57. Sushi y paranoia

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Ava

Increíblemente, hoy no me tomó tanto tiempo vestirme, fue sólo abrir el closet para decidirme por un pantalón de mezclilla azul ajustado y una blusa negra ceñida a la parte superior de mi cuerpo, de tirantes delgados que se amarran sobre mis hombros en forma de lazos. A toda velocidad me hago una coleta baja un poco desordenada y corro a ponerme las sandalias que creo que pueden ir a juego con el resto de mi ropa, tomo el mismo bolso con el que salí anoche y me aplico un poco de perfume en el cuello, para luego salir disparada hacia el pasillo.

Al pasar por en frente de la habitación que comparten los gemelos toco insistentemente y luego sigo mi camino apresuradamente. Giro en cuanto escucho las voces de Sarah y Sam al salir del cuarto, de inmediato se me unen a bajar las escaleras, ella luciendo uno de sus vestidos florares y el cabello recogido un poco con un pequeño pellizquito, él modelando como un completo chico malo con esa sonrisa arrogante en sus labios, un pantalón blanco deportivo que se ajusta a sus tobillos y un pullover color miel. En cuanto nuestro descenso  finaliza lo que puedo ver es la imagen de las chicas repochadas en los sofás de la casa mientras miran al techo.

Ufff —habla Ruby mientras se endereza, con sus brazos apoyados en el espaldar del asiento—. Por poco nos salen raíces de todo el tiempo que estuvimos aquí plantadas.

Todas se ponen de pie, excepto Mia quien le extiende los brazos a Julia para que le ayude a levantarse, esta la toma por los brazos y la hace pararse de un halón en medio de una rodada de ojos.

—¿Qué? Ni siquiera nos demoramos —le reprocho su queja atravesando la puerta de la sala para dar al pasillo.

Todos repiten mi acción y una vez que estamos fuera comenzamos a descender por las escaleras ya que el ascensor amenazaba con demorarse mucho. Llegamos al primer piso tras las quejas incesantes de Mia, quien no paraba de decir que le dolían las piernas por bajar toda esa cantidad de escalones.

—Eres una anciana —Sam a mi lado habla refiriéndote a Mia—. No tienes ni una gota de resistencia, no quiero ver si es así en otros aspectos de la vida —comenta, con los ojos abiertos bastante como si estuviera horrorizado.

Y todos sabemos a que aspecto de la vida se refiere él, no hace falta tener un coeficiente intelectual de súper dotado para ello.

—Ay, mejor cállate ya —la mencionada hace su intervención y lo propicia un golpe con la palma de su mano en la espalda—. Y para aclarar tus dudas, estoy dotada de muchas habilidades de las que tú desconoces —culmina, y le pasa por el lado batiendo su cabellera casi rubia en la cara de mi primo, quien se queda quieto por unos segundos y luego se le vuelve a unir en un leve trote.

El resto de nosotras comenzamos a reír.

—¿A caso estaban coqueteando? —pregunta Julia, estrujando sus cejas e intercambiando movimientos de su mano entre ellos dos.

Ruby y yo asentimos a la vez.

—Bien —se cae de hombros restándole importancia.

Avanzamos hasta quedar al frente del coche de Ruby, esta quita la alarma, se sube y no esperamos dos veces para abordar el vehículo. Una vez que estamos dentro nos acomodamos de la siguiente manera: Ruby y yo al frente, Sam y Mia en los dos asientos de los extremos, Julia en el medio y la pobre Sarah, quien por ser la última en subirse le tocó ir a los pies de Julia sentada.

La marcha emprende silenciosa y por más que trato de averiguar hacia donde vamos por las calles que toma Ruby, me quedo más perdida que un tomate en un campo de lechugas, finalmente me doy por vencida dejando caer mi cabeza en el vidrio a mi lado.

Siente Conmigo [BORRADOR]✔©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora