35. La marca del comienzo

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Ava

Doy un paso fuera, hay algunas luces de ciertas tiendas encendidas y eso me da seguridad y cierta claridad. Unos pasos más sigilosamente pero entonces veo una sombra de alguien recostado a un árbol, mi cuerpo se tensa y no reacciona.

Oh no, el fantasma.

Mierda, no es hora de pensar en fantasmas, sólo ve al baño y vira.

Comienzo a a caminar lentamente pasando por el lado de ese árbol rápidamente pero una fuerte exhalación me detiene, seguido de unos pasos de alguien saliendo de la oscuridad. Estoy frita, si voy a morir en este instante que sea rápido y conciso. Cierro mis ojos con fuerza el sentir sus pasos hacia mi, no pienso abrirlos.

Los pasos se detienen, aún sigo con los ojos cerrados. —Apostaré, pensaste que era el fantasma del campista.

Al escuchar la voz familiar abro mis ojos lentamente mientras lo miro de arriba a abajo. —Me cago en ti. —Estoy dispuesta a lanzarle el rollo de papel sanitario pero lo pienso dos veces y bajo mi mano.

Sí, no soy muy buena eligiendo armas para defenderme, primero una rama y ahora un rollo de papel higiénico, genial, vamos de mal en peor.

Edwin, una vez más en mi camino. —Es la tercera vez que casi me matas del susto en el día —siseo molesta mientras miro a todos lados.

Su mirada está posada en la nada, inhala fuertemente llevando el cigarrillo que acabo de notar a su boca y luego soltando una bocanada de humo blanco. —Un poco de adrenalina de vez en cuando le hace bien al corazón.

—¿Donde quedaron las reglas del bosque? —Me cruzo de brazos al verlo fumar.

Posa sus ojos en mi sin expresar nada, tira el cigarro al suelo y luego lo pisa fuertemente. Comienza a caminar y se sienta en un tronco alrededor de donde estaba la fogata.

Me acerco a él de nuevo a pasos dudosos. —¿Qué haces? —Me paro justo detrás de su hombro al verlo hacer algo con sus manos.

—Cuando digo que me persigues a todos lados tengo razón. —Lo escucho bufar en fastidio.

—Gracias por tu invitación —hablo con sarcasmo tomando asiento justo a su lado.

Mis ojos no abandonan sus expresiones, la luz de la luna hace contraste con su cremosa piel blanca, se ve tan hermoso como siempre.

Le doy un empujón con mi hombro haciendo que se tambalee. —¿Te ocurre algo? —Es raro verlo tan apagado, en su estado normal estaría diciéndome lo odiosa e insoportable que soy.

Levanta la mirada hacia el frente. —Por más que miro las estrellas no me dicen cual es mi propósito al estar aquí, sólo me repiten una y otra vez lo que no quiero escuchar porque me niego a ello —hace una pausa y gira a verme—, pero sé en el fondo que tienen toda la razón y eso me aterra.

—¿Podrías hablar un poquito de español? —Me inclino y abrazo mis rodillas a la par que hablo.

Lo veo negar lentamente con la cabeza y rodar los ojos mientras escucho una leve risa escapar de él.

Decido hablar de nuevo. —A veces pienso que te drogas.

—¿No tienes sueño? —La pregunta abandona sus labios y me hace pensar en esa posibilidad, pero no tengo sueño. El susto que me llevé gracia a él de nuevo me ha hecho desvelarme.

Me cruzo de brazos. —Pues fíjate que no —hago una leve pausa—, todo gracias a ti.

Me mira como si le valiera verga lo que acabo de decir y comienza a sacar otro cigarrillo de su bolsillo. Un impulso me hace detenerlo. —Por favor, no lo hagas, no te hagas daño. —Tomo el cigarrillo de su boca con mis dedos.

Siente Conmigo [BORRADOR]✔©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora