Capítulo XVI

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A grandes rasgos, Lyla no creía estar haciendo nada malo. Estela la conducía a través del inequiparable jardín de su casa hacia una cabaña junto al muelle y junto al lago. La estructura era un noventa porciento cristal, lo cual permitía una visión bastante clara de su interior, que estaba iluminado por focos blancos y amarillentos. Lyla pudo reconocer una barra, un jacuzzi climatizado y, al utilizar su visión kryptoniana, banquetas y piezas de mobiliario tan ostentosas como todo lo demás.

Sabía que sus madres estaban pendientes de ella y de su foco, pero en tanto la "ilusión de foco" que había implantado en el salón de fiesta con el uso de sus poderes siguiese en pie, no le traerían mayores problemas. Aunque, de cualquier forma, tampoco estaba cruzando ninguna línea impermisible. Tanto Kara como Lena (ésta última aún no estaba del todo claro) parecían haber entendido que no valía la pena negarle una amistad con Estela, como tampoco lo habría valido en el caso de Cleo. Si las cosas quedaban en eso, en amistad (y francamente, Lyla no esperaba ninguna otra cosa), no había necesidad de interceder. Y ahora mismo, la situación era más que inocente, claro, más allá de que no supiese cuál era exactamente esa situación.

-          ¿A dónde vamos? – preguntó. Le sorprendía la agilidad con la que Estela se movía encima de esos tacones tan altos.

-          ¿No es obvio? – Estela al fin soltó su mano, y Lyla se dio cuenta de que le habría gustado que no lo hiciera –. Allí – hizo un ademán hacia la cabaña.

-          ¿A hacer qué?

La castaña se detuvo un momento y la miró fijamente, como si no tuviese una respuesta. Pero luego de unos segundos, se recobró, se encogió de hombros e hizo un gesto de incertidumbre con los labios.

-          Charlar, supongo – sonrió–. Y bueno, hay una buena reserva de licor.

Lyla asintió y la siguió, pensando en el hecho poco entusiasta de que, para su organismo, el alcohol era semejante a un vaso de agua ordinario y aburrido.

Ingresaron a la cabaña y Estela encendió un par de luces más antes de guiar a su acompañante hacia la barra. Lyla se sentó en una banqueta, y la otra joven pasó al otro lado para desaparecer durante dos segundos y reaparecer con una botella y un par de vasos en mano.

-          ¿Te va el vodka? – preguntó.

-          Lo que sea – respondió Lyla encogiéndose de hombros.

Estela alzó una ceja y colocó los vasos sobre la barra, llenándolos hasta el tope. Se bajó el suyo de un shot y, tras contraer el rostro y sacudir la cabeza, dio la vuelta para sentarse.

-          Así que... Lyla – tosió –. Nunca dices mucho, pero eso puede cambiar esta noche. Anda, bebe.

Lyla, sin decir palabra, se bajó su vaso tal como había visto hacer a Estela, pero en su caso, sin hacer ningún gesto. Al notar que la otra joven la contemplaba impresionada, simuló un par de toses y se palmeó el pecho.

-          ¡Uf! Muy... Picante – mintió con torpeza.

Estela achicó los párpados. Parecía divertida.

-          Es vodka, cielo, no un Bloody Mary. Pero bueno, si no tienes el hábito de beber, entiendo que puedas pensar eso – cruzó una pierna por encima de la otra y la miró entornando los ojos, con la sonrisa de lado que solía caracterizarla –. Así que... Solas una vez más. ¿Qué secretos podré desvelar de la enigmática Lyla Danvers?

Lyla se rió.

-          ¿Enigmática? Me cuesta estar de acuerdo contigo. Soy un libro abierto. Me lo dejaste en claro la otra vez, ¿no te acuerdas?

Nuevos comienzos-  II Parte (Supercorp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora