LX

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Unos minutos antes...

Lyla volvió feliz al departamento, con el ánimo empañado de dulzura y alivio. Estela la esperaba sentada en el sillón frente al televisor encendido. Sus ojos se paseaban por las imágenes con concentración, de forma analítica. Cuando la vio, le enseñó una pequeña sonrisa.

- Lyla. ¿Cómo te fue?

La otra joven caminó hasta ella y se sentó a su lado, notando que en la televisión se reproducía una película de guerra. Los soldados mutilados se arrastraban por el campo en una escena sumamente realista y dolorosa. Arrugó el rostro.

- ¿No hemos tenido suficiente de eso en nuestro mundo?- opinó discretamente.

Estela se encogió de hombros.

- Solo miraba y pensaba... Eso parece un juego de niños al lado de lo que yo he tenido que presenciar.

Lyla la contempló de costado. Sabía que en sus palabras no había ninguna clase de reivindicación o enojo, ni tan solo una expresión de tristeza. Se lo contó como una anécdota más; de la misma manera que hubiese recordado lo que almorzó el día anterior.

- Lamento oír eso.

- Ya lo has dicho.

- Da igual- se rascó la cabeza-. ¿La estás pasando bien?

Estela la miró inquisitivamente. Luego se relajó.

- No consigo descifrar cómo la estoy pasando. Esto es algo nuevo para mí.

- Y que lo digas... Dimensiones paralelas, clones de mis madres, el fin del mundo al otro lado del telón... Me gustaría poder ignorar lo extraño y quedarme con lo importante.

- ¿Una segunda oportunidad?- Estela sonrió con suspicacia-. Yo también la desearía, pero esto no lo es.

Lyla la analizó. No percibía dolor en ella, ni resentimiento ni malestar; solo un silencio vacío y sin fondo, como un océano muerto. Eso era peor.

La joven le preocupaba terriblemente. Y más aún la sensación de que no podría arreglar lo que le sucedió de ninguna manera. Solo quedaba apoyarla y contagiarla con algo del optimismo que siempre les había sobrado a las Danvers- Luthor.

- Algún día volverás a ser feliz- la consoló sintiéndose torpe-. Siempre existe algo por lo que vivir.

Estela alzó una ceja, estudiando su expresión.

- Estamos de acuerdo- apartó los ojos a la pantalla y Lyla se sintió aliviada, aunque se preguntó si lo diría en serio o era una estrategia para detener su tonto y vano intento de consolarla-. Solo debo encontrarlo.

Las dos guardaron silencio. La sala se rellenó del ruido de las balas de la pantalla.

Ahogada por el silencio, Lyla aguzó el oído. Sus madres estaban charlando tranquilamente. Tenía la esperanza quizás algo infantil de que ese día al fin consiguiesen arreglar las cosas. Parte de su deseo de quedarse radicaba en esa posibilidad. Estaba segura de que lo único que les había hecho falta para hacer las pases era un ambiente seguro como aquel y un poco de distancia del caos.

Debía facilitarles aún más intimidad. Quizás matar dos pájaros de un tiro.

De pronto se sintió inspirada y se volvió hacia la otra joven.

- ¿Me acompañas a un sitio?- preguntó.

Estela la miró de reojo.

- ¿Como a dónde? ¿A esta hora?

Lyla asintió y le sonrió.

- Busquemos esa razón.

Estela alzó una ceja y, falta de razones para negarse, se puso de pie junto a ella acercándose hasta que pudiese cargarla. El vigor de sus brazos era mayor que el que percibió cuando en la Tierra probó un trago de lo que significaba ser amante de alguien tan particular. Algo de aquel fuego que Lyla le hacía sentir aún latía en su estómago y resurgía con ímpetu cuando su piel rozaba la suya y recordaba la bondad que tan bien representaban esos ojos verdes; la tierna torpeza con la que manejaba ese cuerpo atlético y alto que de solo imaginarlo, Estela sentía que hiperventilaba.

Nuevos comienzos-  II Parte (Supercorp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora