LVIII

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Una vez acomodados los tantos, Lyla escoltó a la réplica de Lena a L- Corp.

Durante el trayecto hizo una pequeña ronda en la ciudad con los tentáculos de su foco como solía hacer en el pasado antes de que sobreviniese la necesidad de ocultarse. Era grato poder expandirse a sus anchas sin temor; ¡cuánto potencial desperdiciaba en su nueva vida de fugitiva! Cuántas oportunidades...

Aterrizaron en el balcón, cuya configuración era ligeramente similar a la del edificio de su antiguo mundo. Lena, que hasta un rato antes había aparentado ser una mujer severa en el exterior, se mostraba con ella alegre y amorosa: como si las circunstancias y hechos de por medio no importasen, y pudiese considerar sin mayores contradicciones o dudas que Lyla era y siempre había sido su hija. La joven percibía con claridad todo el amor que prevalecía guardado en su corazón, cercado cruelmente por un muro de dolor y desconfianza que no le había permitido ver la luz del día. Hasta entonces.

-  ¿Quieres una taza de té o un café antes de regresar?— Inquirió Lena cuando entró a la oficina seguida por ella.

-  Un café sería estupendo— afirmó Lyla. ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que saboreó algo parecido?

Lena tenía la cafetera ya dispuesta, y la encendió mientras abría una cómoda y sacaba una caja de bombones de chocolate rellenos de crema para convidarla. A Lyla se le iluminaron los ojos.

- No hay dudas de que eres hija de Kara— comentó Lena mientras la veía zamparse una docena de bombones en menos de un minuto—. ¿También fanática de los Pop stickers?

Lyla alzó las cejas.

- ¿Tienes?— dijo luego de tragar.

Lena soltó una carcajada y tomó su tablet, en la que hizo dos clicks.

- Llegarán en quince minutos.

Lyla sonrió.

- ¿Y te gustan las ciencias?— inquirió la mujer, tomando uno de los bombones.

- Era la primera en mi clase.

- Eso esperaba— curvó los labios—. ¿Y trabajabas en L-Corp con tu madre? ¿Existe en tu mundo?

- Claro que existe, pero jamás trabajé allí. Estaba muy ocupada entrenando.

Lena la observó sorprendida.

- ¿Entrenando como heroína?

- Más que cualquier otra heroína. Yo era la única capaz de salvar el mundo— apartó la mirada con tristeza—. Pero no pude hacerlo.

Los ojos de Lena se mantuvieron fijos en ella.

- Es mucha responsabilidad para una jovencita como tú. Demasiado peso sobre tus hombros.

- Pero yo era la esperanza de todos.

- Siempre hay otra salida.

- No con Neriza. Si la hubieses visto a ella y a su ejército de muertos, lo entenderías. Y lo peor de todo es que tiene tu rostro. El rostro de mi madre.

Le explicó cuál era la razón, y la mujer se removió consternada.

- Así que tiene la posibilidad de viajar por cualquier universo a su antojo... Por cualquier dimensión. ¿Quién podría estar a salvo de ella?- reflexionó.

- Por eso es indispensable que la detengamos - contestó Lyla -. Que yo la detenga.

Lena se acercó a ella en el sillón en el que estaban sentadas y apretó su mano. Lyla la contempló: su madre no se vestía así de elegante desde hacía mucho tiempo. Recordó que durante los últimos meses antes de su partida de la Tierra, había estado muy enferma, y ante la imposibilidad de levantarse de la cama e ir a trabajar, solo utilizaba camisones y pijamas todo el día. Casi había olvidado lo imponente que se la veía en el pasado, al frente de su empresa como una mujer poderosa e implacable, siempre luciendo el último grito de la moda diseñado por Amelia.

Nuevos comienzos-  II Parte (Supercorp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora