45. No puede ser

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Ava

—¡Hey —la voz de Ian nos hace sobresaltarnos y parar nuestro tan delicioso beso—, los encontré! —grita a lo lejos.

Edwin me baja rápidamente y río por lo bajo. —Es hora de correr —dice él rápidamente tomando una de mis manos y sonriendo como un modelo de revista.

Ian va a lo lejos corriendo detrás de nosotros. Mi mano y la de Edwin sigue entrelazada, corremos a través del bosque, una vez más. Diviso el fin de los árboles a unos metros de nosotros y Edwin emprende más velocidad, yo estoy que no aguanto más, creo que me voy a quedar sin pies. Salimos totalmente del bosque y me detengo por un segundo, mis pulmones necesitan aire y él me mira impaciente.

Su pecho sube y baja descontrolado, sus labios rojos están entreabiertos permitiéndole tomar pequeñas bocanadas de aire. —¿Estás bien? —pregunta agitado, mirando detrás de nosotros a ver si viene Ian.

Apoyo mis manos en mis rodillas, mis dedos las aprietan. —Sí, pero creo que no puedo seguir, continúa tú —respondo, con la voz entrecortada gracias a la falta de aire.

Lo veo rodar los ojos. —Empezaré a creer que te gusta demasiado que te cargue. —Pasa uno de sus brazos por detrás de mis rodillas y me carga ágilmente.

Escucho a Ian gritar a lo lejos y eso es lo que necesita Edwin para comenzar a correr.

Oh dios, hasta correr cargándome puede, soy una pluma —literalmente—, me siento en las nubes porque el no me dejó sola, al contrario.

La base está a unos metros de nosotros. Un poco más, un poco más, un poco más y...llegamos. Edwin para en seco, aún me sostiene en sus brazos, su respiración está hecha un caos, sus hombros suben y bajan al ritmo de ella. Me pone en el suelo y lo veo recuperarse poco a poco, este chico es todo un atleta, no sé por qué no está en algún equipo de deportes de la escuela.

—¿Nunca has considerado pertenecer al club de atletas de la escuela? —pregunto, con un poco de falta de aire aún.

Él sigue tratando de calmar su respiración agitada, sus mejilas están rojas por el esfuerzo y una fina capa de sudor cubre su frente haciendo que su cabello se adhiera a ella en partes desiguales, aún así es precioso.

—No es mi pasión —dice, acomodando su cabello negro con una mano.

—¿Ah no?, entonces dime que es lo que haces para estar tan bueno —expongo sin pensarlo y al caer en cuenta de mis palabras, me avergüenzo de pies a cabeza.

Lo veo sonreír con suficiencia. —Hago ejercicio en casa —se acerca un poco más a mi—. ¿Qué sientes ahora cuando se ponen así de rojas? —Acaricia una de mis mejillas sonrojadas.

Mi corazón se acelera, ese gesto tan simple me pone a temblar, pero decido responderle porque sé que se refiere a mi cachetes color tomate maduro. —Siento que no puedo mirarte a los ojos en este instante porque te dije que estás bueno —comento, con la voz temblorosa.

Bajo un poco mi mirada al sentir aún más vergüenza al admitirlo. Una de sus manos se posa en mi mentón, me hace mirarlo directamente, sus ojos tan oscuros cargados de misterios me tienen hecha un manojo de nervios y vergüenza.

Los gritos de más personas a lo lejos nos hacen mirar detrás de él, son Chase, Grayson y un grupo más de tres personas corriendo en nuestra dirección. Ian viene atrás de todos ellos corriendo también a toda velocidad.

El primero en llegar a nosotros es Chase, parece aterrado. —Me cago en todos los ciervos que hay en ese bosque —se queja mientras apoya sus brazos en sus rodillas.

Siente Conmigo [BORRADOR]✔©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora