- ¿Y cómo será la nave? ¿A qué velocidad irá? ¿Cómo lucen los Guardianes? ¿Por qué nos citaron en lugar de hablarnos a través de Hal? ¿Y por qué lo hicieron?— Preguntó Lyla con entusiasmo, mucho más enérgica y vibrante que quienes la acompañaban. Ella, sus madres y Clark flotaban por encima de los campos de Smallville. El sol apenas asomaba por el horizonte, acicalando las praderas con una luz tenue y demasiado débil para poder mitigar el frescor. Habían tenido que despertarse verdaderamente temprano y con cierta urgencia. Aparentemente, Hal Jordan se había puesto en contacto con Lena para concretar una reunión entre Lyla y el consejo de Guardianes de la galaxia, pero aún no había existido ocasión de hacer suficientes preguntas al respecto. Y la joven, ante la perspectiva de su primer viaje al espacio, no escatimaba en arrojarlas a diestra y siniestra, sin esperar contestación de una antes de formular la otra. — ¿Tendrá que ver con la invasión? ¿Ellos sabrán lo que quieren los Derretobianos? ¿También tienen anillos de poder? ¿Es lindo su planeta o...?
- Toma aire, cariño— pidió Lena, frotándose los ojos para desprenderse del sueño. Con su cuerpo adolescente, habían venido unas ganas de dormir también algo adolescentes—. Todavía no sabemos nada.
- Tan solo que nos citaron aquí porque están preocupados por ti.
Hubo unos segundos de silencio que los adultos agradecieron.
- ¿Y creen que me dejen pilotear la nave?
Kara, Clark y Lena se volvieron hacia Lyla, que los contemplaba con expectación.
- Ellos, no sé, pero yo, seguro que no – dijo Lena, soltando un suspiro que cubrió de vapor caliente el aire frente a su rostro. Ella era la única capaz de sentir frío de los cuatro, pero podía regular su temperatura corporal por medio de sus poderes, así que, en ese momento, era como una estufa humana.— Chocaste la camioneta de tu tío el verano pasado jugando con Donna, y en campo abierto.
- ¡Fue tan solo un momento de distracción!
Kara le dio un par de palmaditas en la espalda.
- Una sola vez en la zona fantasma fue suficiente para mí, cielo. Dedícate mejor a la bicicleta.
Oyeron un zumbido, y una nave gigantesca se materializó delante de ellos. Era oscura y redonda como un escarabajo, con cientos de ventanas y luces en el armazón. Lyla sonrió, llena de admiración.
Se abrió una compuerta en la parte trasera, como invitándolos a pasar, y tras un intercambio de miradas, volaron hasta posarse en el interior.
En medio de una sala de grandes proporciones, repleta de circuitos y naves más pequeñas, los esperaba un linterna de piel anaranjada y cuatro ojos en lugar de dos, corpulento y sin cabello.
- Bienvenidos, Kryptonianos, Númex y Lyla Zor –El. En unos segundos estaremos en la órbita de Oa, y podrán acudir a su audiencia con el consejo.
Tal como el linterna declaró, tan pronto que resultó asombroso, la nave los trasladó al centro del universo, donde residían los Guardianes. Lyla se había pegado a una de las ventanillas para mirar, y quedó estupefacta cuando vio la rapidez con la que los campos de Smallville desaparecieron para dar paso a una noche cerrada de estrellas infinitas, pequeños asteroides y planetas, hasta cambiar una vez más y detenerse en una atmósfera distinta. Se encontró con edificios de formas muy extrañas y extravagantes, coches y aparatos voladores muy avanzados y cientos de miles de picos montañosos. En la zona en la cual descendieron, se elevaban una serie de extrañas estructuras, como mástiles, en cuyos extremos estaban sentados los aclamados Guardianes. Lyla, aún desde su posición a kilómetros de distancia (gracias a su súper visión, que traspasaba en muchos ámbitos a la de Kara), notó que se trataba de pequeños hombrecillos azules, de cabezas grandes, vestidos con túnicas rojas y blancas que tenían el sello de los linternas impreso en la zona del pecho.
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Nuevos comienzos- II Parte (Supercorp)
Fanfiction"- Debes tener cuidado con lo que decides. Ser un héroe es un trabajo de por vida, y puedes perderlo todo en el transcurso (...). - No tengo miedo. La sonrisa de su madre flaqueó. - No todo es sobre miedo y valentía. El peor de...