar un pequeño pulso para alejarla. Apenas sus auras se separaron un poco, el mar volvió a cerrarse, por lo que tuvo que volar hacia arriba para no quedar nuevamente atrapada bajo el agua.

Nuevos comienzos-  II Parte (Supercorp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora