EXTRA

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Ava

Los toques insistentes en la puerta del baños me sacan de mi transe pensando en esa posibilidad, es Edwin, está tan ansioso como yo en estos momentos.
—Ava, sal ya —habla del otro lado de la puerta que nos separa—, siento que me voy a desmayar.
Respiro, esto es algo que de ser asertivo el resultado cambiará nuestras vidas para siempre porque es algo que ambos deseamos infinitamente, así que tomo dicho objeto con mano temblorosa y con la otra giro el pomo con el mismo nivel de pulso con el que sostengo eso. Los segundos son arrastrados con lentitud y en cuanto la puerta se abre totalmente veo frente a mi a Edwin con sus pies fijados en el suelo mirándome fijamente con ese par de ojos oscuros que hacen que siga temblando cada pedazo de mi alma después de ocho años juntos, y aquí estamos; suelto un poco de aire gracias a la noticia que estoy por dar.

—Estoy embarazada —lo digo ensenándole la prueba de embarazo que me acabo de realizar y mi corazón se para por un microsegundo, sus ojos me enfocan y se abren perplejos, una sonrisa se esboza en sus delgados labios.
Lo siguiente son carcajadas, me carga entre sus brazos, me da mil vueltas en el aire, me abraza, lo abrazo… se detiene y me toma por el mentón con delicadeza haciendo que alce la vista. —Gracias por hacerme el hombre más feliz de este mundo, Dios santo —una breve pausa, su mano libre baja hasta mi vientre aún plano y lo acaricia—. No sabes cuánto te amo Ava —toc, toc, toc. Los sonidos del reloj de pared se escuchan entre nosotros—. Ava —toc, toc, toc—, cásate conmigo.

Ava

Los meses transcurrieron y ya no soy la misma de antes, ahora soy una mujer casada felizmente y a punto de tener un bebé en sus brazos. Me encuentro en las últimas semanas de embarazo, mi panza está inflada a más no poder y mis movimientos son todos en cámara lenta debido al gran peso que cargo sobre mi espalda.

—¿Acaso nunca terminas de comer? —La voz de Chase atravesando el umbral de la cocina vestido con su bata blanca y su portafolio negro me hace desvíar mi atención del bocadillo que preparaba un segundo para mirar hacia allí y volver a concentrarme en mi aperitivo—. Eres como un tanque sin fondo.
—Tengo que alimentar a tu sobrino así que cállate y para la próxima visita tráeme una ofrenda —tomo mi sándwich y camino con mis pantuflas hacia el mueble de la sala para depositarme lo más cómoda posible y devorarlo—. Posdata: amo los cheetos.
Así es, tendremos un lindo y hermoso varón, o por lo menos eso dice la doctora. El saber que Chase llegó me hace darme cuenta de que Edwin también lo ha hecho, pero su presencia no se ha hecho notar. De inmediato lo veo, aún lleva puesto su traje y corbata, en un movimiento desata un poco de su cuello la última y se la quita por encima de la cabeza, se da cuenta de que lo estoy mirando descaradamente y camina hacia mí con lentitud. El sofá se hunde a mi lado, me repongo para estar a su altura, me le acerco otro poco, nuestras narices rozan entre sí, nuestras respiraciones se encuentran. No aguanto más y lo beso, así, con todo el amor y la ternura que hay en mi interior, me corresponde, y de no ser porque Chase está aquí en nuestra casa en estos momentos hiciéramos un buen desorden en este instante, así que recuperando un poco la distancia procedo a acariciar una de sus mejillas blancas y el mi panza con su enorme mano.

—¿Cómo has pasado el día? —Deja caer su cuerpo en el espaldar del sofá y extendiendo uno de sus brazos la punta de sus dedos roza mi hombro.
Asiento en respuesta a su pregunta, una pequeña punzada me mi vientre me hace revolverme un poco, otra más, el sentimiento de extrañeza surge y frunzo mi ceno en dirección a Edwin en señal de confusión, me pregunta qué ocurre, niego y me dedico a pasar las palmas de mis manos sobre mi barriga. El tiempo pasa y conversamos durante un rato, hasta que él se levanta primero para ayudarme a parar —debido a lo bajo que está el sofá— y justo cuando mis pies hacen contacto con el piso frío de la sala un líquido caliente baja por mi entrepierna seguido de otra punzada, pero esta vez aún más fuerte.
—La fuente, se rompió —sus manos sostienen las mías mientras yo he comenzado a ponerme nerviosa por lo nuevo de la situación—. Chase, ven inmediatamente, esto es urgentísimo, voy a ser papá… —Su voz está en un tono alto, trata de no perder la cordura y yo estoy al borde de ello, así que comienzo a contar pacientemente como me dijo mamá que hiciera.
Chase llega hacia nosotros sosteniendo un libro sobre partos y esas cosas, le traspasa su nerviosismo a Edwin mientras ojea el libro rápidamente y entre los dos son pura histeria y nervios, así que los detengo. —Busquen la maleta azul que está en una esquina de nuestra habita… ción… —Me dejo caer de nuevo en el sofá y mi amor a pasos apresurado hace lo que le pido. El dolor ha comenzado a empeorar, y pensar que esto es sólo el comienzo.
Con gran apuro salimos de casa mientras Edwin le avisa a todos nuestros familiares y amigos más cercanos y nos montamos en el auto. Él maneja a alta velocidad, mi respiración se ha vuelto más inconstante y el dolor me hace apretar los dientes.
—Me voy a morir —sollozo por lo bajo sintiendo mis uñas encajarse en el asiento—. Es demasiado dolor.
Edwin me mira desde el retrovisor y susurra sólo para mí un aguanta mi amor. Estoy sudada, adolorida y Chase a mi lado no para de repetirme que respire hondo y no pierda el control.
—Dime, ¿ya se decidieron por el nombre? —pregunta mi amigo de toda la vida pasando una de sus manos por mi cabello, yo le doy una mirada que grita socorro, y reuniendo las fuerzas necesarias logro hablar.
—Ean —hablamos mi esposo y yo al mismo tiempo. Una sonrisa tuerce mis labios en medio de tanto dolor.

UN AÑO DESPUES
—Ean —su voz, aún sigue causando el mismo efecto en mi como desde el primer día que la miré  y juré a todo el que se me cruzara que la odiaba con todas mis fuerzas.

Tanto tiempo, nunca había imaginado llegar a este punto de mi vida, y nunca me arrepentiría de estarlo, ellos dos son lo mejor que me ha pasado. La diviso, está en la cocina preparando algo con suma agilidad, amo cada uno de sus movimientos, incluso los más torpes.
—Edwin, te estoy observando —me sorprende que sepa de mi presencia, está de espaldas a mi—. ¿Qué se supone que haces?

—¿Amarte? —Camino hacia ella y aprieto bastante mi cuerpo contra el suyo. Mi boca se acerca su oreja y la oigo suspirar, justo como me encanta.
—Ok señor amoroso —se da la vuelta y nuestros pechos quedan unidos—. Yo también te amo. —Un pequeño respingo da su cuerpo al sentirme pegado a ella.

—Sigues… —mis palabras se enredan en mi lengua, al verla mirarme de la manera tan… en que lo hace— sigues poniéndote nerviosa al tenerme cerca. Un día descubrí que me encantaba. —Mi mano va hacia su rostro y justo cuando estoy por besarla, una diminura voz nos interrumpe:

—Babá —nuestras miradas pasan de tan diminuto pedacito de ambos a estar conectadas entre sí.

Son las primeras palabras de nuestro bebé, así que todo nuestro mundo da un vuelco total de alegría, lo tomamos en nuestros brazos y una vez más estoy agradecido de ser quien soy, de tener esta familia tan hermosa, de haber luchado por Ava hasta el último segundo, de seguir haciéndolo, de que no me haya dejado de amar a pesar de mis acciones abruptas cuando no entendía que estaba enamorado a más no poder, de haberle declarado odio eterno desde el primer momento en que te vi, cuando lo que hacía era decirte que te amaba con las palabras equivocadas.

Te seguiré odiando hasta el final de mis días y como el primero.

Gracias por ayudarme a salir del agujero negro en el que estaba viviendo, por darme las fuerzas necesarias.




N/A: un extra para que no se me vayan con las manos vacías y vean cómo es la vida de este dúo. Sin duda los vamos a extrañar, por le momento no tengo planeado hacer más ninguno, así que la historia termina aquí.

Los amo, mil gracias.

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⏰ Última actualización: Jun 28, 2022 ⏰

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