Capítulo LXXIII

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En el mundo donde Lyla se halló de repente reinaba un azul tibio, fosforescente y tenue. Cada movimiento que hacía le provocaba una sensación diferente, cada exhalación acrecentaba su energía y vitalidad. Supo de inmediato que estaba muerta, como si la idea hubiese viajado con ella, pegada a su conciencia junto con todo lo demás. 

Una mano apretaba la suya. Se volvió y vio a Lena, a una versión mucho más envejecida de ella, o al menos más adulta. Representaba la verdadera edad de su alma, no aquella que sus peripecias habían deparado al cuerpo físico.

Había algo distinto en su persona: Lyla era capaz de verla por completo, de una forma extraordinaria,  imprevisible, íntegra. Y por eso, le costaba trabajo reconocerla. No era como cuando la percibía por medio de sus poderes, y tampoco como leerle la mente - aunque, siendo claros, jamás se había atrevido a meterse en la conciencia de ninguna de sus madres-. 

Tenía la sensación de no poder conservar una imagen global de la figura de Lena. Tampoco lo intentó. Cada una de las partes que componían su presencia vibraban por igual, aturdiéndola. Sin embargo, un latido especialmente grande captó su atención. Era una vibra muy extraña, turbia, poderosa como ninguna otra sección de ella. No era el Númex, no, sino una parte de su carácter que Lyla no conocía, quizás, por lo bien oculta que estaba. 

- Mamá... - Murmuró, y su voz se oyó distante. Una sensación desesperante la acaparó de repente. Observó el entorno, un valle sin fronteras, repleto de charcos como espejos que reflejaban nubes espaciadas sobre el cielo azul grisáceo -. Esto... es muy extraño. Siento como... 

- Como si pudieses vivir la eternidad en un día - la interrumpió Notela tras materializarse repentinamente a su lado -. Y puedes. Esta es tu eternidad, la de ustedes, las de nosotros. Todas juntas en un solo lugar. 

- No hay nada aquí - observó Lena. 

- Te equivocas - dijo Inaldor, apareciendo junto a uno de los charcos vítreos, tocando suavemente su superficie -. Observa... 

Lyla y Lena se acercaron dudosas. En el charco, de pronto, apareció la imagen de una reunión lejana en el apartamento de Nueva Ciudad Nacional, donde su familia y ellas brindaban por un nuevo año.  

- Aquí están sus recuerdos más significativos - Anunció Anilah -. Cuando nosotros morimos, vinimos a parar aquí. Es un lugar especial. Le dicen el Limbo, y está reservado para almas como las nuestras, conectadas con poderes antiguos que no dejarán sin más el mundo físico. 

- ¿Y qué debemos hacer? - inquirió Lena -. No se ven nada más que recuerdos. ¿A dónde debemos llegar?  

- Necesitas tener un poco más de imaginación - sonrió Notela -. Puede que todo parezca llano, pero es solo una visión que ustedes pueden cambiar. Su control sobre este mundo es mucho más fuerte de lo que creen. Piensen en lo que vinimos a buscar: la fuente de su poder. Debemos alcanzarla. 

- ¿Nada más lo haremos pensando en ello? - Lyla alzó una ceja -. Ni siquiera sabemos qué estamos buscando. 

- Sí lo sabes - dijo Anilah -. Solo que nunca has pensado en eso. 

- ¿Qué es lo que siempre ha activado su poder hasta un nivel supremo? - les preguntó Inaldor. 

Lyla y Lena se miraron. 

- El miedo - dijo Lyla - a perder a nuestros seres queridos. 

- Es más que eso - objetó Notela.- Odio, oscuridad. Eso es aún más fuerte. 

Madre e hija la contemplaron dudosas. 

- No tiene ningún sentido - dijo Lyla -. Nosotras luchamos contra la oscuridad, es lo que nos hace diferentes de Neriza. Jamás dañaríamos a nadie. 

Nuevos comienzos-  II Parte (Supercorp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora