Capítulo XLVI

282 33 5
                                    

Pocas veces en la vida, Alex se había sentido tan confundida como cuando apareció, de un instante al otro, en una platea a kilómetros del suelo, rodeada de cientos de personas (en su mayoría gondoriandos) y sus anteriores acompañantes de la Waverider.

El ambiente a su alrededor estaba sacado de la realidad. Los relámpagos centelleaban sin llegar a tocarlos, como frenados por una especie de campo magnético abovedado que los protegía de su mortal azote. Además— y esto era quizás lo más llamativo—, una especie de pantalla convexa diez veces más grande que la de un cine les enseñaba el combate que se desarrollaba bastante más abajo. Alex retuvo una exhalación al ver a Lena y a Lyla, con sus alas de dorado y anaranjado fulgurante. Los ojos de madre e hija, de una luz dorada en un caso, y verde en el otro, declaraban en su frialdad y fijeza la ausencia de las personas que ella conocía.

Se tomó un momento para seguir estudiando su entorno. Había tres personas al borde de la platea, separadas del resto, que captaron su atención. A una no la reconoció, pero a las otras dos... El corazón le dio un vuelco. Kara estaba allí.

Su hermana menor le devolvió la mirada con visible asombro, luego hizo un gesto de entendimiento. Alex no se contuvo; se lanzó hacia ella y la abrazó sin que le importase nada. La joven entre sus brazos se estremeció, sin devolverle el gesto. Alex se apartó para encontrarse con su desconcierto; una expresión que no esperaba ver.

-        ¿Alex? - preguntó, sin embargo, su hermana.

Sí la reconocía, ¿pero por qué actuaba tan extraño? Se sacudió como pudo el extrañamiento y se cruzó de brazos, dubitativa y también un poco contrariada.

-        ¿Eso es todo lo que vas a decir luego de tantos años sin vernos?

Kara alzó una ceja y miró a su alrededor; Amelia y Cat ya se acercaban, aunque más cautelosas al haber atestiguado su reacción.

-        Estás confundida. Yo no soy tu hermana - dijo Kara -. Es... algo complejo. Tu hermana es la que está allí abajo.

Señaló hacia la figura cuya capa negra ondeaba azotada por el ciclón. Alex juntó las cejas al darse cuenta de que de verdad eran dos.

-        Pero...  - Miró por detrás de esa Kara, reparando por segunda vez en Freya, pero de forma más atenta esa vez. La visión parecía estarla engañando.

Freya volvió hacia ella unos irises negros dotados de una firmeza y sagacidad indeterminadas. Era suficiente con notar su postura, así como ser testigo de ese gesto, para saber que no era ella. Pero entonces, si ni Kara ni Freya eran quienes parecían ser, ¿Quiénes serían?

La respuesta llegó sin necesidad de hacer la pregunta.

-        Bienvenidos a todos y a todas- dijo Freya, volviéndose hacia la multitud, aunque no sonaba como ella-. Si están aquí, se debe a la relevancia que tendrá cualquiera de ustedes en la historia como mi grupo selecto. He decidido salvarlos para que trasciendan durante el nacimiento de la nueva era, que estamos a punto de atestiguar. Mi nombre es Alaska. He sido invocada en este mundo, así que ahora me pertenece. Pueden sentirse privilegiados; están en la misma posición que los antiguos dioses desde sus tribunas en el olimpo. Sus visiones mortales y limitadas se verán saldadas gracias a este pequeño truco, no vaya a ser que se pierdan un solo detalle— señaló hacia la pantalla energética—. Es el primer Teo- Simbac de esta galaxia.

-         ¿Otro dictador? - Dijo Sary en un susurro a Thea, rodando los ojos -. Uno a la vez, joder. No hemos conseguido librarnos de Neriza, y ahora esta tía quiere jodernos la vida a la par.

-          Mi doctrina no es la de la Fueza Superior, Sary - Replicó Alaska, y la muchacha se sobresaltó no solo por el hecho de que la hubiese oído, sino porque sabía su nombre-. He venido a establecer la paz, como dicta la naturaleza de los míos - rectificó  con una serenidad incomparable. Tenía una forma de hablar tan particularmente perfecta, que quien la oyera no podía pensar que decía otra cosa que la más pura de las verdades -. Esta dimensión ha caído en el caos por la ausencia de los dioses justos. Es hora de que alguien tome las riendas.

Nuevos comienzos-  II Parte (Supercorp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora