3. Miradas extrañas

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Edwin

Es increíble, son las 5:00 AM y estoy despierto contemplando la nada sentado en la silla del ordenador con los pies cruzados en el borde de la cama, una mano detrás de mi cabeza y en la otra tengo un cigarro, le doy una calada e inmediatamente el humo blanco es expulsado por mi nariz y boca; pensar tanto me tiene aquí, desvelado. Este soy yo, humo, cenizas y desvelos, nada más. Me levanto apoyándome en la silla y me dispongo a dar vueltas alrededor de la habitación, paro en la ventana y me es inevitable no ver, la odio, ¿la causa?, su absurda felicidad. La odio, eso lo sé, pues el odio es lo único que he llegado a sentir en mi vida, conozco bien esa emoción, la odio como a todos. Menos mal que me negué a presentarme con mi madre como los nuevos vecinos, no hubiera aguantado todo el teatro de sonrisas.

Un suave toque me saca de mis pensamientos, boto el cigarrillo por la ventana y me apoyo sobre mis brazos inclinado hacia atrás mientras en el borde de la cama. Mi madre entra a la habitación.

—¿Despierto tan temprano? —pregunta en un tono bajito.

—No dormí —la fulmino con la mirada mientras le respondo esas simples palabras y mi cuerpo se tensa.

No dice nada más y el silencio reina entre nosotros, mi mirada está perdida y mi expresión fría.

—¿Sabes?, hablé con la psicóloga y vendrá a darte las consultas a aquí, así será más fácil —me explica, con sus labios extendidos.

No digo nada, sólo permanezco en silencio tratando de calmar mis demonios.

—¿No crees? —Juega con sus manos.

Nunca se cansa de intentar esto. Lleva dieciocho años con lo mismo, supongo que ella no pierde las esperanzas que ya yo do por muertas hace mucho tiempo.

—No estoy loco, no necesito terapia, estoy entero —hablo, tratando de sacar toda la calma que puede existir en mi, luego suelto una brusca exhalación.

Su rostro se contrae en una expresión que no logro comprender. —Sé que no estás loco cariño, sólo es para que te entiendas mejor a ti mismo y superes esto.

Esto nunca va a terminar, estoy condenado.

—¿Me dejas solo? —las palabras salen de mi mientras paso una mano intranquilo, por mi cabello—. Me ahogo.

Me pongo de pie dispuesto a ir a la ventana para tomar aire, mi ira lo necesita. Tallo mi cara con bastante fuerza.

—Claro, como desees —responde.

—Y una cosa...puedes cancelar esa terapia, no voy a tomarla —esas son mis palabras finales.

Necesito más aire, es mi primer pensamiento al ver que me he quedado otra vez solo. Una sensación de una punzada en mi estómago me invade de pronto, mi ritmo cardíaco se acelera y siento que el aire comienza a fluir de manera pesada en mis pulmones, tratando de alejar esas sensaciones me pongo de pie.

Visto con mi ropa usual de colores inexpresivos y unas zapatillas. Me dirijo a la puerta principal, mi padre está sentado con su café del despertar mientras ve la televisión, sigo de largo, él no hace el intento de detenerme ni de preguntarme que hacía porque él lo sabe perfectamente, conoce mis arranques de furia y sus motivos.

Salgo dando un portazo, de inmediato el aire frío mañanero llena mis pulmones y comienzo a caminar bien lejos.

Ava

Increíblemente estoy despierta, ni yo misma me lo creo, después de varios intentos de mi cuerpo para que cayera de nuevo en las redes del sueño me pongo de pie y me visto con un conjunto deportivo que consiste en una blusa corta y unos legins. Salgo silenciosamente de la casa enganchando mis audífonos a mi teléfono para emprender la marcha.

Trataré de no quedarme dormida mientras troto. Ok, soy una exagerada.

Edwin
Minutos más tarde...

Camino tranquilamente por la cera, el aire frío de la madrugada roza mi nariz y seca mi garganta. De la nada percibo cierto movimiento en el rabillo del ojo, es ella, mi vecina felizmente odiable haciendo ejercicio, o eso intenta, se ve patética, prácticamente va arrastrándose.

Mi mirada es insistente pero parece no notarla y cuando pensaba que no notaría mi presencia, me mira y hace una cara rara, desvío la mirada y me dirijo en la dirección opuesta hacia la casa de nuevo.

Ava

Dios, si esto iba a ser así todos los días renuncio inmediatamente, ya no puedo correr, siento que si sigo me voy a desmayar, paro en seco y noto una mirada sobre mí, ya saben las miradas pesan.

El pánico está invadiendo mi cuerpo. Un muchacho extraño me está mirando de una manera tan extraña como él: sus ojos oscuros me incomodaron, su expresión gélida sin un ápice de alguna emoción, su cabello oscuro bien despeinado como si hubiera pasado varias veces las manos por él, sus labios rojos por el frío de la madrugada. Es alto, viste de negro, una complexión bien formada; todo de él grita algo que no puedo descifrar.

Sin más se gira en la otra dirección y se marcha por donde vino cortando esa mirada tan extraña que ambos compartíamos.





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N/A: Vaya vaya , se está calentando la cosa. Cada vez vamos conociendo un poco más de la historia. Todo irá tomando forma poco a poco. No olviden dejar sugerencias, que les pareció el capítulo y si les gustó dejar su huella de amor ★. Besos y abrazos.

PD: El papasito que aparece en la foto adjuntada al principio es nuestro querido Edwin Black Hemsworth😎❤.

Siente Conmigo [BORRADOR]✔©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora