IX

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Pasaron dos días enteros y una noche antes de que Lyla volviese a recuperar el sentido. Había despertado algunas veces sin llegar a discernir nada en lo absoluto, solo destellos de rostros pasajeros, luces y neblina.

Segundos antes de abrir los ojos, estuvo sumergida en el mar, en algún instante lejano de su infancia. Al volver al plano real, aún sentía el agua rozándole la piel con sus cientos de corrientes así como la sal en el paladar. En medio del azul profundo, había visto un destello lejano cobrando forma cada vez más precisa. Cuando el espectro casi estaba sobre ella, se transformó en un rostro que, al despertar, no consiguió recordar. 

Mareada, poseída por una sensación extraña, aletargada y hambrienta, trató de hallar la voz en el fondo de su garganta. Tosió un par de veces, se llevó una mano al rostro y parpadeó. 

- Ya era hora - dijo Musia, de pie a su lado. 

Lyla la miró achinando los ojos y se incorporó con lentitud. 

- ¿Qué sucedió? - preguntó, afónica. 

La alta mujer tomó algo de la mesilla junto a la cama donde se encontraba tendida y se lo enseñó. 

- Es una mutación de dos piedras mortales para ti, que sumándose entre sí, provocan que el componente mortífero se duplique al cuadrado. Casi te perdemos. Por suerte, tenemos algunos cirujanos atípicos entre nosotros.  

Lyla observó con recelo la esfera con pinchos encerrada en un recipiente de vidrio que sostenía Musia. Parecía cristal o diamante, de un color anaranjado veteado de luces amarillentas que relampagueaban y se extendían como agujas en su interior. 

- ¿Eso es lo que me sacaron? - preguntó, asombrada. 

- Sí - replicó la mujer -. Hubo que cortar mucho para conseguirlo, pero lograron extraer cualquier resto y te curaste de forma inmediata. Es una suerte que el envenenamiento no haya sido masivo ni demasiado acelerado. En cuanto a los estragos, los médicos no creen que vaya a quedarte ninguno, pero ya lo comprobaremos a ciencia cierta cuando te hagan otra revisión. 

Lyla se sentó en la cama y apretó los párpados. 

- No me siento del todo bien...

- Es lógico - contestó Musia -. Y probablemente el efecto no se te pase en unos días. Por eso es necesario esperar - la miraba como si quisiese indagar algo, y pronto Lyla descubrió qué era -. ¿De dónde eres realmente?

Lyla levantó sus ojos hacia ella. 

- De Eratris.

Nunca había revelado a Musia su verdadera identidad, pero con la aparición de aquella piedra y su efecto en ella, comprendía el origen de su repentino interés. 

- De ahí que la Erita sea tóxica para ti, pero aún queda una duda sustancial - Musia levantó el frasco donde estaba la piedra -. El otro cincuenta por ciento de la muestra pertenece a la kryptonita; proveniente del planeta kryptón, tóxica para los kryptonianos, de los que quedan únicamente tres: Kal-El, Kara Zor-El y Lyla Danvers. Respóndeme, ¿quiénes son tus padres? ¿Cuál es tu procedencia?

Lyla respiró hondo. 

- Creo que ya lo sabes. 

Musia asintió y se puso de pie. 

- Sin dudas tenías secretos muy pesados contigo. Traté de intuir a qué se debía tanto misterio, pero jamás me lo hubiese imaginado...

- Mi procedencia no tiene importancia.

- ¿Eso es lo que crees? - Musia alzó las cejas -. Tú fuiste quien mató a Neriza, ¿sabes lo que significa eso para nuestra gente?- Sonrió y soltó una risa -. Esto es grande, es gigantesco. 

Nuevos comienzos-  II Parte (Supercorp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora