XVI

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De vez en cuando, Lena se volvía consciente del cambio de escenario constante al que se veía expuesta; su conciencia atrapaba la noción de irrealidad, de fantasía. En otras ocasiones, no obstante, retozaba cándidamente en los anales de su memoria, absorbida por la exactitud de las facciones y personalidades que iban a su encuentro. 

Una sombra particularmente oscura y recurrente era la de su hermano, Lex, cuya risa retumbaba en los recuerdos más vívidos de su infancia, ridiculizándola, reprimiéndola, cancelándola tantas veces y con tal contundencia, que ya no podía pensar en él sino a través de un barniz diabólico, de rechazo y temor profundos. 

Revivía una y otra vez, como en una repetición infernal, las veces que su hermano la atrapó con algún invento innovador y con aire sardónico desacreditó su inteligencia. Lo mismo ocurría con la reprobación que percibió en él cuando la encontró con una amiga de secundaria experimentando los primeros acercamientos a su sexualidad. 

Lilian era otra antagonista persistente de su felicidad. La imagen de la mujer, vil y severa, la perseguía con sus preceptos malignos y venenosos. La escena más repetitiva era la de la vez que la mató. En ocasiones, Lena empuñaba el arma: en otras, Lilian la mataba a ella. 

Cuando se daba cuenta de que lo que veía no era real, las escenas desconcertantes abrían paso a una estancia reducida en un prado extenso, sin horizontes, donde flotaban muchas luces de energía incalculable. De alguna manera, sabía que aquellos eran los ancestros del Númex: el pueblo de los códex. Se acercaban a ella con curiosidad y la analizaban con una destreza inaudita, no solamente en la percepción, sino también en la transmisión de imágenes y sensaciones. Lena interactuó con ellos por tiempo indefinido, mientras iba y volvía de sus ensoñaciones maquiavélicas. 

En el prado también se cruzó con una gran leona dorada a quien reconoció como Notela. La gema habló con ella largo y tendido, sin necesidad de recurrir a la palabra. Fue quien le hizo saber que debía enfrentar a los demonios de su pasado para poder quedarse entre aquellas colinas soleadas, pero asimilarlo no era tan fácil; Lena lo descubrió muy pronto. 

Quizás habían pasado muchos años, no lo sabía. La noción del tiempo era remota e incalculable en ese presente. Una hora daba lo mismo que diez segundos o que una década, y tampoco era importante considerarlo. Lo único a lo que se aferraba era la necesidad de dejar de marcharse, poder deshacerse de Lex y Lilian y no verlos nunca más. 

Nunca más, le dijo Notela sin embargo, era imposible. Su hermano y su madre tenían una función en sus pesadillas, y esa función tenía que ver con la perspectiva de ella. No debía borrarlos, solo verlos como de verdad eran. 

Le llevó varios intentos, pero un día, durante una escena en la que Lex usualmente le gritaba a su versión de ocho años y la dejaba llorando, en lugar de quedarse sentada y verlo alejarse, lo siguió. En la habitación contigua, su hermano encendió las noticias, que reproducían un video de Superman salvado un autobús lleno de personas. Lena observó con atención la tirria que se formaba en el rostro de Lex, el enojo que crispaba las venas y los tendones en sus sienes, y sus ojos que se volvían a todos los doctorados colgados de las paredes, los premios científicos y cuanto reconocimiento había recibido en vida, siempre expuesto a los ojos del resto. En esa mirada había algo claro: una ambición inconfundible, una envidia crónica. Su esfuerzo invisibilizado en contraste con la supremacía natural del Hombre de acero. Lex aborrecía a los kryptonianos, pero solo porque no podía ser como ellos, porque era humano y como tal, pese a cualquier esfuerzo o a su inteligencia superior, no los alcanzaría; o eso creía por el momento. 

Casi mató a Clark, y también a Kara. Cualquier enfrentamiento contra ellos o contra Lena - que se le oponía también con su propia inteligencia -, era un enfrentamiento contra la conciencia de su inferioridad. En esos términos, el demonio perdió peso y Lena dejó de verlo.

Nuevos comienzos-  II Parte (Supercorp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora