VII

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Shera pasó todo el viaje hacia Emosbon tratando de llegar a un consenso consigo misma, atender a la propuesta del plan para infiltrarse y comandar al equipo con lógica y presencia, dos cosas de las que carecía miserablemente a la sazón de su partida. 

Car y Var seguían con sus rutinas sin prestar especial atención a los cambios de humor de su capitana, diarios e intensos, probablemente porque lo atribuían a las hormonas, la presión de la misión o de la atmósfera de la nave: un habitáculo reducido donde debían convivir forzosamente dos hombres y dos mujeres durante las semanas previas a la gala. 

Arguisa, por otra parte, la seguía tan de cerca con su intuición de bruja, que Shera se había obligado a apartarla en más de una ocasión. No creía realmente que pudiese acceder al verdadero centro de su alteración, pero tampoco sentía que debiese tratarla de tonta. La bruja era sagaz, perceptiva y demasiado astuta. Le hacía preguntas con puntería exacta, formuladas desde una postura aparentemente desinteresada pero atenta. 

- ¿Crees que lograremos atrapar a Decantleth en Emosbon? - inquirió una mañana mientras todos desayunaban la comida en conserva de la cual disponían como único recurso. 

Shera levantó la vista de su pasta de nueces y tardó unos momentos en volver del bucle de pensamientos en que estuvo inmersa, todos referentes al futuro, a Lyla, a Detrik'hurn y los suyos, su papel en la misión, su supuesto compromiso, la moral, el deber y cientos de paradigmas monstruosos que amenazaban con enloquecerla. 

Haciendo todo eso a un lado con destreza, esbozó una sonrisa torcida y le contestó simplemente:

- Haremos lo posible para conseguirlo.

La bruja levantó una ceja y dejó a un lado su barra de hidratos de alga terrestre, poco conforme. 

- ¿Crees que las armas funcionarán?

Shera parpadeó y bajó la vista  a su tazón sin mirarlo. 

- Por supuesto. 

- ¿Y la celda de contención? ¿Crees que podamos meterla en ella sin más?

De nuevo un momento de silencio. Shera tragó en seco y apartó los ojos hacia las rejas de la pequeña celda que habían edificado en la nave, especialmente diseñada para Lyla, con una cama, un baño y una silla en el medio. Todo planificado para un cuerpo que, si hacía caso a Detrik'hurn, no deberían ni siquiera encerrar. 

- No veo por qué no - dijo en un murmullo. 

- ¿No ves por qué no?

- ¡Ya deja de insistir! - se puso de pié y levantó la voz, palmeando la mesa con fuerza -. Vive en el presente, Arguisa. Lo importante ahora es armar nuestra estrategia: el resto se verá cuando consigamos entrar al evento, cosa que todavía es imposible, y sepamos que ella está ahí realmente. Con permiso. 

Se retiró inmediatamente a su habitáculo, que compartía con Arguisa, y se tiró en la cama. Su corazón latía con fuerza; estaba enojada, pero no con la bruja, sino consigo misma, con Lyla, con Detrik, con todos. De pronto la carga era demasiado pesada, sentía que no podía respirar. 

Se sentó en la cama y encendió su pantalla, estudiando el perfil de su objetivo, fijando la vista en sus ojos, en sus rasgos, recordando vívidamente el sueño y percibiendo de pronto, horrorizada, que algo conocido resurgía en sus entrañas, se retorcía y se filtraba por otras partes de su cuerpo. 

Arrojó a un lado la pantalla y se cubrió el rostro. Nunca se había sentido tan fuera de control, tan desenfocada e incapaz de recuperar su centro. La expectativa de matar la enfermaba, aún si por medio de ello conseguía cumplir su deber, que consistía en salvar vidas, ajusticiar a los criminales, borrarlos de la sociedad. 

Nuevos comienzos-  II Parte (Supercorp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora