Capítulo L

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Lyla se cubrió los ojos para poder protegerse del caudal de luz que se desató tras la explosión; no proveniente, como pronto descubrió, de ella.

La luz venía del sol, que relucía sobre un valle de hierba azul, fresca y crecida que danzaba a la par del viento. El calor abrazó su cuerpo, y la brisa tibia trajo a ella olores silvestres y agradables que contrastaban agudamente con su angustia y desesperación.

A su alrededor estaban presentes las mismas personas que en el asteroide, con un par de excepciones.

- ¿Qué acaba de pasar?— preguntó, casi tan consternada como desorientada.

La mujer de cabello oscuro y rizado, de extravagantes ojos violetas, fue quien le respondió.

- Nos traje a un planeta cercano, para ponernos a salvo de esa psicópata.

El rostro de Lyla se desencajó. Pero...

- ¿Y mi madre?

La mujer no contestó.

- ¿Y MI MADRE?— repitió la joven, fuera de sí.

Lena se cubrió la boca, enfermizamente afectada. Nadie quiso responder la pregunta. Pero tras un rato de silencio, eso dejó de importar.

- Voy a volver— dijo Lyla con determinación, levantando un puño para abrir un portal.

- ¡Qué!— la mujer de ojos violetas la retuvo por el brazo—. ¿Qué diablos te sucede? ¿Es que estás chalada? ¡Si vuelves, esa demente te hará papilla! Quemaste toda tu energía, necesitas recuperarte, y esta otra también.

Lena acababa de reparar en Dinahia, y su confusión no fue menor. Pero el dolor en su pecho era demasiado masivo, y lo que pensaba demasiado apremiante como para detenerse a pedir explicaciones.

- Tenemos que recargarnos rápido y volver— dijo—. No solo Kara está allí: también Alex, y Cat, y todos los que nos importan.

La gemela de Kara, la mujer de ojos violetas y Diana intercambiaron una mirada.

- Lena...— Diana apoyó una mano en su hombro—; luego de esa explosión, la verdad dudo que Kara haya sobrevivido.

Lena la apartó de un manotazo.

- ¡Es Kara, joder! ¡Puede frenar un avión de pecho! Una pequeña explosión no le habrá hecho ni mella...

Lyla era la única que estaba con ella.

- No tengo por qué enfrentar a Neriza y a su hija— dijo—. Puedo ir, rescatarlos, y escapar nuevamente.

- ¿Y que te sigan aquí?— La mujer morena ladeó la cabeza—. No me parece.

- ¿Y tú quién diablos eres para que me importe una mierda lo que te parece?— se exaltó Lyla.

La mujer hizo un gesto de desaprobación y miró a Lena.

- A esta chavala le faltaron unas cuántas enjabonadas de boca cuando era una cría.— se giró hacia Lyla—. Pues bien, la historia de cómo estamos aquí es larga, pero les diré lo esencial.

Así se enteraron Lyla y Lena de las intenciones de Dinahia y Lilah, y de la razón de que la primera fuese tan idéntica a Kara. No les impresionó tanto su origen como la posibilidad de que hubiese no solo dos, sino múltiples copias de ellas en dimensiones distintas.

Pero tampoco importaba mucho. Su atención giraba en torno a Kara, su familia, y nada más que eso. Ninguna estaba dispuesta a renunciar a tratar de hacer algo.

Nuevos comienzos-  II Parte (Supercorp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora